“Me dijo que no me pasaría nada”: Suprema confirma negligencia médica que dejó ciega a paciente con visión única

El fallo contra el médico y la clínica por negligencia, se produjo por una cirugía de cataratas que dejó completamente ciega a la paciente que solo veía por un ojo.

“Me dijo que no me pasaría nada”: Suprema confirma negligencia médica que dejó ciega a paciente con visión única

Autor: Leonardo Buitrago

La Corte Suprema confirmó que hubo negligencia médica en el caso de una paciente con visión única que quedó ciega tras una operación.

El máximo tribunal del país rechazó un recurso de casación y confirmó la sentencia que acogió una demanda de indemnización en contra de un oftalmólogo y una clínica por negligencia en una intervención quirúrgica de cataratas, lo que derivó en una infección que causó la pérdida de visión para la paciente.

En su sentencia, la Primera Sala de la Suprema -integrada por el ministro Arturo Prado, las ministras María Cristina Gajardo, María Soledad Melo y los abogados (i) Raúl Fuentes y Carlos Urquieta- consideró que el recurso no puede prosperar por ir contra hechos establecidos por los jueces del fondo.

Negligencia médica en paciente con visión única

De acuerdo con los antecedentes, J.C.C.D. y sus esposo S.A.O.Y. interpusieron una demanda de indemnización de perjuicios en contra del médico H.E.L.S. y del Instituto de Prevención de la Ceguera o Asociación Nacional de Prevención de la ceguera.

La paciente que presentaba visión única, ya que solo podía ver por su ojo derecho, ya que en el izquierdo tenía una opacidad en el cristalino, denominada habitualmente como cataratas.

Como sentía molestias en su ojo derecho, temiendo una nueva catarata, acudió a fundación Los Andes. donde le indicaron que no tenía catarata en su ojo derecho, por lo que debían operarla en el izquierdo, retirar la cada catarata e implantar un lente intraocular y en el derecho a no hacer nada. Sin embargo, no pudo ser atendida en dicha fundación y se dirigió al Instituto de Prevención de la Ceguera , donde fue atendida por el médico demandado, quien tras examinarla le diagnóstico catarata en el ojo izquierdo e inicio de catarata en el ojo derecho; insistiendo que era necesario operar ambos ojos y señalando que primero se intervendría el ojo izquierdo y posteriormente operaría el derecho.

De acuerdo con el relato de , la operación se programó para el miércoles 23 de mayo de 2012 y el doctor le informó que no había llegado el lente del ojo izquierdo y que como tenía pedido en el pabellón comenzaría por la operación del ojo derecho, asegurándole que no le pasaría nada,

En horas de la madrugada, mientras la paciente hacía el postoperatorio en su casa, comenzó a sentir un leve dolor, pero en la mañana el ojo operado estaba hinchado y con mucho dolor, por eso asistió a control y el doctor demandado atribuyó la situación al trauma postoperatorio le indicó que se aplicara unas gotas

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Ese mismo día le indicó que se ausentaría de Santiago y que sería atendida por un colega. El viernes 22 de mayo de 2012, la situación empeoró y el dolor era insoportable, por lo que concurrió a un control con otro médico del instituto ante la ausencia del médico que la operó. Dicho doctor, la revisó, llamó a otros cuatro colegas y corroboraron infección viral, indicándole que la situación era de suma gravedad prescribiéndole un antibiótico y otras gotas cada.

Ese mismo día el doctor demandado alertado por sus colegas llamó por teléfono a su hogar para saber su estad, pero desautorizó a sus propios colegas y mantuvo su diagnóstico de inflamación citándola para el día siguiente a control, donde insistió en que presentaba inflamación postoperatorio y la citó para el lunes.

De acuerdo con los antecedentes, J.C.C.D. presentó vómitos el domingo y el lunes se desmayó en la consulta del doctor. Sin embargo éste le indicó dos días más de observación, ante lo cual su esposo decidió llevarla a oftalmología del Hospital Salvador, donde fue ingresada ese mismo día, siendo atendida por el jefe del Departamento de Retina del hospital, quien la examinó y ratificó el diagnóstico de endofalmitis severa.

Acto seguido, J.C.C.D. le envió inmediatamente al doctor que la había operado, quien le señaló que eso no se trata en el Instituto de Prevención de la Ceguera y que había que llevarla a otro centro de atención médica, sugiriendo la clínica Tabancura porque tendría convenio con el instituto.

Sin embargo, la paciente permaneció en el Hospital Salvador, donde fue ingresada en la unidad de trauma ocular con diagnóstico de endofalmitis severa y la intervinieron inmediatamente, ya que tenía cero presión ocular pus al interior del ojo, fiebre alta y se encontraba en una situación realmente crítica.

Sufrimiento por pérdida de la visión

La intervención a la que fue sometida se denominada vitrectomía, a través de la cual se le retiró toda la infección, pero lamentablemente la operación se produjo de forma tardía. Todo ello a consecuencia de la indolencia del doctor demandado, quien aparte de realizar una intervención que provocó una grave infección por su negligente uso de material, la falta de condiciones de higiene y su insistencia en un diagnóstico errado mientras la infección avanzaba inexorablemente, provocando daños irreparables en el ojo de la paciente.

Esta situación provocó la irreversible pérdida de visión total de ella, en su ojo izquierdo, el único por el cual se valía hasta el momento, lo cual revela una gran negligencia por parte del médico que la tenía a su cuidado y en definitiva del instituto .

«Todo esto produjo trastornos en la vida tanto de la paciente como de su esposo, quien además del lógico y enorme sufrimiento que esta situación le impuso al ver a su cónyuge sin visión e imposibilitada de ser autónoma debió enfrentar un gran trastorno de vida, pues desde ese momento pasó a ser el principal apoyo de su cónyuge en todos los aspectos de su vida, debiendo estar presente en sus en las labores que hacía y que antes ejecutaba sola como vestirse, servirse comida o simplemente desplazarse por su casa», indica el fallo.

Asimismo, señala que J.C.C.D, quien contaba con visión y era autovalente, desempeñándose hasta ese
momento, en forma independiente como podóloga, «pasó a una realidad de ceguera, en la que ahora es dependiente de otras personas, sumándose a ello el sufrimiento por haber perdido la visión».


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