El pasado jueves 28 de agosto, la Corte de Apelaciones rechazó el recurso de nulidad del juicio por la muerte de los 81 presos en el incendio de la Cárcel de San Miguel, ocurrido el 8 de diciembre de 2010.
Por dos votos contra uno, la justicia ratificó la sentencia absolutoria en favor de los ocho gendarmes imputados por cuasidelito de homicidio, no acogiendo los argumentos presentados por los querellantes, entre ellos la Defensoría Popular y la Fiscalía Sur, y que planteaban que los sentenciadores fallaron en base a las pruebas incorporadas por ellos mismos y no por las partes.
Esto significa que al menos en Chile las posibilidades de hacer justicia están agotadas para los familiares y amigos. César Pizarro, fundador de la ONG 81 Razones, es uno de ellos. Su hermano, Jorge, falleció a los 22 años en el incendio mientras cumplía una condena de 5 años y un día por un robo a un camión de cigarros. “Yo me quedo con la verdad de que los dejaron morir”, dice.
¿Pensaban que el fallo podía ser favorable?
Teníamos la esperanza de que los jueces dijeran que se anulaba el juicio porque es como sin sentido que no haya responsables después que mueren 81 presos adentro de una cárcel, a pesar de que sabíamos que el juicio estaba maqueteado, encaminado por los poderosos del país. Pero también tenemos los pies bien puestos sobre la Tierra y sabemos que los presos, históricamente, en todo el mundo, son carne no más.
Hubo un juez que acogió los argumentos para anular el juicio. ¿Qué crees que pasó entonces? ¿Hubo presiones para que se rechazaran?
Yo creo que hay presiones por parte del poder, porque -si hablamos fríamente- el poder no va a encarcelar al poder. Y obviamente el poder quiso encarcelar a los más debiluchos de Gendarmería, que eran los centinelas, un sub sub jefe del jefe operativo, y el hilo se cortó por lo más delgado. Y claro, ellos son culpables porque no hicieron su pega, pero aquí tenían que pedirle la renuncia a autoridades y fue el mismo Estado quien nos dijo no voy a encarcelar a los poderosos.
Más allá de los 8 gendarmes, ¿qué autoridades son las que debieron caer?
El jefe de operativos de Gendarmería de ese tiempo, Christian Alveal. Yo con él tuve contacto, me atendió bien, conversamos, pero lamentablemente él tendría que haber pagado y ese día (del incendio) estaba con permiso administrativo y no pagó. Él era el encargado de la seguridad en San Miguel, por no sé cuántos años, y no pasó nada con él. ¿Y qué pasó con el Director Nacional de Gendarmería, con el Departamento de Seguridad de Gendarmería? No pasó nada. ¿Qué pasó con el ministro de Justicia, de decir por último “yo pongo mi cargo a disposición”? ¿Y los ministros anteriores? Todos deberían haber dicho reunámonos, como hace poco se reunieron por el tema de los bombazos Peñailillo, el gobierno, para saber quién está poniendo las bombas. ¿Es más grave que pongan bombas o que se hayan muerto 81 jóvenes del país? Ahí está el sentimiento de venganza del Estado y uno lo siente cuando ponen más cárceles, más años, en vez de decir más trabajo, más educación, más reinserción, invirtamos más, que no nos gane la delincuencia.
¿Qué hubo en el accionar de los gendarmes: negligencia, mala intención, poca preparación…?
Aquí quedó demostrado lo más simple, el pellejo de lo que son los gendarmes. No todos, pero un 70 u 80 por ciento son como se comportaron ese día. Uno: el apaleamiento; dos: la indolencia, el olvido, al decir “que se maten estos hueones”. Todo lo malo que aplican los gendarmes contra los presos quedó reflejado ese día. Como se ve en los videos, ellos reaccionaron, pescaron las mangueras, pero dijeron que no eran bomberos, que no pudieron hacer nada, pero ellos debieron haber parado la pelea y haber hecho un procedimiento que les enseñan en la Escuela de Gendarmería por años y no lo del incendio. Por eso no hay descarte cuando dicen “sí, quisimos hacer algo”, porque si lo hubiesen querido hacer paran la pelea y no dejan que se maten a tajos. Si no hubiese habido incendio y la pelea hubiese durado tres horas tendríamos cincuenta muertos a tajos.
