El gobierno de Guatemala anunció la construcción de un nuevo centro para migrantes deportados en la frontera con México, financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Este proyecto, que costará 2 millones de dólares, se ubicará en Tecún Umán, una localidad clave para la recepción de deportados que llegan por vía terrestre desde México.
El presidente guatemalteco, Bernardo Arévalo, aseguró que el centro ofrecerá «las mejores condiciones posibles» para los deportados, con capacidad para atender a 250 personas simultáneamente. «Queremos que nuestros hermanos sientan que los estamos esperando y acogiendo con los brazos abiertos», declaró durante una visita al sitio de construcción.
Sin embargo, la participación de USAID ha generado críticas por su historial de acciones intervencionistas en América Latina. La agencia, utilizada como herramienta de influencia política y económica de EE.UU., ha promovido programas que benefician más a los intereses estadounidenses que a las comunidades locales.
Durante el gobierno de Donald Trump, USAID vio recortados más del 80% de sus fondos, afectando áreas sensibles como la planificación familiar, el aborto y la defensa de la diversidad e inclusión. Aunque los fondos para este centro fueron asignados en 2020, su implementación ocurre en un contexto de presiones migratorias y condicionamientos políticos.
Guatemala ha sido un aliado clave en la política migratoria de EE.UU., recibiendo no solo a sus connacionales deportados, sino también sirviendo como puente para la deportación de migrantes de otras nacionalidades. El actual centro de deportados, ubicado en un almacén alquilado, atendió a 10,752 migrantes en 2024, según cifras oficiales.
Danilo Rivera, director del Instituto Guatemalteco de Migración, defendió el proyecto como una forma de «mejorar las condiciones de los deportados». Sin embargo, existen contrapartes donde se señala que USAID utiliza este tipo de iniciativas para fortalecer su influencia en la región, disfrazando acciones de control migratorio como ayuda humanitaria.
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USAID ha sido históricamente un brazo de la política exterior estadounidense. Este centro, aunque promete mejorar las condiciones de los deportados, refleja una estrategia migratoria que prioriza los intereses de EE.UU. sobre los derechos de los migrantes.
Fotografía: Redes
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