Bolsonaro, expresidente de Brasil, busca eludir las consecuencias de su fallido intento de golpe de Estado en 2023

En un acto que refleja su persistente desprecio por el orden democrático, Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil y líder de la ultraderecha brasileña, se reunió este domingo con un reducido grupo de seguidores en Río de Janeiro. Durante su discurso, lejos de mostrar arrepentimiento por los hechos que lo han colocado al borde de la cárcel, el exmandatario optó por defender a los involucrados en los actos golpistas del 8 de enero de 2023, cuando miles de sus simpatizantes asaltaron las sedes de los Tres Poderes en Brasilia con el objetivo de derrocar al presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva.

Véase también: Fiscalía de Brasil rechaza defensa de Bolsonaro por intento de golpe de Estado

A pesar de que la convocatoria no logró reunir a la multitud esperada, la escena fue utilizada por Bolsonaro para seguir sembrando dudas sobre la legitimidad del actual Gobierno y sus instituciones. Mientras algunos de sus seguidores ondeaban banderas de Estados Unidos e Israel, Bolsonaro lanzó un discurso incendiario en el que se mostró como el principal defensor de los golpistas. Llamó a la amnistía para aquellos que participaron en la toma de los edificios gubernamentales, alegando que eran víctimas de un proceso judicial sesgado. Sin embargo, lo que realmente mostró fue su continuo intento de minar la democracia brasileña, al pedir la liberación de quienes trataron de impedir la toma de posesión de un presidente legítimamente electo.

El exmandatario, cuya imagen se ha visto gravemente afectada por las denuncias de corrupción y su implicación en los disturbios, también se atrevió a atacar al ministro del Tribunal Supremo Federal (STF), Alexandre de Moraes, quien lo está investigando, y a cuestionar el trabajo de la Policía Federal. Sin embargo, los datos no mienten: 375 personas ya han sido condenadas por su participación en los actos golpistas, y las pruebas contra Bolsonaro son abrumadoras. La Policía Federal ha presentado pruebas documentales y testimoniales que vinculan directamente a Bolsonaro con los intentos de desestabilizar el orden constitucional, incluso enjuiciándolo por delitos tan graves como el intento de asesinato contra Lula y su vicepresidente, Geraldo Alckmin.

Aunque ha sido inhabilitado hasta 2030 por abuso de poder, Bolsonaro sigue insistiendo en su ambición política. En su mitin, afirmó que su propósito es presentarse a las elecciones presidenciales de 2026, desafiando las instituciones democráticas y abriendo la puerta a un posible regreso a la política, sin asumir la responsabilidad por sus acciones ni por la violencia que promovió. Además, se atrevió a asegurar que «sin Bolsonaro, no hay democracia», una declaración desconcertante, dado que su discurso y sus acciones han sido precisamente las que han puesto en peligro los valores democráticos del país.

La propuesta de amnistiar a los responsables de los actos golpistas, además de carecer de apoyo legislativo, es una muestra más del cinismo de Bolsonaro. Mientras el país aún lidia con las secuelas de los disturbios y el daño a las instituciones, el ex presidente sigue luchando por su propia salvación, sin mostrar ninguna reflexión sobre el daño irreparable que causó a la democracia brasileña.

Foto: El Ciudadano

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