¿Qué pensaste cuando conociste el fallo, qué sensación te dejó?
Me sentí un no ciudadano, un no Ser, un nada dentro de esta cagá de país. Yo digo, puta, estudié, terminé mi cuarto medio, pago la micro, trabajo, ayudo a mi hijo y me mantengo en el rango del ciudadano sometido, cabeza agacha que el Estado quiere, y que me digan “para tu hermano, que te lo entregué quemado, no hay justicia”, me hizo sentir podrido.
“Llegar al lugar del incendio sin que nadie me parara fue como una burla”
Además de su hermano, el incendio en la cárcel de San Miguel le arrebató a César Pizarro a alrededor de diez presos que colaborarían con él en un libro sobre la prisión en Chile. “Para que tú sepas lo que pasa en la cárcel tení que estar adentro”, le decía siempre Jorge. Y así lo hizo luego del siniestro cuando, burlando de paso la seguridad del recinto penitenciario, se infiltró en él.
Por lo que te había contado tu hermano ya sabías más o menos cómo era adentro, pero ¿qué fue lo que más te impresionó cuando ingresaste?
Estaba todavía en la etapa del trauma, me quería morir o que me mataran o yo matar a alguien para entrar a la cárcel. No estaba en mi capacidad mental al 100%. Y vi la realidad, que detrás de los muros estaban los mismos amigos o gente que estaba afuera, igual que uno, solo que al otro lado del muro. Pero al estar allá te transformai en un animal, no tení luz de día, adentro era de noche cuando afuera eran las 11 de la mañana, habían 50 reos en un cuadrado para 10. Es estar en lo asqueroso siendo que afuera, a metros, hay un mall. El sistema los enajena, tienen que estar durmiendo con la cuchilla debajo de la almohada, te clasifican con gente que te puede matar. Fue un trauma haber entrado a San Miguel después del incendio. Llegar al lugar del incendio sin que nadie me parara fue como una burla. Imagínate en el caso de que alguien hubiese matado a mi hermano y yo entro y lo mato dentro de la cárcel… O sea, no hay garantías y Gendarmería y el Estado son los garantes.
También viste evidencia amontonada como “basura”, según relataste en una entrevista a El Ciudadano
Antes de ingresar, yo pensaba que la Torre (la del incendio) estaba con cinta amarilla que decía PDI o Carabineros, o No Ingresar, y solo estaba la reja cerrada como si se hubiese quemado una casa en la calle y estaban los reos ahí mismo; de hecho, de repente los amigos de los fallecidos se tomaban una chicha, se fumaban un cigarro y le prendían una vela a la reja, y los restos del incendio estaban amontonados por una pala al medio como un cerro. Y ahí yo decía: ¿cuál es la seriedad después de la masacre carcelaria más grande que ha habido? Hay detalles que siempre me van a quedar dando vueltas en la cabeza, quizá la verdad de la muerte de los 81 no la va a saber nadie más que los que estuvieron ahí y sobrevivieron, pero yo me quedo con la verdad de que los dejaron morir, a pesar de que hay uno o dos gendarmes y unos cuantos reos que trataron de ayudar, pero nadie me va a sacar de la cabeza que los dejaron morir.
¿Qué te pasa cuando la gente hace comentarios sobre el incendio y dice que estuvo bien que se quemaran porque eran delincuentes?
