– ¿Qué opinas respecto de la nueva división de distritos?
El problema es que la reforma se ha presentado como un proyecto que mejora la proporcionalidad y la inclusividad de otros sectores políticos, distintos del duopolio.
Cuando se aumenta el N° de candidatos a elegir en cada distrito, efectivamente se mejora la proporcionalidad y también la inclusividad. El proyecto contempla varios distritos con elección de 8 diputados y eso teóricamente permitiría elegir con una votación cercana al 10%.
El problema es que simultáneamente se aumenta notoriamente el tamaño de los distritos, y ahí es donde está la trampa, pues se hizo con pinzas y calculadora. Al aumentar el tamaño de los distritos se encarecen fuertemente los costos de las campañas y eso favorece a las grandes coaliciones quiénes son las que reciben apoyos de los grupos empresariales. Es decir, lo que mejora el mayor número de diputados electos por distrito, será neutralizado con el aumento excesivo en el tamaño de tales distritos.
En síntesis, el proyecto mejora sustancialmente la proporcionalidad al interior del duopolio pero no en cuanto a terceras fuerzas.
– El aumento de los escaños parlamentarios supone un mayor costo y se ha planteado una discusión en torno a eso, ¿qué podrías decir al respecto?
Cuando se está hablando de mejorar y optimizar la democracia, el dinero es algo que debería ser secundario. Invertir en mejorar la calidad de la democracia está muy bien. Dicho eso, si la derecha quiere disminuir el costo del legislativo, entonces es bastante simple. Nuestra propuesta es que se elimine el Senado. En más de cien países del mundo y en distintas democracias occidentales, de América Latina o de Europea, existe el modelo Unicameral, con el sistema de un sólo Congreso. En Chile arrastramos un modelo de los tiempos de la aristocracia, que buscaba resguardar sus privilegios en una Cámara Alta, dejando para el pueblo a la Cámara de Diputados o la cámara de los comunes. Si la Constitución en Chile dice que somos todos iguales, entonces no se justifica que exista la presencia de un Senado. Y peor aún, las leyes en Chile se demoran 4, 8 y hasta 12 años en ser tramitadas, porque es un proceso burocrático muy largo entre la Cámara de Diputados y el Senado. Entonces, al dejar solamente una cámara sería mucho más efectiva la acción legislativa. Al hacer eso, estaríamos liberando a 55 senadores y esos recursos efectivamente los podríamos ahorrar y al menos con la mitad de ellos podríamos aumentar la cantidad de diputados, mejorando así la inclusividad y la proporcionalidad.
Por último, está la posibilidad de rebajar los sueldos de los parlamentarios, cuyo nivel de ingresos es escandalosamente uno de los más altos del mundo.
– Con el sistema planteado en la actualidad, ¿existe entonces un real avance en términos de proporcionalidad?
La proporcionalidad que avanza, avanza al interior del duopolio eliminando el empate forzado, que por más de 20 años hemos tenido, donde 66% es igual a 33%. El problema es que la proporcionalidad que mejora será en función a las dos grandes coaliciones, pero no a terceras, cuartas, ni quintas fuerzas. Para lo cual se requiere contar con distritos más pequeños y ojalá con la mayoría de ellos, eligiendo de 6 diputados para arriba. Es decir, este proyecto se ha presentado como un acuerdo que mejora la posibilidad de proporción, incorporando nuevas fuerzas al juego político, lo cual es ciertamente errado, puesto que se oculta la mejora de la proporcionalidad sólo entre la derecha y la Nueva Mayoría.
– Cuando Bachelet planteó la reforma, decía claramente que ésta sería proporcional e inclusiva, ¿qué pasa actualmente con este último elemento?
Ahí está el truco. A mi juicio esta es una reforma que avanza y que resuelve ciertos problemas que tiene el binominal, pero arregla la carga al interior del duopolio. Es como si fuera un tren, al cual se le agregan 10 nuevos vagones, 9 de los cuales se destinan a los mismos de siempre y el último, será disputado por el mismo duopolio y eventuales nuevas fuerzas.
En todo caso, y pese a lo pequeña de la mejora, me parece que los sectores extra duopolio deben aprovechar la diminuta rendija que se abre, para demostrar madurez, converger y conformar alianzas si es que se desea tener una mínima influencia política.
Claramente al aumentar el tamaño de los distritos, la política se hace más lejana. Hay una mayor distancia entre el candidato y la ciudadanía. Lo más importante es que la gente se sienta representada, que de alguna manera su candidato y futura autoridad sea cercana a él; que esté a disposición, cosa que en este minuto no se ve. Es muy difícil estar el contacto con ese candidato o con esa autoridad. Es decir, si en este minuto ya hay una lejanía entre la clase política dirigencial y la ciudadanía, teniendo distritos tan grandes ahora, eso va a tender a aumentar y, por tanto, a favorecer un proceso de mayor abstención y menor participación en política.
Link con el estudio completo de la Fundación Moebius
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