Por Francisco Solar
Las acciones por las que ya asumí responsabilidad, por las que ya reivindiqué políticamente y por las que seré condenado, se enmarcan todas ellas dentro de la larga tradición histórica, específicamente anarquista, referida a devolver en primera persona y sin intermediarios los golpes de poderosos y represores.
Porque si algunos pensaban que sus políticas del terror, basadas en imposiciones y restricciones de todo tipo, así como también en oleadas represivas, donde incluso muchas veces pasaron por su propia legalidad, que tanto dicen defender y respetar, iban a pasar desapercibidas y no iban a encontrar respuestas, estaban muy equivocados.
Habemos muchos quienes sabemos esperar el momento adecuado para actuar. Quienes entendemos la memoria no como un baúl donde se depositan los recuerdos para contemplarlos y lamentarnos, sino como un motor que impulsa la acción vindicativa, como parte de nuestra práctica política permanente que se nutre de nuestra historia, con nuestros aciertos y desaciertos. Y fue ese ejercicio de memoria lo que sustentó las acciones individuales que realicé el año 2019 y 2020.
Acciones individuales que no contemplaron el consenso ni el acuerdo grupal, sino que fueron fruto del análisis, de la decisión y de la voluntad personal. Acciones que por lo demás formaron parte y sin duda fortalecieron la guerrilla urbana anarquista, que no desaparece a pesar de los constantes golpes represivos, demostrando en los hechos la viabilidad y la efectividad de las relaciones informales orientadas a la acción revolucionaria, demostrando también que no hace falta de una gran estructura organizacional para las acciones contundentes.
En este sentido, es importante señalar que las grandes organizaciones rígidas y estables pronto se transforman en un fin en sí mismas, es decir, se organizan para fortalecer a la organización misma, a diferencia de las organizaciones informales que sustentan sus relaciones en el ataque, otorgándoles ese dinamismo que impide anquilosamientos y la aparición de lógicas burocráticas.
Las acciones, junto con ser golpes directos a representantes y símbolos del poder, y junto con demostrar que es posible realizar dichos ataques, constituyen un medio para la propagación de ideas y mensajes, mensajes de rebeldía y libertad, que serán recibidos y puestos en práctica por quien así lo desee, mensajes que sólo asociado a estas acciones constituyen el verdadero peligro para el orden impuesto.
Y hablo de orden impuesto porque en esta sociedad no existe un contrato social donde las personas hayan delegado su libertad al Estado en pos de bienestar y seguridad, tratamiento que por cierto sienta las bases de la construcción de los Estados modernos, sino que, por el contrario, el Estado se funda en el despojo histórico de las libertades de los individuos, sometiéndolos y restringiéndolos en cada vez más aspectos de sus vidas, lo que va fortaleciendo y perpetuando el dominio estatal.
El Estado ya no es sólo la institución, sino que se encuentra en cada una de nuestras relaciones, complejizando y extendiendo aún más el dominio estatal. Por lo tanto, acciones contra el Estado no sólo están justificadas, sino que son completamente necesarias.
Y claro, démosle la oportunidad a la palabra, como lo dijo el señor fiscal en su alegato de clausura, pero la palabra ligada a la acción revolucionaria. Porque la palabra que pretenda construir nuevas relaciones alejadas de toda autoridad debe necesariamente ir de la mano de la acción revolucionaria.
Es innegable el crecimiento y la proliferación de los grupos anárquicos en los últimos tiempos, llevando a que discursos y prácticas antiautoritarias estén presentes en gran parte de las movilizaciones y revueltas de la actualidad. Entendiendo la anarquía como una tensión y no como un lugar de llegada, entendiéndola como una lucha permanente contra cada expresión de la autoridad y no como una sociedad perfecta o un paraíso terrenal, como muchos señalan, es que estas acciones violentas individuales son parte imprescindible en este camino de liberación.
Y quiero dejar en claro que en este camino, acciones como estas no son ni las primeras ni tampoco van a ser las últimas. Que, como señalé anteriormente, son parte de un continuo histórico que no va a desaparecer aunque se nos condene a décadas de encierro, incluso aunque se nos mate.
Siempre van a haber individuos y grupos de individuos que estén dispuestos a responder a la brutalidad del Estado y del capitalismo. Eso es inevitable. Por último, quiero aprovechar esta instancia para enviarles un saludo cómplice a los presos y presas anarquistas y subversivos que luchan en las cárceles de este país.
¡Viva la anarquía!
Por Francisco Solar
El Porteño, 11 de abril de 2025.
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