Yo y en 81 Razones tratamos de entender las críticas, a reconocer que la delincuencia molesta, a molestarnos cuando nos han cogoteao en la micro, nos han robado el celular, porque la delincuencia también nos afecta, pero es notorio que en Chile y en diferentes lugares del mundo con dinero tú tení justicia; con dinero puedo matar, atropellar y salir libre; solo basta con ir a la cárcel y ver cuántos ricos hay. Con los arreglos del hijo de Larraín, con los casos de Johnsons, de La Polar, o el dueño de Shopping Group detenido por estafa que primero sale en LUN con la cara tapada y después en la tele lo muestran a rostro descubierto… ¿Por qué a él lo cubren? Ahí es cuando no se respeta un derecho constitucional que es la igualdad ante la ley, como en las audiencias piolas donde no dejan entrar prensa. De hecho a mí me han ofrecido que con plata podí sacar a tu amigo que mató o que robó.
¿Quién te ha ofrecido?
Desde el Poder Judicial, pero no lo hago porque no es que yo o 81 Razones apoye la delincuencia. Lo que nosotros queremos es ayudar a la gente que está en la delincuencia que no lo vuelva a cometer y no nos afecte a nosotros mismos. Si hubieran 100, 200 personas que hicieran el mismo trabajo de 81 Razones, ten por seguro que Gendarmería estaría con las manitos bien atrás y los palitos bien guardados, no les pegarían a los presos; Carabineros no cometerían asaltos cuando van a un allanamiento y se roban la plata o los muebles de la gente que allanan; o la PDI tampoco se llevaría la droga para la casa. Porque aquí las cosas son bien claras: tenemos ladrones, corruptos y asaltantes en Carabineros, la PDI y en Gendarmería. Tenemos traficantes en Gendarmería y en la PDI. En todas las fuerzas armadas del Estado tenemos cosas ilegales por las cuales ellos nos juzgan a nosotros.
“Los gendarmes sacan la mitad de la mercadería para alimentar a los presos y la venden”
¿Cómo opera la corrupción en Gendarmería de la que ustedes hablan?
Gendarmería está parado porque nadie los ha denunciado. La corrupción comienza desde el ingreso de un interno a una cárcel, con la clasificación. Te clasifican por los tatuajes, por la forma de ser y por dónde vives y ahí no están respetando el derecho constitucional de la igualdad ante la Ley. No hay alimentación digna, no hay salud y no hay trabajo. Si la Ley dice que es un derecho, que solo están privados de libertad, entonces por qué no se cumple. Si vemos lo que gasta Gendarmería en reinserción es re poco el porcentaje. Gastan tres veces más en material de seguridad, en bastones, en bombas lacrimógenas, en armas. Entonces si la gente está molesta porque los delincuentes se ponen más malos adentro de la cárcel, pregúntenle al Estado si realmente quieren reinsertar a los presos. El Estado los está engañando, sacándoles impuestos para enriquecerse ellos. Del 2000 al 2013 el Estado pagó 8 mil millones de pesos por sobrepoblamiento en las cárceles concesionadas, plata que podrían ocupar en salud y educación. ¿Por qué crees que quieren más cárceles y más presos? ¿Por qué no está la plata para que los reinserten, pero quieren hacer cuatro cárceles más? El negocio es más rentable mientras haya más presos. ¿De quiénes son las cárceles concesionadas? Ahí hay manos de socialistas. Estamos investigando las relaciones con políticos para decirles a los partidos “oye, pero si ustedes hicieron estas cárceles, tu socio es dueño de esta cárcel”. Y así las platas van girando en torno a ellos mismos. Y con qué cara después ponen un slogan de que combaten la delincuencia si ellos quieren delincuentes.
¿Por qué no han querido dar a conocer esos vínculos?
Porque estamos investigando eso, al igual que las platas que Gendarmería mete adentro de las cárceles, con la venta de cigarrillos, con los economatos.
