El estudio conducido por investigadores de la Universidad John Hopkins siguió a quince voluntarios, los cuales recibieron de dos a tres dosis del alucinógeno durante el tiempo de la experiencia. Resultado una vez finalizada la misma: doce de esos quince dejaron de fumar tabaco y no lo han vuelto a hacer a seis meses de la prueba. Si bien se trata de un campo de estudio pequeño, el campo académico y científico ha tomado nota de la experiencia, cuyos resultados son muy alentadores.
El siguiente paso para los científicos es llevar a cabo escaneos cerebrales para evaluar qué ocurrió como producto de la psilocibina. Lo cierto es que muchos de los voluntarios eran fumadores de larga data y habían fracasado en numerosos intentos, con diferentes métodos. Con dosis contoladas de “hongos mágicos”, en un contexto de terapia cognitiva controlada, el programa surtió el efecto deseado.
El porcentaje de abstinencia de los participantes en los seis meses siguientes fue del 80 por ciento, mucho más alto que la tasa de éxito habitual en estudios de gente que deja de fumar, explicó Matthew W. Johnson, profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Johns Hopkins University School of Medicine, uno de los autores del estudio. Quienes tomaron vareniclina, una de las drogas legales para dejar de fumar, mostraron un éxito posterior del 35 por ciento, y eso era considerado el mayor éxito hasta el momento en el área. Otros tratamientos, como reemplazo de nicotina y terapias del comportamiento, han tenido una tasa de éxito de menos del 30 por ciento, alegó Johnson.
Los investigadores explicaron que esto no es un alegato a favor de “cúrate a tí mismo” ni un incentivo al uso de drogas psicodélicas, sino una prueba de que ciertos químicos, acompañados de una terapia adecuada, pueden conducir a resultados alentadores para combatir la adicción. “Dejar de fumar no es una simple reacción biológica a la psilocibina, como ocurre con otros medicamentos que afectan a los receptores de nicotina”, detalló Johnson. “En un contexto terapéutico, la psilocibina puede conducir a profundas reflexiones sobre la propia vida y motivar el cambio”.
El grupo estudiado fumaba unos 19 cigarrillos diarios y la mayoría de ellos habían consumido poco o nada de alucinógenos en el pasado. Consumieron la psilocibina presente en hongos a través de pastillas, las cuales cada vez presentaron mayores dosis de sustancia. Las sesiones duraron unas seis horas cada una y a los participantes se les ofreció música agradable y estímulos para que se concentraran en su propia experiencia interior. También se los invitó a llevar un diario personal sobre su deseo de fumar y a dialogar continuamente con los profesionales.
Los resultados hablan por sí mismos, y es alentador que la ciencia encuentre respuestas, aún si estás entran en choque con los prejuicios de la sociedad.
Fuente: Buen Diario