“Quiero salir de Skid Row. Este lugar es una locura. Aquí pasa de todo. Hay drogas, violencia…”, dice James, de 58 años, desde su cueva hecha con cajas de cartón. Apenas se le puede ver el rostro, que tiene cubierto por una larga mata de pelo blanco.
James lleva tres años viviendo en Skid Row, a donde se mudó desde el estado de Washington. La zona se encuentra a unas pocas cuadras del glamour y la opulencia de barrios como Beverly Hills o Bel-Air.
Skid Row es un área de la ciudad de Los Ángeles, que cuenta con la mayor concentración de indigentes de todo Estados Unidos.
Miles de personas que carecen de vivienda —y que en muchos casos padecen enfermedades mentales o son adictas a las drogas— sobreviven en las calles de esta zona que ocupa menos de un kilómetro cuadrado del centro histórico de la urbe californiana, y que desde hace décadas es el último refugio de los que no tienen nada.
Según algunos cálculos, alrededor de 4 000 indigentes duermen cada noche en las aceras de Skid Row en tiendas de campaña improvisadas o bajo montañas de cartones y periódicos.
Mientras conversamos con James se nos acerca un joven sonriente. Nos dice que se llama Luis y que tiene 22 años. Lleva seis meses viviendo en una tienda de campaña. “Tuve problemas con la justicia y mi familia no me habla”, nos cuenta.
“Estoy intentando salir de Skid Row y para eso estoy trabajando en un restaurante. La vida aquí es horrible. Si pudiera me iría ya”.
Los más afortunados se hospedan hasta el amanecer en los refugios habilitados por las organizaciones benéficas que trabajan en el área.
En los últimos años las autoridades de Los Ángeles han tratado sin éxito de implementar diferentes planes para sacar a los sin techo de las calles de Skid Row.
A diferencia de lo que ha sucedido en otras grandes ciudades de Estados Unidos en los últimos años, la población de indigentes de Los Ángeles ha aumentado un 15 %, en gran medida debido a la recesión económica y a la crisis de vivienda que se vive en la ciudad.
Hace unas semanas las autoridades angelinas presentaron los detalles preliminares de un nuevo plan para ayudar a las personas sin hogar de Skid Row, que pone el énfasis en proporcionarles servicios de salud mental y tratamientos contra las adicciones.
Se trata de un enfoque diametralmente opuesto a la conocida como “Iniciativa de seguridad ciudadana”, implementada en la zona a partir del 2007, por el exjefe de policía de Los Ángeles, Bill Bratton, y que estaba basada en el aumento de la presencia policial para sancionar infracciones menores como el lanzar basura a la calle o el ocupar las aceras. Así se trataba de evitar que se cometieran delitos más graves.
Según grupos de activistas que trabajan en Skid Row, esta política lo único que hizo fue criminalizar a los sin techo, haciendo que alternaran sus estancias en la cárcel con la vida en las calles.
Para los expertos, la nueva estrategia que las autoridades quieren poner en marcha es prometedora, aunque también se muestran escépticos ya que creen que, debido a la falta de fondos, es muy probable que los resultados no sean los esperados.
“Hasta ahora la respuesta de la ciudad al problema de los sin techo ha sido desalentadora”, asegura Gary Blasi, profesor de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA, por sus siglas en inglés), especializado en políticas públicas.
“Muchos de los que están en Skid Row tienen enfermedades mentales y padecen adicciones, y las lecciones de los últimos años nos han enseñado que para solucionar esos problemas hay que darles primero una vivienda y luego proporcionarles los servicios médicos necesarios”, explica Blasi en conversación con BBC Mundo.
En los últimos años se ha sumado una problemática a la que tienen que hacer frente las organizaciones benéficas del barrio: los hospitales que abandonan a su suerte a pacientes sin recursos.
Desde el 2006 varios centros hospitalarios del condado de Los Ángeles han sido denunciados y sancionados por dar el alta a algunos de sus enfermos, enviándolos a las calles de Skid Row. Aunque las autoridades aseguran que ahora estos casos son excepcionales, las entidades sociales de la zona aseguran que esto no es así.
Según Ryan Navales, de Midnight Mission, cada semana encuentran deambulando por las calles a personas que tan solo llevan puesta la bata del hospital en el que estaban ingresados.
Fuente: Periódico Granma