Anoche me dormí tarde y me desperté temprano. Entre lo uno y lo otro vi que habían puesto una bomba al lado de la primera comisaría de Santiago y también al lado de la comisaría de El Bosque. Luego en la mañana robaron algo así como 4 Mil millones de pesos a un camión de Brinks, o quizá fueron más millones, no sé aún, y a eso de las 8 de la mañana hubo un aviso de bomba en el metro de Maipú. Además ayer mismo otro camión de Brinks dejó caer 200 millones en Rancagua y un caballero los fue a devolver. Un ejemplo él. No se rían.
Resumen: muchas bombas, muchos operativos de carabineros, mucho paco corriendo de un lado a otro, y mucho notero tratando de darle el palo al gato con la noticia del día. En definitiva, una joda que parecía chiste y yo, que bebí café y no me despegué de la radio y la tele y el twitter, entre que me reía y no me reía porque, a pesar de lo terrible que es una bomba y de lo holiwoodense que es un robo al que en CNN llaman “Robo del siglo”, pensé al tiro que tenía que escribir de esto y me puse feliz. Soy un buitre, lo siento. Me alegran los cagazos noticiosos.
Robo del siglo
Lo primero que se me vino a la cabeza cuando escuché Robo del siglo fue la imagen de Robert De Niro vestido de gangster y, junto a él, Joe Pescy con una escopeta y dos minas rubias. Luego pensé en que vivimos en Chile y me imaginé a dos locos en una camioneta apretando cueva por la panamericana. Pero no me llamó la atención porque, como sabemos, en este país estamos acostumbrados a denominar las cosas con un fanatismo enorme y, además, vestidos con la impostura que nos brindan los canales de televisión, es que vamos poniéndole color a todo lo que se mueve y suena a final de teleserie.
Para ser justos tenemos que decir que los noticiarios son sensacionalistas. Lo sabemos. Tú y yo estamos acostumbrados a escuchar y ver todos los días que las noticias son puestas en escena como si cada pequeña cosa fuera de una importancia mundial (excepto los movimientos sociales, las huelgas de hambre, los presos Mapuche o los sueldos bajos). Y partiendo de la base de que los periodistas son más alaracos que los gatos mojados, tenemos que un robo espectacular como el de hoy es y será siempre y cada vez que ocurra un “Gran robo del Siglo”. Pero detengámonos un segundo, hagamos memoria:
Hace unos años, el 2006, también ocurrió el Robo del Siglo y adivinen dónde. Si, claro, en el aeropuerto de Santiago, a la misma hora. Fue calcado, claro que no tuvo la seguidilla de bombazos previos y no tuvo twitter, pero fue casi lo mismo. Entonces, tal como le pasó a Hitler cuando no se enteró que Napoleón las cagó metiéndose en Rusia, los operarios de la empresa Brinks volvieron a realizar las maniobras de sacar o poner plata a esa hora en que los guardias tienen sueño y, justamente, en un espacio estratégicamente idóneo para asaltos de esa envergadura. En esa oportunidad se robaron menos plata, algo así como 900 millones (una bicoca) que, comparado con los 4mil millones de hoy, parecen una cosa poca.
Dos pensamientos inmediatos:
1.- chucha que hay plata en un camión de Brinks!
2.- y qué haces con toda esa plata luego de salir corriendo?
Me imagino que tú, como yo, pensaste en las cosas que comprarías con tanto millón y, luego, pensaste en que estar preso por robar plata debe ser aún más triste que andar en metro y de plano preferiste tu vida, pobre y sin escenas de hollywood, antes que pegarse un canazo de proporciones bíblicas. Aunque uno siempre cree que con esa plata sería feliz y viviría cómodamente en un pueblito chico de un país sin extradición.
Estoy divagando. Pasemos al siguiente punto.
Los Bombazos del Siglo
Desde hace un tiempo que venimos sabiendo que en Santiago hay bombazos. Yo me declaro del tipo de personas que siempre dice cosas como “seguro son los pacos los que ponen las bombas” o “Hinzpeter desde su anonimato debe estar urdiendo un plan macabro para enjuiciar mapuches”. Sin embargo hay que ser objetivos y debo decir, solemnemente, que “me parece terrible que ocurran este tipo de acontecimientos” (esta es la línea en que me libero de la posibilidad de que Hinzpeter lea esto y me mande a cagar). El caso es que de tanta bomba y tanto ejercicio de enlace uno se acuerda del tiempo de Pinochet cuando ponían bombas en los postes y las mamás decían cosas como “No recojas objetos del suelo porque explotan!!” -nuevamente dejo mal a mi familia-. Pero el asunto es que, hasta el momento, lo de las bombas parece más el cuento del tío que una plataforma discursiva de la izquierda. Es decir. Parece tongo.