Anteriormente has mencionado el pago a gendarmes para el traslado de presos, por ejemplo
Lo que pasa es que uno pide un traslado de una cárcel a otra y cuesta y se demora, pero de repente Gendarmería mueve un preso de aquí para allá cuando ellos quieren. Y ahí no se van al papel de residencia, a la clasificación, sino que se saltan todo lo que prohíben y lo hacen ellos. O inclusive un familiar tiene lucas y mueve un preso de aquí a Chillán, de aquí a Valdivia, y con plata. Entonces yo me pregunto dónde está la estadística, cómo ingresa esa plata. Hasta yo lo hice por mi hermano para que viviera bien, pero para ingresarle un televisor, para ingresarle cuadernos, para ingresarle sillas, frazadas.
¿Y cuánto cobran por eso?
Coimeao te puede salir 50, 70 lucas.
¿Y eso se le paga a un gendarme, a un grupo de gendarmes?
Al contacto. Generalmente hay un contacto que hace la gestión, recibe las lucas, pero después se pone cabrón porque le rompe la tele y al mes te está pidiendo de nuevo que le ingresí esa tele. Imagínate cuánta plata corre, si en una galería tienes a 200 y cuántos le piden el favor de ingresar algún producto, un celular. Por eso es rentable. Y las policías han sido fiscalizadas: Carabineros, la PDI, cometen un error, los echan, pero a Gendarmería quién lo ha fiscalizado, quién le ha puesto la pata encima. Por ejemplo, preguntarles: ¿por qué estai vendiendo la mercadería que te estamos dando para que coman los presos y los otros gendarmes?…
Esos son los economatos…
Claro. Son como kiosquitos para venderles productos a los internos. Es sin lucro, pero igual pueden vender, por ejemplo, una bebida que cuesta $1.200 a 1.400. Pero desde adentro y hace mucho tiempo nos dicen que de la mercadería que llega para que alimenten a los presos los gendarmes sacan la mitad y la venden. Y eso es malversación de fondos, porque si el Estado designa un porcentaje de su presupuesto para que se alimente a los presos, resulta que eso se está vendiendo. ¿Y quién está gastando esa plata y en qué?
81 Razones
¿Qué han conseguido con la ONG 81 Razones?
Hemos conseguido el respeto y el reconocimiento de los reos, que es lo principal que queríamos. Hemos podido conseguir que cuando estén afligidos en las cárceles se acuerden que existe una agrupación que empieza con el número 81 y termina con Razones. Eso nos mantiene de pie y sintiendo orgullosos de que los reos puedan decir que alguien los puede defender. Y nos hemos agarrado de Confapreco –de nuestro amigo Manuel Henríquez, que llevan años luchando por esto- y Galo Muñoz de Nuevo Horizonte. Y mucha gente que nos ayuda anónimamente educando, enseñando las leyes para poder trabajar con Gendarmería. Porque al principio hacíamos la denuncia y nos mandaban un documento que decía que el procedimiento se acogía a la Ley. Pero ahora aprendimos que tenemos que denunciar el acto ilícito –una tortura, una golpiza a un reo- y en conjunto hacer denuncias al Ministerio Público o a ellos mismos con el artículo tanto, cosa que si se comete un acto ilícito adentro de una cárcel, el funcionario tiene que denunciar en 24 horas al Ministerio Público, y ellos no lo hacen.
¿Y ha habido sanciones a partir de estas denuncias?
Sí, en Valdivia, por ejemplo. Ahí se metió la Defensoría Penal y el Instituto de Derechos Humanos, porque nosotros no tenemos abogados, entonces tenemos que recurrir a estas instancias. Nosotros hemos tratado que el mundo se mueva, que los abogados de la Defensoría Penal hagan su pega y también el Instituto de Derechos Humanos meta las manos y haga lo que creemos que tienen que hacer.
¿Y después de lo que ocurrió con los 81 han podido ver cambios en las cárceles, menos hacinamiento, resguardo de la seguridad de los internos en casos de riñas?
