Ante la explosión recreacional del LSD en los sesenta algunas personas se empezaron a preocupar seriamente de que esta sustancia psicodélica acabaría con la juventud en Estados Unidos. Como decía Time Leary, “el LSD es una sustancia que produce reacciones psicóticas en personas que no lo han tomado”. El resultado de este clima de pánico es The Weird World of LSD una película educativa que evoca al clásico anti-marihuana vuelto película de culto Reefer Madness. Las ideas histéricas que se promueven hoy nos resultasn ya no sólo implausible sino hilarantes y hasta poéticas (con esa extraña narrativa vintage).
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En The Weird World of LSD vemos una serie de viñetas sin diálogo narradas por un a voz baritona en off que pronto nos advierte sobre los peligros del LSD, que básicamente desata de manera incontrolable todos nuestros demonios. Una mujer se pierde en un laberinto maniquíes; un hombre obeso es víctima de un ataque de comida, un hombre y una mujer se arrebatan en un trances dionisiaco copulando en el piso… los usuarios del LSD alucinan pollos de caricaturas flotando en el espacio que son perturbadores golems con los cuales tienen una conexión a distancia: los usuarios son también pollos controlados a distancia, arrítmicas marionetas.
El narrador anuncia que “el movimiento es incontrolable, el comportamiento se distorsiona , la razón se altera, el juicio se engaña… un mundo que es real para el usuario, pero que es en realidad aterrador”. El LSD es “como una plaga medieval… un sola onza puede enloquecer a toda una ciudad”. Sobre este tren de ideas, luego el locutor dice algo que es inspiración de alto vuelo para psiconautas, con ecos de sinestesia metafísica a la William Blake “los colores se vuelven sonidos, los sonidos pueden tocarse, el espacio es fluido, las ides se vuleven físicas y una hora se vuelve la eternidad… las venas pueden ser montañas azules… un an sinfonía de colores en un océano de sonidos.. uno se puede enamorarse de un árbol, convertirse en un dios indestructible”. He ahí algo que yo quier experimentar, conciencia cósmica en una gota. Queda claro que estas películas aleccionadores estaban hechas para los padres y no para los jóvenes, ya que a éstos seguramente sólo los estimularía más a tomar este perturbador santo grial.
Más allá de cierta ironía burlona con la que uno acaba observando este documental, vale la pena la pena sumergirse en la poética del mal trip representada con pocos recursos , una versión de surrealismo involuntario, cortes extraños en los que aparece un ojo en la pirámide o explosiones nucleares, seguidas de pruebas de rorschach, con un jazz de alto coolness y tomas en negativo– ART HOUSE Cinema en toda su confusa expresión.
Fuente: Pijamasurf