No quiero ni siquiera dar la impresión de que estoy de acuerdo con los bombazos, eso no, pero sí quiero decir que me parece que lo de las bombas ya se está convirtiendo en Bullying o en Tendencia de juego, ya que de cada 10 avisos de bomba 6 son bolsas o cajas o envoltorios que no explotan. No sé si a partir de eso podemos empezar con una paranoia social que desencadene un tipo de sociedad en la que a cada vieja que vaya de camino a casa con una encomienda en la mano la van a registrar y procesar por si las moscas. Me explico? Imagínense a la señora que va con dos kilos de longanizas de camino al terminal y la agarra un grupo del GOPE y la encañona, aparece el Fiscal Peña dando saltos y la meten presa hasta comprobar que las longanizas no son subversivas.
Por eso no me atrevería a tildar de “tiempos violentos” a esta década en que vivimos y siento que, a pesar de que al Mega le sirve más un televidente asustado que uno feliz, debemos comprender que los bombazos a veces responden a que hay gente que tiene ideas locas y agarra el celular y se las da de chistoso. O quizá es que hay pelotudos que olvidan un bolso en alguna parte y una vieja grita Ay Dios Mío y queda la cagá. Insisto, no justifico el uso de la violencia, sin embargo creo que darle tanta tele a las bombas de ruido y a las mochilas olvidadas es como dirigir la mirada del público hacia una debacle que no es para tanto.
Los pacos más perdidos del siglo
Ni siquiera sé si se le puede decir Paco a un Paco. Lo que sé es que luego del BuenosDiasBuenasTardes la gente ha aprendido a reirse un poco de las fuerzas de orden público y bienvenido que nos ríamos. Peor sería tenerles miedo, como ocurría hasta hace un tiempo.
A mí en lo personal los carabineros de la nación no me caen mal, o al menos no todos. Los de Fuerzas Especiales, sobre todo en las marchas, me caen pésimo. Porque yo veo de primera línea como abusan de su fuerza y golpean por debajo a la prensa (duele) y picanean a la gente para que los toquen y así puedan acusar agresión. En cambio no me caen mal los carabineros de a pie, esos que están afuera de la moneda o en los ministerios, a pesar de que nunca saben dar bien una dirección. Y tratando de ser bien neutral quiero decir que, de un tiempo a esta parte, me da pena cada vez que veo que los tienen pal hueveo (disculpen la expresión) con las llamadas telefónicas, las pitanzas y las bombas a mitad de la noche.
No puedo negar que se me pasó por la cabeza llamar a los pacos, dejar una foto de una mina en pelotas en un cajero automático y dar un aviso de “Bomba 4”, pero mi mujer me dijo que “eso es feo, eso no se hace Arturo culiao” y yo le dije que estaba bromeando.
La cuestión es que si lo pensamos bien, y más allá de todos los análisis fomes que podemos hacer al respecto, el hecho de llamar a los pacos para dar avisos de bomba falsos tiene dos consecuencias que me parecen atroces. La primera es que los pobres pacos pierden tiempo yendo de bomba en bomba y con eso más se enojan, más se aburren y más gastan plata. Por otro lado me imagino que para poder eliminar esta fea costumbre van a poner leyes más duras en contra de los que pongan cajas de zapato en las escaleras de algún ministerio y, por ende, vamos a terminar aplicando la maldita Ley Antiterrorista sobre todo el mundo. Los primeros van a ser los comuneros de la Araucanía a quienes hace rato les ponen la Ley por cada cosa que hacen. Los segundos van a ser todos aquellos “Anarquistas” que, para el gobierno, dan pauta para montajes y juicios abreviados. Por esto es que llamo a que no pongan más bombas pelotudas y, menos aún, sigan llamando por teléfono a los pobres pacos porque más terrible que un carabinero enojado es un carabinero muy enojado.
Cierro
No sé en qué irá lo del robo al camión de Brinks. No sé tampoco si tuvo algo que ver lo de los bombazos de esta madrugada, es decir, si fue parte del operativo del robo o simplemente fue un cuevazo de los asaltantes. Sólo sé que alguien está contando billetes mientras yo escribo esto y sé también que un carabinero (ex-paco) debe estar puteando a medio mundo porque anoche no pudo dormir y, más encima, desactivó dos bombas, dos cajas de zapatos y tres kilos de longaniza.
Hasta mañana. Aguante los que luchan. Dile NO a la concesión del Hospital Salvador. Viva Chile y di #YOleoELciudadano
en twitter: @arturoledezma