“Vuelvo a casa, vuelvo compañera/ Vuelvo mar, montaña, vuelvo puerto / Vuelvo sur, saludo mi desierto/ Vuelvo a renacer amado pueblo/ Vuelvo, amor vuelvo/ A saciar mi sed de ti/ Vuelvo, viva vuelvo/ A vivir en ti país.” (Vuelvo para vivir. Illapu)
Resumen Latinoamericano/Ilka Oliva Corado, desde Estados Unidos – Hablar de memoria histórica es tema complicado cuando el país es Guatemala donde la impunidad es la que gobierna, manipula y solapa a cuantas bandas delictivas orquestadas desde la poltrona son las que han hecho de las cunetas, montañas y descampados un puñado de fosas clandestinas. En Guatemala a pocos importa lo que tenga que decir la memoria histórica, esas calles, andamios, baldíos, esos tejados que lo han visto y escuchado todo. En Guatemala están naciendo y creciendo las generaciones sin identidad, yo pertenezco a la generación de la desmemoria.
Mi país no ha sido el único en haberla vivido pero sí sin lugar a dudas el único en mantenerse inmune a toda lucha y esfuerzo para encontrar la justicia y hacer de aquella paz firmada por mequetrefes una realidad. Para muestra el Juicio por Genocidio que el propio pueblo desestimó y holgazanes con manos manchadas de sangre anularon prácticamente en su totalidad. Guatemala sigue en las tinieblas mientras que los países del Sur avanzan paso a paso en el empedrado camino de la resolución, de la honra, de la imborrable memoria histórica.
El Juicio por Genocidio fue la oportunidad y tal vez la única visible a nivel internacional para que el pueblo abarrotara las calles, para que se exigiera justicia, para decirle a la impunidad ya no más, para decirle a nuestros ancestros que sus nietos no tenemos chilate en la venas, para demostrarle a la impunidad y a cuanto saqueador e hijo desleal que, el pueblo no es buey de yunta. Pero no, lo que hicimos fue lapidar una vez más a la mujeres Ixiles que declararon, y a todo aquel honrado involucrado en el proceso del juicio. Así es como pagamos el esfuerzo de los pocos que siguen poniendo la vida en juego por nuestra libertad.
El 9 de septiembre de 1954 Jacobo Árbenz sale al exilio con su familia y junto a él miles de guatemaltecos de los que muchos murieron en el éxodo. A 60 años pasó desapercibida la fecha tan sólo unos cuantos pelones la recordaron. Pero eso sí docenas de pseudo artistas “comprometidos” con la “memoria histórica” se tomaron fotos en calzoncillos y otras enseñando el sostén para homenajear al Soldado el Pueblo, como una copia barata de la legendaria del persistente Àrbenz siendo basculeado. Con propuestas tan burdas como esa pretenden los letrados con aires de artistas honrar la memoria de un hombre tan íntegro como lo fue nuestro presidente. Ahí nomás nos damos cuenta que andamos por la calle de la amargura.
El Informe Guatemala Nunca Más en el que trabajó Monseñor Gerardi – y dos días después de entregado al pueblo guatemalteco le costaría la vida- y tomó como ejemplo el de Chile, ha quedado arrumado en el olvido, cuando debería ser un texto de lectura obligatoria en escuelas de por lo menos nivel básico, diversificado y universitario. Los culpables de las torturas, violaciones, asesinatos, desapariciones, de la tierra arrasada, de ese genocidio deberían estar pudriéndose en la cárcel. Al contrario están en el gobierno uno de ellos como presidente, el resto en el sistema de justicia para hacerlo más impune.
Tráfico de influencias, sobornos, pago de favores y todo cuando alimente la impunidad son los que tienen el sartén por el mango en Guatemala. El pueblo, este mustio y silenciado pueblo ve la vida pasar entre el temor de la violencia institucional que estos asesinos hacen ver como común. Pensé en resarcimiento, procesos, justicia, es cosa de pocos.
Chile no es el país ideal, no es el fanatismo el que me hace quererlo tanto y tampoco a ningún otro país del Sur, pero sí nos llevan años luz y deberíamos aprenderles porque son guía en esta oscuridad que nos está consumiendo.
