Es bien difícil entender las razones para que la izquierda chilena lleve más de un candidato a presidente. Tratar de dividir el pueblo es mal negocio, posterga el futuro, no educa. Es malo porque la gente del pueblo no llega a los medios de comunicación para colocar en alto sus justas demandas. No pueden pasearse por los pasillos de periodistas para decir lo que piensan de los que dicen representarlos. Deben conformarse con ese enorme “sacrificio” que hace un Senador, para decir que ellos son los indicados al levantar las banderas de la igualdad social, para un Chile más justo.
Y las cosas muy claras, tanto Jorge Arrate como el senador Navarro… vienen de la Concertación.
Una de las tantas cosas que tienen los dos candidatos en común, es haber abandonado el bloque en el gobierno por dignidad y principios. Los dos abandonan el Partido Socialista al sentir que este partido está perfectamente centrado en defender el sistema neoliberal, más que a los sectores pobres, que dice representar. Tanto Arrate como Navarro acusan a la Constitución de 1980 -de la época de la dictadura de las Fuerzas Armada- como el principal problema para poder avanzar en construir un país democrático. Arrate pide una CUARTA URNA y todos sabemos para qué.
Arrate y Navarro han manifestado públicamente la imperiosa necesidad de cambiar el sistema binominal chileno por uno más justo, y donde estén todos los sectores representados, donde nadie quede marginado y excluido. Es por eso que debemos entender el recorrido que inicia el Partido Comunista, compelido ante la nula posibilidad de incidir en la política chilena. Podemos discutir su opción, pero finalmente son los comunistas los que han apostado a esa alternativa. Ellos son los que evaluarán sus costos o sus aciertos ante su militancia.
Alejandro Navarro es parte del modelo y del sistema, es un Senador de la República y eso no es poca cosa. Válida es también su postura condenatoria al sistema que lo llevó a ocupar ese lugar. Él mejor que nadie, puede decir lo excluyente que debe ser el Poder Legislativo, él llegó y está en ese altar de la patria. Gracias a él sabemos de la existencia en nuestro país de Leyes Secretas, que esperamos algún momento conocer.
Arrate y Navarro han levantado la voz para pedir por los chilenos que viven en el umbral de la pobreza, protestar en contra del nefasto modelo educativo, para denunciar el enorme abismo entre las posibilidades entre los sectores pobres y ricos del país. Los dos han denunciado la existencia de dos Chile, uno pobre y otro rico.
Arrate y Navarro han declarado la imperiosa necesidad de renacionalizar las riquezas básicas. La urgencia de democratizar la Fuerzas Armadas, de avanzar en la construcción de un continente latinoamericano solidario, y que establezca relaciones de intercambio igualitario con el resto del mundo. De soluciones pacíficas para los problemas limítrofes que se arrastran por siglos, con graves incidencias en el desarrollo global de los países involucrados. Dar más prioridad las políticas sociales, que a la carrera armamentista de la concertación.
Como es posible que ante esta realidad tan evidente se de un espectáculo político lamentable. Eso es. Cuando públicamente sectores organizados y apoyando a Jorge Arrate y Alejandro Navarro han pedido la unidad de la izquierda, y un solo candidato.
Dos candidatos que hablan casi el mismo lenguaje confunden al pueblo. No porque se tengan dos voces se construye proyecto político con mayor rapidez, difícil es apostar que con esto rompemos la exclusión, la marginalidad política y se defienden mejor los derechos fundamentales. Sabemos que el recorrido para alcanzar la victoria es largo, y se deben hacer sin dudarlo en algunos momentos, alianzas y acuerdos que no son del agrado de nadie. Cierto es que hay que mantener el purismo y los principios, pero también es cierto que ese esfuerzo que hacen los servidores públicos por el país, debe estar más cercano a la generosidad y distanciarse de las ambiciones personales, y en este caso, cuando se levanta el telón, quedan en mitad del escenario las aspiraciones particulares, el egoísmo vestido con sus mejores ropajes.
Es verdad que los tiempos en algo han cambiado, pero hace algunos años, cuando nada de esto existía y la calle estaba llena de autos con vidrios polarizados y sin patentes, cuando se quemaba viva a la gente, y Manuel Contreras era el dueño del terror, hubo generosidad y suficiente, se dejaron proyectos personales, se dejaron cartas de despedidas llenas de besos, porque eran impostergables algunas tareas y posiblemente las sumas de esas, son las que de alguna manera permiten que sean estas las condiciones actuales.
Es por eso que no es justo ni aceptable los devaneos y la frivolidad de las banderas, y el robo del esfuerzo de millones de chilenos en las calles durante años en noches de protesta. No le podemos aceptar que por esas banderas por las cuales tanta gente dio muchos esfuerzos sin pedir nada a cambio, cuando nadie soñaba siquiera con ser incluido en alguna plantilla parlamentaria. El Chile real de los pobres está escuchando dos cantos a la vez…. eso es malo
Es cierto que los tiempos han cambiado… algo.
por Pablo Varas