Encuentra al asesino de su hijo tras 7 años de búsqueda

Convencida de que la Policía no iba a avanzar en la investigación por el asesinato de su hijo, Nélida Sérpico comenzó una incansable búsqueda hasta encontrar al asesino. Con el "identikit" del sospechoso oculto en su mano, Sérpico recorrió mil veces la peligrosa Villa 1-11-14 y el barrio Rivadavia de Bajo Flores.

Encuentra al asesino de su hijo tras 7 años de búsqueda

Autor: CVN
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La última vez que llegó hasta allí, el 5 de abril, creyó ver a Facundo Caimo en el mismo pasillo donde mataron a su hijo, y no se equivocó. Cuando lo ubicó, avisó a la Policía, pero le pidieron que «llamara nuevamente en unos minutos».

Emocionada, apenas terminó de escuchar la sentencia, Nélida Sérpico (57), la madre que durante siete años caminó los pasillos del barrio Rivadavia I de Bajo Flores, Buenos Aires, para buscar al asesino de su hijo, abrazó a la fiscal Mónica Cuñarro y le dijo: «Gracias. Acabo de parir una vez más. Ahora sí mi hijo va a poder descansar en paz». La fiscal no pudo contener las lágrimas.

«Era la sentencia que esperaba, se hizo justicia», sostuvo entre llantos Sérpico. El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 1 porteño, integrado por los jueces Martín Vázquez Acuña, Alberto Huarte Petite y Luis Salas, acababa de leer la sentencia de 15 años de prisión para Facundo Caimo, por haberlo encontrado culpable del homicidio de Octavio Gómez, de 16 años.

El hijo de Sérpico fue asesinado en la madrugada del 22 de diciembre de 2005. Caimo, de 24 años, estuvo prófugo 8 años. La madre de la víctima dijo que encontró al sospechoso después de caminar largo tiempo y camuflada por los pasillos de zonas marginales del Bajo Flores.

En tanto, voceros de la Policía Federal dijeron que la detención de Caimo la realizaron policías de la comisaría 38ª el 7 de mayo de 2013, luego de ser identificado cuando transitaba en el barrio Rivadavia I y fue puesto a disposición del Juzgado Nacional de Menores N° 7, que convalidó la captura.

«Anoche tuve un sueño, en el que mi hijo me decía que me quedara tranquila, que me iba a dejar por un tiempo, pero que quería que fuera la madre contenta que era siempre», sostuvo, emocionada, Sérpico.

El TOC N° 1 condenó a Caimo al encontrarlo culpable de homicidio simple en concurso con homicidio simple en grado de tentativa. El segundo delito en perjuicio de otro joven, solo identificado como Patrick, herido en el mismo hecho en que mataron a Gómez.

«Fue muy emocionante. Después de escuchar la sentencia, abracé a Sérpico y ella me agradeció el trabajo hecho», dijo Cuñarro, que durante sus alegatos había pedido la pena de 15 años. Antes de conocerse el veredicto, el acusado dijo sus últimas palabras: «Soy inocente, tengo dos hijos».

Sobre el caso, la representante del Ministerio Público fue muy dura con el trabajo de la Policía Federal: «Como fiscal no puedo dejar de destacar la deficiente labor policial hecha durante la investigación y el pobre aporte en el debate, porque los uniformados que declararon sólo decían `no recuerdo`, `no sé nada`. Me hicieron acordar a Don Corleone, en la película ElPadrino, cuando afirmó: `Quien es sordo, ciego y mudo vive 100 años». Para Cuñarro no hay dudas de que si Sérpico no hubiera arriesgado su vida en busca del acusado prófugo nunca se hubiera llegado a un juicio.

En sus alegatos, hechos antes de la última feria judicial, Cuñarro destacó un informe realizado por el Programa de Acceso Comunitario a la Justicia de la Procuración General de la Nación y otro trabajo hecho por la Dirección General de Asistencia a la Víctima del gobierno porteño.

«Este Ministerio Público Fiscal no puede dejar de encuadrar este hecho dentro de un marco penal que está desde 1999 y que se profundizó durante 2005 y 2006, de un relevamiento de más de 20 causas que se investigaban en los tribunales de instrucción y federal, se determinó la existencia de graves hechos criminales, luego de la conocida como «Masacre del Bajo Flores», los que se desarrollan en las jurisdicciones que corresponden a las comisarías 34ª, 36ª, y 38ª, correspondientes a los barrios 1-11-14, Barrio Rivadavia I y II, y se ha extendido a otras zonas de la ciudad de Buenos Aires -como Palermo, Once, Boedo y Almagro- con un resultado fatal que ya llevaba en ese entonces más de 15 muertos y más de diez heridos», sostuvo la fiscal en su alegato.

«Pedía a mi hijo que me hiciera invisible»

Cuando estaba internado, herido de bala, Octavio Gómez le contó a su mamá, Nélida Sérpico, quién había sido el autor de los disparos. También lo había dicho en el trayecto al hospital y quedó plasmado en la denuncia formal: acusó a Facundo Caimo, vecino suyo en el Barrio Rivadavia I. La Justicia logró determinar que Caimo junto a un grupo de entre 8 y 10 personas, que integraban la banda «Los Quebrados», abordaron a Octavio y sus amigos que, mientras intentaban escapar, les dispararon. «Cuando lo empecé a buscar, sabía que al sospechoso le gustaba andar en motos de alta cilindrada y que usaba zapatillas del mismo color que las motos que manejaba. Caminé los pasillos sin compañía. Sólo me encomendaba a mi hijo Octavio y le pedía que me hiciera invisible para que nadie me descubriera», afirmó Sérpico, madre de la víctima.

Gabriel Di Nicola/ ElPaís


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