Las elecciones presidenciales del presente año están determinando gran parte de la agenda política y exigen un posicionamiento editorial. Si bien las elecciones no resuelven los problemas, permiten expresar las contradicciones de una sociedad.
Estas elecciones se realizarán a 6 años de iniciada la Revuelta Popular y luego de dos procesos de cambio constitucional frustrados. Si en el primer ciclo político abierto por la Revuelta Popular hubo un protagonismo de las fuerzas populares y progresistas, después del plebiscito de salida del 4 de septiembre de 2022 el protagonismo ha estado en los sectores más reaccionarios de la derecha. El fascismo suele surgir después de una revolución fracasada.
El plebiscito del 17 de diciembre de 2023 en el cual salió derrotada la opción “En Contra” del borrador elaborado en el segundo proceso constitucional y las elecciones municipales de 2024 han significado una desaceleración de ese proceso de crecimiento de la derecha, sin embargo, es indudable el espacio que han ganado en el debate público y también en términos orgánicos, con los resultados de las elecciones de COREs y concejales.
En este año 2025 nos encontramos con una derecha al alza, pero fragmentada; una socialdemocracia o sectores “progresistas” subordinados a los discursos de la derecha en materias de crecimiento y seguridad; y fuerzas de izquierda consecuentes, pero con baja incidencia en el debate público. Todas estas fuerzas, en mayor o menor medida, se pueden identificar con ciertas candidaturas presidenciales.
En la derecha existe una “ultraderecha” neoliberal y autoritaria, cuya versión más pinochetista es la de Johannes Kaiser, quien legalizó el Partido Nacional Libertario, identificándose a nivel internacional con Javier Milei y Donald Trump. En el mismo sector político, pero con una mayor trayectoria, se encuentra José Antonio Kast, quien enfrenta su tercera candidatura presidencial por el Partido Republicano. Estas dos candidaturas representan a un mismo sector político, aunque Kaiser viene al alza mientras que Kast disminuye sus niveles de apoyo. Hasta el momento ambos han manifestado su voluntad de llegar a primera vuelta, aun cuando aquello signifique la división de un electorado y el allanamiento del camino a Evelyn Matthei.
Como apéndice de las fuerzas de ultraderecha está el Partido Social Cristiano (PSC), quienes probablemente apoyen a la candidatura de Kaiser o de Kast, aunque también puede ser que lleguen a primera vuelta. El principal abanderado de este sector sería el Senador Rojo Edwards, quien no es un buen representante de candidaturas populares y evangélicas propias del PSC. Es probable que estos sectores de la derecha tengan una sola lista parlamentaria.
En la misma derecha, pero con un discurso populista por fuera del clivaje entre izquierda y derecha se encuentra el Partido de la Gente, quienes insistirán en llevar como candidato a Franco Parisi. Para tener una primaria también afiliaron al “Dr. File”, quien estaría dispuesto a competirle a Parisi. La bancada parlamentaria de este partido ha desaparecido, luego que todos los diputados electos por este partido renunciaran a la colectividad por distintos tipos de problemas con su dirección.
En la derecha tradicional la candidatura de Evelyn Matthei se ha ido consolidando como la más importante a nivel nacional. Ya cuenta con el apoyo oficial de RN, la UDI y Evopoli, manteniéndose en todas las encuestas como primera preferencia. Esta ubicación en la pole position puede que no sea definitiva, teniendo como gran amenaza el crecimiento de Kaiser y los errores no forzados de la propia candidata. Como un apéndice de este sector se encuentran Amarillos por Chile y el Partido Demócratas, quienes proclamaron a Ximena Rincón como candidata presidencial.
Entre la derecha tradicional y la ultraderecha no existen muchas diferencias. Comparten un ADN pinochetista, han fortalecido un discurso autoritario y reaccionario cuyos principales elementos son iniciativas populistas en materia de seguridad e iniciativas irrealizables en materia de migración, encontrando su principal tensión en su relación con la comunidad venezolana, a quienes quieren expulsar del país, pero al mismo tiempo solicitan su voto. Evelyn Matthei, quien podría proyectarse como una candidatura “menos de derecha”, ha debido radicalizar su discurso para no perder votos por la derecha. La derecha populista sólo se diferencia en su origen no pinochetista, pero ha tenido el mismo desarrollo discursivo y programático.
