Chile es una isla lo que explica que los chilenos estemos aislados geográficamente. Ello no explica sin embargo que estemos aislados mentalmente. Y esto es tan creciente como aterrador. Estamos bombardeados diariamente por la información, oficial y uniforme, que los grupos económicos nos envían a través de su duopolio periodístico y de sus noticieros en la TV. Así, se nos hace creer que no estamos desempleados, que sabemos hacer las cosas bien y que somos los únicos en el mundo blindados frente a las crisis. No sabemos de huelgas, ni de organización social, sólo de delincuentes y terroristas malignos. El medio adictivo forma a nuestros hijos en los valores de Yingo y Pelotón llamándolos al consumo, la frivolidad y la silicona. A los más pobres a esperar el milagro de ser descubiertos, triunfar y ser ricos y famosos. El Canal Nacional, de todos los chilenos, proclama la reconciliación entre torturados y torturadores reinvindicando los valores militares, – Sí, mi señor instructor. Haga veinte lagartijas. Soy imbécil, señor Instructor- convirtiendo luego a los instructores en ídolos de la farándula.
En ese apasionante quehacer diario, junto a las extenuantes horas destinadas a trabajar y transportarnos, cada vez sabemos menos lo que ocurre en el mundo y sólo los que tienen la inquietud de leer el periodismo digital alternativo, y jamás financiado, logran saber algo de las miles de aberraciones que ocurren frente a nuestras narices arrogantes, ignorantes y atrevidas.
No es extraño entonces que nada sepamos de la República Democrática del Congo. Que tuvo un lider anticolonialista como Patrice Émery Lumumba, lider de la independencia de su país del colonialismo belga. Que elegido constitucionalmente como Primer Ministro de la República del Congo el 30 de junio de 1960 fue asesinado, después de feroces torturas, en enero de 1961 debido al golpe de estado que llevó al poder a Joseph Mobutu.
Poco sabemos de sus riquezas de oro1, uranio, petróleo y diamantes. Menos sabremos que en el Congo se encuentra el 80% de las reservas de coltan, extraído en minas a cielo abierto por niños de ocho a quince años a 25 centavos de euro diarios, si es que les pagan. El coltan es una mezcla de dos minerales, columbita y tantalita, que se da de forma rara y escasa en la naturaleza. Vale mucho más que el oro, ya que es esencial para el desarrollo de la industria aeroespacial, telecomunicaciones, ordenadores portátiles, celulares, videojuegos, satélites, estaciones, vehículos espaciales, misiles, armas inteligentes, aceleradores de partículas, trenes magnéticos, baterías y aleación del acero para oleoductos. Por su superconductividad y carácter ultrarrefractario, almacena carga eléctrica temporal y la libera cuando se necesita. Tiene alta resistencia a la corrosión y a la alteración que lo hacen idóneo como material privilegiado para uso extraterrestre en la Estación Espacial Internacional y en futuras plataformas y bases espaciales.
¡Qué suerte para un país poseer tamaña riqueza! Nos imaginamos que el Congo es inmensamente rico. Pero no, esto no es así.
Desde el 2 de agosto de 1998 el país se debate en una horrenda guerra civil, fecha en que Ruanda y Uganda invadieron el país. Desde entonces hasta 2003 murieron en la ocupación unos cuatro millones de congoleños. En 2003 la ONU consiguió que se firmara un acuerdo de paz y a finales de 2006 fue elegido democráticamente -en los primeros comicios libres y plurales en cuarenta años- el presidente actual, Joseph Kabila.
China ofrece a Kabila explotar los yacimientos de Coltan entregando al país el 30% de las ganancias y ello genera un levantamiento guerrillero que persiste hasta hoy. Las Naciones Unidas ha afirmado que la guerra civil es dirigida por «ejércitos de empresas» para hacerse con los metales de la zona, acusando directamente a Anglo-América, De Beers, Standard Chartered Bank y cien corporaciones más, lo que fue negado por éstas.
Pero es el caso que miles de toneladas de coltan salen del país sin que su Estado reciba un peso, porque éste es extraído por contrabandistas y soldados de diversas banderas en distintas partes del país. Así, los minerales salen hace catorce años a través de los países vecinos, especialmente por Ruanda. El ejército ruandés, por ejemplo, transporta el coltan hasta su país, donde se trata y purifica en la Sociedad Minera de Ruanda, antes de ser exportado. Y desde ahí, lo envía a Europa y Estados Unidos.
Esta guerra podría ser otra más de las barbaries que ha realizado el hombre blanco en Africa. Como el secuestro en masa de niños y mujeres por los esclavistas americanos, el colonialismo, el robo de recursos naturales por los liberadores, los experimentos de la industria farmacéutica en humanos que bien denuncia John Le Carré, el contrabando, el pillaje. La explotación, guerra y hambre por los diamantes, el oro, el petróleo y ahora el coltan.
Tan acostumbrados, y ahora desinformados, estamos, que podríamos creer que esto no es nada más que más de lo mismo. Sin embargo, esta guerra, que ya lleva más de 5 millones de muertos y centenas de miles de desplazados de guerra, tiene algo especial. Se ha ensañado contra las mujeres. Mujeres de 2 a 80 años de edad.
Los soldados de los distintos ejércitos, tanto del Gobierno, como de las diferentes guerrillas han elegido como una de sus principales armas contra el enemigo, la violación en grupo de las mujeres de las comunidades vencidas, culminando éstas con la penetración vaginal de úteros, sistema digestivo e intestinos con bayonetas o palos. Las organizaciones humanitarias informan que en 2006 atendieron a 27.000 mujeres violadas sólo en la provincia de South Kivu. Está de más decir que muchas mujeres no pueden ser curadas y quedan con incontinencia permanente. Otras pueden estar años en los hospitales del ACNUR, que no dan abasto, para ir siendo recompuestas con innumerables operaciones.
Los maridos expulsan a las esposas violadas especialmente las que quedan embarazadas y éstas deben ir a parir en los campos para luego criar solas a los hijos con los violadores. Otras son secuestradas por los soldados para ser usadas como esclavas sexuales.
Lo más exquisito de esta situación es que soldados entrevistados sobre esta práctica2 afirmaron que ellos se lo merecían, porque eran hombres y eran superiores a las mujeres. Estaban mucho tiempo en la selva y porque eso les da un poder mágico para ganar la guerra.
por Patricia Santa Lucía