BUENOS AIRES (Reuters) – Sindicatos opositores y agrupaciones de izquierda protagonizaban el jueves la segunda huelga general del año contra el Gobierno de la presidenta argentina Cristina Fernández para reclamar mejoras salariales, en momentos de recesión económica y alta inflación.
La protesta, que se extenderá por 24 horas, afectaba fundamentalmente al transporte de cargas y aeronáutico, ferrocarriles, bancos, gasolineras y la administración pública. Los puertos en el área de la ciudad de Rosario, el mayor polo agroexportador del país, estaban paralizados.
No obstante, el Gobierno dijo que el acatamiento de la huelga era bajo debido a que sólo un puñado de sindicatos importantes la respaldaba.
«El 75 por ciento de los trabajadores manifestaron su voluntad de trabajar en el día de la fecha, no adhiriendo al paro propuesto por un grupo de sindicatos de dirigentes sindicales opositores», dijo a periodistas el jefe de Gabinete de Ministros, Jorge Capitanich.
Grupos de izquierda bloqueaban los principales accesos a la ciudad de Buenos Aires y mantuvieron enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, que intentaron evitar los cortes.
«Los motivos (de la huelga) son las suspensiones, los despidos sobre todo en las empresas automotrices, alimenticias y mecánicas, y también estamos planteando el impuesto a las ganancias (sobre los salarios de los trabajadores) y la reapertura de las paritarias (negociaciones salariales)», dijo a periodistas el dirigente ferroviario Rubén Sobrero.
En el área portuaria de Rosario, unos 300 kilómetros al norte de Buenos Aires, las empresas estaban paralizadas, ya que no había camiones que trasladaran los granos a las plantas y ninguno de los sindicatos relacionados con la actividad fluvial estaba trabajando.
«Puerto San Martín, Timbúes y San Lorenzo (en los suburbios de Rosario) están sin embarques, sin descarga de barcazas. Ninguno de los gremios de río trabaja. No hay actividad», señaló a Reuters una fuente del sector agroexportador, un rubro en el que Argentina es una potencia a nivel mundial.
«Hay piquetes por todos lados, más que otras veces», añadió la fuente desde Rosario, desde donde se embarca el 80 por ciento de los granos que exporta el país.
Uno de los reclamos es que el Gobierno revise la escala del impuesto a las ganancias que se aplica a los salarios, dado que quedó desactualizada por la alta inflación y cada vez más trabajadores se ven obligados a pagar una elevada tasa del gravamen.
La protesta fue convocada por la principal central obrera opositora al Gobierno, la Confederación General del Trabajo (CGT), que controla sindicatos clave como el de choferes de camiones, y la más pequeña Central de los Trabajadores Argentinos (CTA), con influencia sobre los gremios de empleados estatales.
Los principales sindicatos industriales, cuya cercanía a Fernández les está generando conflictos internos con delegados de fábricas que responden a partidos de izquierda, no participaban de la medida.
«La gran mayoría del pueblo ha concurrido a trabajar a lo largo y a la ancho del país», dijo a periodistas el ministro de Trabajo, Carlos Tomada.
«No se puede decir que lo que hoy ocurrió sea un paro general ni mucho menos un paro nacional», agregó.
Sin embargo, el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, aseguró que la huelga tuvo una «contundencia muy importante».
Esta es la segunda huelga general del año liderada por los dirigentes sindicales opositores. La anterior, a mediados de abril, tuvo un mayor impacto debido a que se había adherido el sindicato de transporte automotor que controla el sistema de autobuses.
«Si no es escuchado el reclamo habrá una continuidad (de la huelga) de 48 horas en septiembre», agregó Sobrero.
ECONOMÍA EN CAÍDA
Argentina entró en recesión en el primer trimestre por un reducido nivel de inversión y una alta inflación. El default de deuda en el que el país se hundió el mes pasado podría empeorar el panorama para la economía, que se espera que este año se contraiga por primera vez en más de una década.
La inflación superará este año el 30 por ciento, según cálculos privados. El año pasado, los precios minoristas aumentaron alrededor del 25 por ciento.
La creación de puestos de trabajo en el sector privado se estancó, y sectores como el automotriz están despidiendo y suspendiendo trabajadores.
El Gobierno ha intentado sostener la actividad económica inyectando dinero a través de subsidios para mantener el consumo doméstico, lo que analistas consideran que solamente alentó la inflación.
El desempleo aumentó al 7,5 por ciento en el segundo trimestre desde un 7,1 por ciento entre enero y marzo, según datos oficiales.
(Reporte de Jorge Otaola y Alejandro Lifschitz, con reporte adicional de Nicolás Misculin; Editado por Luis Azuaje)
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