Valparaíso pasa a la ofensiva


Autor: Cristian

El puerto de Valparaíso ya no aguanta más. La aparente tranquilidad que se pone ante la vista del observador no es otra cosa que la calma que precede a la tormenta.


agua
Durante un buen tiempo el habitante que encadenó las calles de este puerto herido ha tenido que tragarse la indignación que le ha producido la licitación de los espacios e instalaciones de carga y descarga de barcos y la maquinización que ha arrojado a la cesantía y al mercado negro a miles de porteños. Léase bien: miles y no centenares. Hay faenas de carga y descarga donde los grupos de tres hombres aproximadamente en el muelle y otros tantos en la bodega del barco (siendo tres bodegas por buque) que acomodan los contenedores son reducidos aún más por los jefes de faena (debidamente estimulados por los patrones) debiendo correr de una bodega a otra en una sobreexplotación que excede todos los límites imaginables, mientras afuera hacen cola los parias con su carné de trabajadores portuarios entregado por la Armada que ya tiene más de 5 mil registrados, en tanto trabaja efectivamente apenas la cantidad de tres a cinco centenares. La masiva distribución de esos carnés sólo está sirviendo para dividir y mantener enfrentados a los portadores de la fuerza de trabajo.

Por otra parte se prepara la licitación del último espacio portuario, que de seguro será asumida por los mismos ganadores de las anteriores constituyéndose así en un férreo monopolio que ha sido ampliamente denunciado por los trabajadores.

La gran mentira del turismo es como una gota que cae de los vasos llenos, ya que la mayoría de los visitantes al descender del navío son embarcados en buses que los llevan al aeropuerto o directamente a Santiago sin permitirles tan siquiera la opción de permanecer un día o varios en la región, así las navieras y otras empresas responden más a los intereses de la capital que de la porteñidad.

En los consultorios de salud la insatisfacción crece en proporción geométrica. En las escuelas aumenta la violencia escolar acrecentada por la mala formación de los profesores, que salen de las universidades como insuficientes productos de una pésima maquinaria mercantil que hace de la educación un pingüe negocio caracterizado por su mala calidad y las fechorías de sus autoridades, que llevaron a los estudiantes de la Universidad de Valparaíso a paralizar totalmente las actividades y tomarse los planteles de educación superior. Los profesores de las escuelas son mal pagados y el estrés se multiplica resultando en mayores distancias y confrontación con los estudiantes.

La cultura sigue siendo el show callejero con lucidas y aparatosas comparsas de carnaval mientras los artistas que se concentran en el Parque Cultural Ex-cárcel se ven amenazados por las decisiones de las autoridades que pretenden introducir «mejoras» o «proyectos» sin considerar las opiniones de los protagonistas ni de la población.

Los edificios siguen creciendo en altura en diferentes lugares realizando el gran negocio inmobiliario que es la delicia de los concejales y demás autoridades con el pretexto de contratar alguna mano de obra con la que aspiran a neutralizar la rabia de la población que observa impotente como se levantan esos bloques de cemento delante de su vista, al tanto que la pavimentación de los cerros brilla por su ausencia. Los malls y grandes tiendas arrasan con varias construcciones históricas patrimonio de la ciudad y de la humanidad con la falacia de que conservan parte de la fachada. Autoridades entregaron teatros tradicionales a sus acólitos para instalar bases de apoyo haciendo tabla rasa de la belleza y tradición porteña de aquellos lugares.

De los cinco mil comerciantes afiliados a la Cámara de Comercio de Valparaíso, sólo unos pocos contados con los dedos no están endeudados, alcanzando la media de la deuda alrededor de 500 a 600 mil pesos por socio, parte de la cual esperan pagar con el ingreso de fin de año, para iniciar el siguiente con un fuerte déficit.

La tragedia de la calle Serrano, que destruyó parte importante del patrimonio y dejó en la calle alrededor de 80 comerciantes y decenas de vecinos del sector, no es más que el resultado del descanso de las autoridades y de las empresas que atienden servicios públicos como la electricidad y el gas. Los dientes apretados de la población de este puerto amado son el más claro indicador de la ira contenida.