Yo creo que todo sigue igual, un poco muñequeao y maqueteao. San Miguel sí mejoró: tiene escalera de emergencia, paneles solares, hay menos gente, ahora están las mujeres. Pero el tema de la seguridad sigue. Yo siempre he tenido claro que si yo me quiero tomar la cárcel de San Miguel, echar a los gendarmes a patá en la raja y soltar a las presas yo lo puedo hacer, aunque tomen todas las precauciones del caso. Y si ellos algún día no cumplen y siguen torturando a los presos, yo me tomo la cárcel, yo sé cómo entrar y quitarles las armas a los gendarmes y echarlos sin dañarlos, sin pegarles y liberar a las presas y sería un acto de expresión y de decirles “ustedes no son seguros con los presos y no dan seguridad a la ciudadanía”; porque si quiero salgo disfrazao de tele o adentro de un sillón, o adentro de un cambión de la basura.
“La tortura es diaria”
Cuando hablas de torturas en las cárceles, ¿a qué te refieres específicamente?
Me refiero a que sacan a los presos al patio y los tienen ahí cinco horas y los están apaleando, amarrados de las manos. Es diaria. Un palo en la cabeza, la patá en la raja cuando te equivocai en la cuenta, cuando te escupo la comida, cuando te pateo, cuando te rompo el televisor, cuando no te doy los beneficios, cuando ultrajo a tu señora en el ingreso, cuando reviso a tus hijos, cuando te dejo morir a tajos, cuando te dejo morir quemado, cuando te traslado a Valdivia y te alejo de tu familia, cuando te daño psicológicamente o cuando te cambio de celda a la que tú ya has dicho que no podí estar porque hay unos jóvenes que me quieren matar y a los meses increíblemente el joven pasa a la celda donde están los enemigos. Todo eso es tortura, que ellos lo hacen como sin querer, pero que es la fiel expresión de tortura que tiene Chile y que es ilegal. Cómo puede ser que en Chile, que tiene todos los tratados internacionales de Derechos Humanos, tengamos cárceles copiadas de Europa –las F.I.E.S- donde tienen a los seres humanos encerrados 22 horas de 24. También está el empastillamiento, con clonazepam. ¡¿Cuánta plata se gasta para tener a los presos empastillados?! ¿Y quién es el que medica a los presos, el psiquiatra que autoriza a dejar a algunos presos que son normales como enfermos de la cabeza?
Si no ha habido cambios, ¿crees tú que están dadas las condiciones para que vuelva a ocurrir algo en otras cárceles como lo de San Miguel?
Sí, así como pasó en Quillota. Nosotros dimos el aviso al ministerio de Justicia y a Gendarmería a las 3 de la tarde del día anterior del incendio: hay problemas en Quillota, se están quejando de torturas, y nadie pescó. Y el mismo día, en la madrugada, hubo un incendio y se quemó prácticamente el 40 por ciento de la cárcel. Y se hizo un procedimiento, pero un perro mordió en la cara a un interno, apalearon a los presos, les sacaron la cresta y esa fue violencia generada por Gendarmería. Si se hubiesen quemado 50 presos, qué hubiesen dicho: “Fue un motín”. ¿Un motín donde no mueren gendarmes? ¿Cuál es un motín donde no muere el enemigo, los gendarmes? Por eso es raro: en todos los motines que hay en Chile no mueren gendarmes. Son masacres.
¿Pero son negligencias o son provocados?
Creo que ambas. En algunas partes negligencias, pero en otras provocados, en el sentido de que programados ellos juntan a bandas rivales y si haces eso no va a faltar el que pesque fuego para defenderse o pesque un cuchillo. Y en San Miguel ellos deben haber pensado que iban a haber 2 o 3 muertos a tajos como ocurre siempre, pero había un incendio, había humo, y se dieron cuenta los vecinos, que nos son especialistas en seguridad, que había un incendio y que estaba la escoba, y no se dieron cuenta ellos que estaban al lado.
Por Daniel Labbé Yáñez