Sin ir tan lejos la reacción del pueblo guatemalteco a una manifestación estudiantil de escuelas e institutos públicos, los patojos salen a exigir sus derechos, son acusados de ladrones, haraganes, mareros, en Chile al contrario se han logrado cambios significativos gracias a que esa juventud tiene el apoyo de sus mayores. Nosotros les tiramos piedras, allá les meten el hombro.
El estadio nacional antes llamado Estadio Chile desde el 2004 se llama Víctor Jara como homenaje al cantautor que fue torturado y asesinado pocos días después del golpe de estado realizado en 1973 por el chafa Augusto Pinochet.
Salvador Allende sigue siendo inspiración para la juventud chilena, en Guatemala la juventud la que no está migrando sin documentos hacia Estados Unidos, está en la cárcel, está moteada, está soñando con ser de otro país menos de Guatemala, la que lucra con el conocimiento y apresurada busca un título universitario para convertirse en ladrón profesional y acreditado, pocos jóvenes conocen el nombre Jaboco Árbenz y del legado están carentes de toda formación y sentimiento.
Los mártires son mitos y murales en las paredes de la mancillada Universidad de San Carlos de Guatemala. Olvidar a quienes ofrendaron la vida para una Guatemala libre es deshonrar la sangre y la tierra.
Cuando uno escucha para Nunca Más en Chile, siente vergüenza de que el Guatemala Nunca Más siga siendo sinónimo de tortura, asesinato y desaparición. Nos merecemos el presidente que tenemos y esa escoria flotando que con toga y pergaminos ha ensuciado el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
En Guatemala a nuestros muertos los lanzamos en una fosa clandestina para nunca tener que ir a dejarles flores al camposanto. Los muros los repellamos una y otra vez para borrar la historia. Las calles entre más enlodadas mejor así no se ve la sangre seca. Las montañas las talamos para que el eco de las voces de nuestros mártires no tenga resonancia.
A sesenta años de la salida del país de Jacobo Árbenz en Guatemala gobierna un militar genocida y toda su banda que tienen tentáculos en todos los estratos de la sociedad. Estamos viviendo nuevamente una dictadura militar en tiempos “de democracia” en tiempos de “Guatemala en Paz.” En Chile hay una presidenta socialista elegida por segunda ocasión. Solo hace falta ver hacia el Sur para inspirarse, respirar aire fresco y confiar que aunque el camino es empinado se tiene que llegar. En Guatemala solo hace falta ver tanta miseria, tanto olvido, tanta mediocridad –de todos- para que toda esperanza se apague. Pero es eso mismo lo que nos debe impulsar a seguir buscando justicia, por los que ya no están, por los que estamos y por los que vendrán. Olvidar la memoria histórica, la identidad y a nuestros mártires es bajeza humana.
En Chile como en otros tantos países que sufrieron dictaduras militares también persiste la búsqueda de los desaparecidos, hay mucho camino por delante, hay demasiada impunidad, pero también hay honradez, amor a la tierra, amor a esa semilla que germinará, amor a los huesos rotos de esos rastros de vida que emergen de la tierra cuando los deslaves, cuando excavan los forenses y los antropólogos.
Yo no escribo esto para alabar a Chile en un éxtasis de obstinación, lo escribo porque es un referente, es una luz de candil, es guía, es un ejemplo del cual Guatemala y todos debemos aprender. Negar la memoria histórica es como celebrar el día de Acción de Gracias en Estados Unidos forma brutal de desconocer a los pueblos originarios y el genocidio. Para que Nunca Más en Chile, sea un Nunca Más en ningún lugar del mundo.
Mi reverencia a ese pueblo chileno que tanto quiero y a todos mis mayores que no desisten y que desde donde están luchan con la frente en alto por un mundo mejor. Viva por siempre Salvador Allende y los mártires de América Latina, viva por siempre el socialismo. Nuestra hermosa aunque mancillada Patria Grande que un día será libre. Sigamos caminando.
“Yo pisaré las calles nuevamente / De lo que fue Santiago ensangrentada/ Y en una hermosa plaza liberada/ Me detendré a llorar por los ausentes.” (Yo pisaré las calles nuevamente. Pablo Milanés)
Crónicas de una inquilina / Para que Nunca Más en Chile