Como si eso fuera poco, los índices de cesantía, lejos de mejorar, aumentan, siendo una de las regiones más golpeadas del país, saltando de uno a dos dígitos, en especial entre los que buscan trabajo por primera vez. Sin embargo estos indicadores son totalmente falsos, ya que es vox populi que el desempleo, la precariedad e inestabilidad del trabajo crecen a ojos vista. El mercado negro callejero aumenta día a día y oleadas de hombres y mujeres bajan desde los cerros ofreciendo a voz en cuello empanadas o algún otro producto casero que permita llevar algo más al hogar, mientras los vendedores ambulantes recogen sus prendas para correr ante la llegada de carabineros e inspectores. La inseguridad económica de la parte alta de los cerros, donde se concentra más de la mitad de la población, se transfiere hacia abajo en la forma de inseguridad y miedo del resto de la ciudad, que sufre el aumento del lanzazo incentivado por la desesperación a que se ha llegado. Las autoridades hacen la vista gorda, concientes de que ello crea barreras entre ambos sectores e impide la mirada e intercambios de comprensión y búsquedas de soluciones conjuntas desde la misma población. Los de arriba creen que los de abajo tienen más dinero, sin imaginar que aumenta la crisis de la clase media, y los del plan o parte baja de los cerros escapan de esos ataques desarrollando un odio y un abismo moral hacia los «picantes», que no sólo apenas consigue protegerlos en parte, sino que desarrolla el instinto de encapsularse en casa y aumentar las medidas de su propio encierro.

Hoy día asistimos, junto al mayor empobrecimiento y agresividad de los habitantes de las partes altas, un aumento notable de la insatisfacción de las clases medias, golpeadas duramente por la falta de oportunidades para los graduados universitarios, la cesantía de profesionales, la crisis de los comerciantes, el funcionalismo público que no ha quedado satisfecho después de las recientes movilizaciones, los artistas y profesionales de la cultura ya hastiados de tanto show y elitismo cultural, los profesores al borde de la histeria, los estudiantes inconformes con los resultados de las batallas de los pingüinos, etc.

Así la única solución posible parece ser por una parte el aumento y multiplicación de las más diversas formas de autogestión y emprendimientos productivos autónomos en la parte alta de los cerros para desarrollar una economía alternativa de sobrevivencia que genere redes de intercambio y de trueque, y por la otra parte el desarrollo en la mitad y áreas bajas de los cerros y en el plan de formas de acción comunitaria que permita a la gente agruparse y salir a ocupar las calles y demás espacios públicos de forma permanente.

Estas dos estrategias sociales permitirán que el/la porteño/a de los cerros no tenga la misma imperiosa necesidad de bajar a buscar el sustento a costa de la clase media ni a vender su cuerpo ni a escapar constantemente de la represión cayendo una y otra vez en prisión aumentando la población carcelaria y las fichas de control policial. Por el otro lado, la salida de la clase media empobrecida a juntarse con sus vecinos le permitirá también aprender de la autogestión, organizarse para exigir mayores derechos en salud, educación, cultura, cuidado de los niños, etc. ocupando las calles, llenándolas de vida y actividades, cuadros, arte callejero, etc. neutralizando así la acción delictiva que busca personas aisladas o asaltar a alguien en medio de la multitud sin que nadie venga en su auxilio.

Sin ninguna duda estas dos líneas de acción social desde abajo, desde la propia gente, no sólo permitirán el desarrollo de una conciencia fraterna y solidaria en cada lugar, sino establecer mejores relaciones de comprensión, acercamiento y alianza estratégica entre estos dos sectores de la ciudad.

En la parte alta ello ya se está dando. Poco a poco la práctica de la autogestión comienza a brotar. Decenas de colectivos y estudiantes invierten esfuerzos en ello, pero aún es una actividad muy insuficiente y necesita ser ampliada y multiplicada a la brevedad para avanzar a su masividad. No basta contar con grupos de afinidad ideológica. Es importante abrir los corazones para la llegada e incorporación de las mujeres que se matan tratando de salvar su hogar, de los desempleados, jóvenes y vendedores ambulantes que rasguñan centavos para llevar a casa.

En las partes medias y bajas de los cerros las iniciativas para la clase media en descomposición aún son muy incipientes, pues la práctica tradicional de la protesta y de la acción de los partidos y sindicatos sólo apunta a «crear conciencia», exigir de las autoridades y asegurar población dispersa cautiva de los votos. La pasividad entre movilización y movilización es la tónica, ya que después de la protesta regresan a sus hogares a encerrarse entre cuatro llaves para ver televisión, donde les van a mostrar como los carabineros se enfrentan a bala con los delincuentes. Más miedo. Llamen a la caballería.

