Desde noviembre de 2013 en México se han alcanzado algunos logros colectivos contra los transgénicos. Hace más de un año, gracias a un amparo de algunos ciudadanos, el magistrado Jaime Manuel Marroquín Zavaleta, ordenó una medida precautoria que imposibilita, al menos temporalmente, la venta comercial de maíz transgénico en este país.
En Marzo pasado, dos comunidades mayas del estado de Campeche, consiguieron detener los permisos de siembra de soya transgénica en esa entidad. Unos meses más tarde, en Yucatán, otras comunidades alcanzaron también la revocación de permisos de cultivo de soya transgénica del repudiado consorcio Monsanto. Hace pocos días, otra noticia emocionó a los activistas en contra del maíz transgénico en México, pues el Tercer Tribunal Colegiado en materia civil, invalidó los argumentos presentados por Monsanto para liberar la comercialización del maíz transgénico.
Las victorias anteriores son una esperanzadora inyección de optimismo, más aún, considerando los pocos escrúpulos de esta empresa, y la corrupción, que ha caracterizado al sistema judicial mexicano. Parece increíble que justo la vía legal en este país, esté haciendo restricciones en el tema de los transgénicos. Lo cierto, es que la carga simbólica de estas resoluciones, es profundamente alentadora en la lucha contra los transgénicos en este país.