La obesidad: La epidemia del siglo XXI

Estas enfermedades consisten en la acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. La creciente prevalencia de éstas ha aumentando en todos los grupos de edad de todas las regiones del mundo, sobretodo en la población infantil y juvenil.

La obesidad: La epidemia del siglo XXI

Autor: Arturo Ledezma

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Entre las causas principales de la obesidad se encuentran el sedentarismo o inactividad física. Éstas juegan un papel importante en el desarrollo del sobrepeso, y se considera actualmente que el aumento del gasto calórico por el ejercicio debe formar parte de los programas de tratamiento y sobre todo de los programas de prevención de la obesidad a nivel de la población en general.

Hace 13 años William C. Roberts, editor de The American Journal of Cardiology, publicó un editorial titulado: “Un agente hipolipemiante, antihipertensivo, inotrópico positivo, cronotrópico negativo, vasodilatador, diurético, anorexígeno, reductor de peso, catártico, hipoglicemiante, ansiolítico, hipnótico y con propiedades antidepresivas”.

Los médicos descubrieron que no se trataba de un nuevo medicamento de la industria farmacéutica, sino de un arma preventiva y terapéutica que está al alcance de las personas desde hace miles de años, el ejercicio físico. A nivel corporal, el ejercicio físico ayuda a disminuir el sobrepeso, mejora el porcentaje de grasa y aumenta la masa muscular.

La evidencia científica acerca de los beneficios del ejercicio físico practicado de manera regular, para el mantenimiento y recuperación de la salud, son contundentes.

La Organización Mundial para la Salud (OMS) recomienda, a todos los países miembros, incrementar los niveles de actividad física como estrategia masiva de salud pública en beneficio de la población.

Es normal que se subestime el valor del ejercicio. Muchos pacientes, e incluso médicos nutricionistas han tildado de frustrante la experiencia de no obtener modificaciones en el peso corporal después de una o varias sesiones de actividad física. Debido a la alta densidad calórica del tejido graso, la magnitud del déficit energético necesario para la reducción de peso es muy alta.

Para lograr una reducción de 1 kg de peso corporal es necesario dejar de consumir cerca de 7.000 kcal o perder 7.000 kcal por medio de actividad física. Si se pretende alcanzar un déficit energético para reducir 1kg de peso exclusivamente por medio del ejercicio, esto correspondería cerca de 100 km de trote suave, 150 km de caminata o 200 km de bicicleta, para una persona de 80 kg que manteniene una ingesta calórica constante.

Es natural que estas cargas de ejercicios representen una meta prácticamente inalcanzable, en especial para el paciente obeso. Si el objetivo no se alcanza en pocos días generará frustración. Sin embargo, existen alternativas, como la creación de un pequeño déficit calórico diario, a través de una combinación de restricción calórica moderada en la dieta y 30 minutos de actividad física de baja o mediana intensidad. El resultado que se obtiene con ese tipo de régimen es un déficit calórico de 350 kcal al día, 7.000 kcal en 20 días ó 70.000 kcal (10 kg) en 200 días (siete meses).

Por tratarse de un sistema biológico, estos cálculos están sujetos a multitud de variables genéticas y metabólicas que explican la variable en la reducción de peso con programas de intervención de características similares, tanto en la dieta como en el ejercicio.

La importancia de los programas de actividad física ha sido demostrada a través del mantenimiento de los logros alcanzados con las dietas hipocalóricas.

Con frecuencia se observa durante o después de una reducción de peso, una estabilización del peso corporal, en el mejor de los casos, y por lo general una ganancia de peso hasta regresar en menos de un año a valores aún superiores al inicial a pesar de una severa restricción calórica.

Es allí donde el ejercicio y la terapia psicológica se convierten en armas terapéuticas necesarias para lograr cambios en el comportamiento del humano, y lograr mantener la reducción o estabilizar el peso corporal.

Luchar contra la obesidad es responsabilidad de todos: individual, padres de familia, instituciones educativas, profesionales en salud, gobierno, medios de comunicación, instituciones no gubernamentales e industria.

Es necesario promover una alimentación balanceada que incluya todos los grupos de alimentos, así como la práctica constante de actividad física.

Por: Dr. Enrique Medina Sandino

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