Los golpes aéreos, realizados por aviones FA-18 y aeronaves teledirigidas (drones), apoyaron las acciones de las fuerzas terrestres kurdas e iraquíes y provocaron fuertes bajas entre las unidades del Estado Islámico (EI).
El Pentágono inició los ataques en Iraq la semana pasada con el fin de detener la ofensiva de los insurgentes en el norte del país y proteger a decenas de miles de integrantes de la minoría religiosa Yazidi que huyeron de la zona.
Estados Unidos mantiene en Iraq cerca de un millar de militares, de ellos un número no especificado de asesores, 80 infantes de marina, así como unos 130 integrantes de las Fuerzas de Operaciones Especiales, entre otros.
Pero tras la renuncia del primer ministro Nouri al-Maliki medios de prensa aseguran que el presidente Barack Obama incrementará la ayuda al Gobierno de Bagdad lo que según señala hoy el diario Stars and Stripes significará la profundización del papel de Washington en un conflicto que Obama ha tratado de evitar.
El Pentágono planifica desde hace varias semanas esta rápida expansión, que incluirá nuevos envíos de armas y equipos así como de centenares de asesores para ayudar a las unidades iraquíes y kurdas a enfrentar el avance de los yihadistas, añade el periódico.
Entre los medios que enviará Washington están los misiles aire-superficie Hellfire capaces de destruir los vehículos blindados en manos de los insurgentes, así como armamento pesado y municiones.
La aviación militar estadounidense ha realizado más de dos docenas de ataques aéreos desde que Obama autorizó su realización, la mayoría para apoyar las acciones de unidades kurdas cerca de la ciudad de Erbil y las zonas montañosas de Sinjar.
Según estimados del Pentágono, los yihadistas iraquíes controlan varios campos petrolíferos y refinerías que pudieran darle acceso a más de 100 millones de dólares en ganancias anualmente.
Fuente: Prensa Latina