Al menos diez personas han perdido la vida y más de 1.300 han sido evacuadas tras las inundaciones que azotaron la ciudad argentina de Bahía Blanca. La tormenta, que descargó 300 milímetros de agua en solo cinco horas, ha sido la más intensa registrada en la región, dejando a su paso una estela de destrucción y caos.
La emergencia climática ha obligado a suspender clases, se inundaron hospitales y se paralizó el transporte público. Las autoridades locales, con el apoyo del Ejército y otras fuerzas de seguridad, trabajan sin descanso para asistir a las familias afectadas y rescatar a quienes quedaron atrapados en zonas incomunicadas.
El intendente de Bahía Blanca, Federico Susbielles, confirmó en sus redes sociales que «ha dejado de llover», lo que permitirá el despliegue de maquinaria pesada para acceder a las áreas más críticas. «El Ejército, la Marina, la Prefectura y bomberos están trabajando muy activamente», aseguró.
Por su parte, el ministro de Defensa argentino, Luis Petri, anunció que las Fuerzas Armadas están en la zona «para apoyar a la comunidad» y coordinar la asistencia a los damnificados. Petri viajó a Bahía Blanca por instrucción del presidente Javier Milei, quien ha priorizado la atención a esta crisis humanitaria.
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La Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) restringió las operaciones en el aeropuerto local, permitiendo solo vuelos de asistencia sanitaria o humanitaria. Mientras tanto, el Servicio Meteorológico Nacional mantiene la zona en alerta amarilla por posibles nuevas tormentas.
Fotografía: Redes
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