En el oficialismo, luego de la negativa de Michelle Bachelet a una tercera candidatura, aún no existen claridades sobre el diseño electoral presidencial. La principal carta hasta el momento es Carolina Tohá, quien cuenta con el apoyo del PPD, supuestamente del Presidente Boric y del núcleo histórico de la Concertación. En el Partido Socialista aún hay reticencias a apoyarla y sigue en búsqueda de una candidatura propia.
En el caso del Frente Amplio, luego de la negativa de Tomás Vodanovic, la carta con mejor proyección era el diputado Gonzalo Winter, pero también habría declinado la candidatura. En cuanto al Partido Comunista, aún con los intentos de los sectores más de izquierda por levantar a Daniel Jadue, la carta presidencial será Jeannette Jara, ex Ministra del Trabajo. La ley anti-díscolos hace imposible que Daniel Jadue compita como independiente. Ambos partidos patearon la decisión para definir una candidatura.
En un segundo plano, entran las candidaturas a las cuales no se les ve mayores proyecciones en una primaria oficialista como podrían ser Vlado Mirosevic por el Partido Liberal, Jaime Mulet por la FRVS, Alberto Undurraga por la Democracia Cristiana y alguna candidatura del Partido Radical. El principal interés de estas candidaturas es permitir mejores negociaciones en las elecciones parlamentarias. Por un carril separado corre Marco Enríquez Ominami, quien iría como independiente en su quinta candidatura presidencial.
La principal disputa sobre el diseño presidencial se está dando sobre la existencia de una sola primaria presidencial del oficialismo o una división entre una primaria de izquierda y una de centro-izquierda. Este último diseño emularía la probable división que existiría en las elecciones parlamentarias donde iría una lista de los “partidos grandes” (FA-PC-PS) y los “partidos chicos” (radicales, FRVS, liberales, Acción Humanista, PPD y eventualmente hasta la DC).
En el sector autónomo al gobierno por “izquierda”, donde se encuentran las fuerzas políticas que en el último pacto compitieron por el Pacto de Izquierda Ecologista Popular y el Pacto Ecologistas y Animalistas, también están sonando nombres como el de Cristián Cuevas (Partido Popular), Catalina Valenzuela (PH), Luis Mariano Rendón (activista ambientalista) y Luis Mesina (vocero de la Coordinadora No+AFP).
En éste mismo flanco destaca la candidatura del profesor, Eduardo Artés (PC-AP) quien en su tercera apuesta presidencial, comienza con un mejor pie de acuerdo a las primeras encuestas en relación a su desempeño anterior.
Con mayor proyección e independencia de este sector también se han levantado voces apoyando al Gobernador de Valparaíso, Rodrigo Mundaca y a la Senadora Fabiola Campillai. Estas últimas candidaturas serían aquellas con mayor capacidad de convocatoria y potencial electoral, pues ambos han sido probados en elecciones obteniendo decenas de miles de votos. Este sector no tiene un partido legal con las firmas necesarias para convocar a una primaria legal, por lo cual el único formato viable es la recolección de más de 38 mil firmas como candidatura independiente, para lo cual será necesaria una deliberación y definición mecanismos democráticos que permitan concentrar esta fuerza popular en una sola candidatura por la izquierda del gobierno.
Este último sector es el único que ofrece un programa de transformaciones para Chile, las cuales siguen vigentes aún cuando las elites quieran cerrar el periodo político abierto por la Revuelta Popular, levantando estatuas para Sebastián Piñera, mientras olvidan a las miles de personas cuyos derechos humanos fueron violados y que aún no obtienen justicia.
El programa de este sector debe tener como norte poner fin a las desigualdades que azotan nuestro país, avanzando en garantizar derechos sociales para lo cual se requiere aumentar la recaudación tributaria y los que tienen más – sobre todo las grandes empresas – deberán pagar más. Asimismo, la apropiación de la renta minera puede ser una buena opción para financiar todo aquello que deba ser financiado. Por lo demás, sobre la crisis de seguridad, no debe ceder a los cantos de sirena del populismo penal, cuyas únicas propuestas son en torno a mayores penas, más cárceles y más policías, medidas que han demostrado no ser efectivas para combatir el crimen organizado.
Nuestro llamado es las organizaciones sociales, políticas y ciudadanía en su conjunto, quienes creen que la Revuelta Popular fue una manifestación legítima y ejercicio de la soberanía popular, a que se pongan de acuerdo para levantar una candidatura presidencial con un programa que represente a las mayorías sociales y pueda poner sobre la mesa los temas urgentes y demandas históricas que se han intentado esconder bajo la alfombra, para así disputar con unidad la próxima elección presidencial del país.
El Ciudadano