Una turba enfurecida de agricultores y comerciantes de Erval, convocados por un oficio de la Comisión de la Invasión Indígena del municipio, se posicionó ante el campamento Kaingang, situado cerca del área reivindicada por los indígenas como tradicional, destruyó carpas, tiró pertenencias sobre camiones y, violentamente, los empujó dentro de una van, desalojándolos como si fuesen animales, y llevándolos a 140 kilómetros del lugar, a las puertas de la sede de la Funai (Fundación Nacional del Indio), en Passo Grande.
{destacado-1}
En frente del órgano, los colonos agredieron a los indígenas, que eran cerca de 45, llegados del campamento de manera obligada. Los Kaingang se defendieron y comenzó un principio de conflicto. De acuerdo con el coordinador regional de la Funai, Roberto Perin, los Kaingang fueron llevados a una reserva en Agua Santa. En la prensa local, Perin repudió el accionar del grupo de colonos y afirmó que existen medidas legales en casos como el de Erval: sea para el reintegro de áreas, o para la realización de las demarcaciones.
Jacir de Paula Kaingang dice que los indígenas no van a desistir de las tierras reivindicadas, y que no tenían el objetivo de destruir casas o agredir a cualquier vecino, tal como justificaba la convocatoria al acto en contra de los indígenas acampados a los costados de la carretera. «Fue contra nuestra voluntad (la remoción). Conocemos nuestros derechos. Los agricultores dicen que son dueños hace 100 años, pero nosotros somos dueños hace 500 años. Fuimos a reivindicar esa área verde, cercana a la carretera. No invadimos la propiedad de los colonos. Ellos tienen derecho y nosotros también los tenemos”, dijo Jacir a la prensa local. Los Kaingang prestaron declaración a procuradores del Ministerio Público Federal (MPF) el pasado jueves 18 de septiembre.
Erval Grande es parte de una región que cuenta también con el municipio de Vicente Dutra, lugar donde el mes de noviembre de 2013, durante una audiencia pública de la Comisión de Agricultura, los diputados federales Luiz Carlos Heinze (Partido Progresista – PPP, de Río Grande do Sul) y Alceu Moreira (Partido del Movimiento Democrático Brasilero – PMDB/RS) convocaron a los colonos a resistir «en la forma que fuere” contra los pueblos indígenas que reivindican tierras tradicionales.
También en esa misma región está Faxinalzinho, municipio donde ocurrieron conflictos entre indígenas Kaingang y agricultores. Los Kaingang bloquearon caminos vecinales en protesta por la demora de las demarcaciones de tierras y decenas de agricultores trataron la manifestación y a los organizadores de los Kaingang con violencia e intolerancia.
«Con miedo de ser filmados e identificados por el acto delictivo, los colonos agredieron a un camarógrafo de la RBS, emisora que cubría la remoción forzada. La ilegalidad, por lo tanto, fue flagrante”, denuncia el Consejo Indigenista Misionero (Cimi). