Ruth Atkins, trabajadora del Sistema Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) de 48 años, es la primera voluntaria sana a la que le inyectó material genético del virus como parte de los ensayos para obtener una vacuna en Reino Unido.
“Escuché en la radio que se necesitaban voluntarios para los ensayos y pensé en lo triste que es todo lo que está pasando en África occidental”, explicó Atkins. “Pensé en qué podía hacer yo (para colaborar). No puedo ir allí y ponerme a trabajar, así que participar en el ensayo de la vacuna es algo pequeño que puedo hacer para, espero, tener un impacto enorme”.
Noticia relacionada: Nueva vacuna contra la meningitis con 94% de efectividad
Al menos 2.500 personas murieron hasta ahora a causa del brote de ébola, aunque las autoridades sanitarias temen que la cifra sea mucho mayor por la cantidad de enfermos que no entran en contacto con el sistema de salud y no son detectados. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que la epidemia, sin parangón en la historia moderna, puede convertirse en una catástrofe humanitaria.
Atkins forma parte de un grupo de 60 voluntarios que participan en el ensayo que se lleva a cabo en la Universidad de Oxford. Otros ensayos se están realizando en Estados Unidos. “Los trabajadores me explicaron todo muy bien”, dice Atkins. “Me tranquilizaron y explicaron los efectos secundarios que puede causarme”, relata.
Según los expertos, no hay riesgos de que los voluntarios que participan en los ensayos se infecten de ébola, ya que la vacuna contiene una proporción muy pequeña de material genético del virus. La vacuna utiliza un virus del resfriado común en chimpancés modificado, al que se inyecta una proteína del virus del ébola.
“Si consiguen la vacuna adecuada y empiezan a administrarla, esto marcará una diferencia en la vida de la gente”, opina Atkins. La voluntaria tiene que completar un diario electrónico en los primeros ocho días tras recibir la inmunización, en el que debe apuntar la temperatura corporal, sus sensaciones generales y las posibles reacciones que observe en su cuerpo.
Además de los enormes costes humanos de la epidemia, el Banco Mundial alertó recientemente del “impacto catastrófico” que puede tener sobre la economía de Guinea, Liberia y Sierra Leona, los países de África occidental afectados por el brote.
La vacuna fue desarrollada por científicos de Okairos, una empresa de biotecnología suizo-italiana comprada a principios de año por la británica GlaxoSmithKline. Riccardo Cortese, jefe ejecutivo de la empresa, explicó que los científicos llevan seis años trabajando en la consecución de la vacuna. La inmunización se desarrolló en colaboración con los Institutos Nacionales de Salud, en Estados Unidos.
“Nosotros fabricamos la vacuna y ellos hicieron los ensayos en animales, que fueron bastante satisfactorios”, dijo Cortese. “Ya antes del brote, se decidió proceder rápidamente a los ensayos de seguridad y inmunogenicidad en humanos. Y el programa se aceleró como consecuencia del brote”.
Okairos está en contacto con GSK para fabricar todas las dosis para el Reino Unido, Estados Unidos y para planificar la rama africana de los ensayos en su sede en Italia. Alfredo Nicosia, jefe científico de la compañía, dijo que es realista esperar que la vacuna esté lista “en unos meses”. “El ritmo sera mucho más rápido que en circunstancias normales”, dijo. “Hemos ido lo más rápido que hemos podido”. Los ensayos determinarán si la vacuna es segura y si provoca una respuesta inmunitaria adecuada.