Para quebrar esa monotonía de una lucha social esporádica de las clases medias empobrecidas y el conformismo de la paz hogareña, se hace necesario convocarla y organizarla por barrio, cerro o unidad vecinal, para lo cual se sugieren varias medidas básicas:

La primera dice relación con ganar las juntas de vecinos para la autoorganización social y sectorizarlas en asambleas locales que puedan discutir sus problemas específicos, evitando las asambleas inoperantes de peleas y bolsas de gatos donde los dirigentes quedan aislados transformándose en burócratas tentáculos de las autoridades.

La segunda dice relación con la formación de comités autónomos para el desarrollo de la educación y cultura, así como comités de salud. Los primeros pueden llevar a la práctica dos líneas de acción, una es la discusión de los temas generales de la educación oficial con participación de profesores, estudiantes, apoderados y vecinos, y la otra se refiere al desarrollo de prácticas propias de la población, donde pueda trabajarse el reforzamiento escolar, educación de adultos, talleres de formación, etc. apuntando a la creación de escuelas comunitarias autónomas. Con respecto al arte y la cultura, la tarea sería la de incentivar las prácticas culturales que permitan el empoderamiento de los espacios públicos de la localidad, invitando artistas y formando grupos musicales, literarios, teatrales, etc. de la propia comunidad.

Los comités de salud por su parte también desarrollan dos líneas, siendo la primera el agrupamiento de la población en general con vecinos profesionales o estudiantes de la salud para discutir e intervenir en los Consejos Locales de Salud, mientras por la otra estaría el desarrollo de la salud comunitaria y alternativa efectuada por los propios vecinos con apoyo voluntario de profesionales y estudiantes.

Varias iniciativas se están poniendo en práctica en Valparaíso para avanzar hacia el acercamiento, agrupamiento y acción ciudadana y popular. La primera es el proceso por la Unión de los Pueblos de Valparaíso, que ha reunido a los artistas de la Ex-cárcel con pescadores artesanales, juntas de vecinos, medios alternativos de comunicación, comités de derechos humanos y una serie de otras organizaciones sociales y culturales. La segunda es la Campaña a Buen Puerto, que ha conseguido la interacción de ONGs con sindicatos, estudiantes, juntas de vecinos, colectivos de derechos humanos, medios de comunicación popular, centros culturales, etc.

En el primer proceso el énfasis actual es la defensa de los espacios públicos, en especial de la Ex-cárcel , de la pesca artesanal, etc. junto a la invitación a la población a organizarse en formas autogestionarias de producción para el desarrollo de una red de economía alternativa. Para ello se estará efectuando en el recinto de la Ex-cárcel una gran jornada los días 7, 8 y 9 de diciembre con diversas actividades y presentaciones, incluyendo la Feria del Trueque que se inicia el día sábado 8 a las 10:00hrs de la mañana, recibiéndose la inscripción de los interesados desde las 09:00hrs. para su instalación por orden de llegada, de modo que traiga su producción artesanal o casera.

En el segundo proceso, la campaña A Buen Puerto, después de consultas ciudadanas y asambleas de discusión, se aprobaron varios puntos, entre los cuales está la convocatoria a la formación de los comités autónomos de educación y cultura, así como los comités de salud por cerro o unidad vecinal, para lo cual se efectuarán talleres de formación en el verano.

Como es fácilmente perceptible, ambas iniciativas refuerzan pasos concretos en pos de la alianza estratégica entre la organización autogestionaria de la parte alta de los cerros y la autoorganización vecinal y comunitaria de las capas medias empobrecidas e insatisfechas de las partes medias, bajas y del plan de Valparaíso, el Valle del Paraíso.

Con ello ya están las condiciones para preparar una protesta social de Valparaíso en conjunto con pescadores artesanales, trabajadores portuarios, camioneros del puerto, juntas de vecinos, centros culturales, colectivos autogestionarios y autónomos, estudiantes y una buena cantidad de otras organizaciones y sectores sociales.

Todo este proceso debe materializarse y asentarse antes, durante y después de las protestas con un llamado general a la autoorganización social de los cerros, tanto de las formas autogestionarias y de redes de economía alternativa como de los comités autónomos de educación y cultura, comités de salud, escuelas comunitarias y otras para salir a ocupar las calles y espacios públicos de manera más permanente.

Profesor J
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