Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública de México y condenado por narcotráfico, enfrenta condiciones de reclusión extremas en una prisión de alta seguridad en Estados Unidos. Tras ser sentenciado a 38 años de prisión, García Luna fue trasladado a la Unidad Especial de Albergue (SHU) en la prisión USP Lee, Virginia, donde permanece en aislamiento total. Su defensa ha denunciado que estas condiciones podrían violar sus derechos humanos, aunque organizaciones y expertos señalan que estas medidas son comunes para prisioneros de alto perfil.
La celda de García Luna, conocida como «El Hoyo», es una de las más rigurosas del sistema penitenciario estadounidense. Según sus abogados, Valeria A. Gotlib y César de Castro, el exsecretario vive en un espacio reducido, con mínima interacción humana y restricciones severas, como la prohibición de visitas familiares y llamadas telefónicas. Sin embargo, estas condiciones no son exclusivas de García Luna, sino que forman parte del protocolo para prisioneros considerados de alto riesgo.
Organizaciones como Human Rights Watch y la ACLU han criticado el uso de las SHU, comparándolas con formas de tortura. Estas unidades, diseñadas para segregar a prisioneros considerados disruptivos o peligrosos, limitan al máximo las actividades recreativas y la comunicación con el exterior. «El Hoyo es una prisión dentro de otra prisión», explica el periodista Arturo Ángel, quien destaca que estas medidas son aplicadas a quienes han cometido violaciones graves dentro del sistema penitenciario.
La familia de García Luna ha confirmado que no han podido visitarlo debido a las restricciones del centro penitenciario. Cristina Pereyra, su esposa, declaró al diario Milenio que el exfuncionario está «totalmente incomunicado», lo que dificulta su proceso legal.
La defensa del exsecretario ha presentado una queja ante la Corte de Apelaciones del Segundo Circuito, argumentando que las condiciones de reclusión son injustas y violan los estándares internacionales de derechos humanos. No obstante, estas medidas son parte de las consecuencias de ser condenado por delitos graves, como los relacionados con el narcotráfico.
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García Luna permanece en una celda de 1.8 a 2.7 metros de ancho, con acceso limitado a luz natural y apenas una hora diaria de recreación. «El Hoyo es una de las experiencias más duras que ofrece la Oficina Federal de Prisiones«, afirma el Criminal Center, un despacho especializado en litigio penal.
Fotografía: Redes
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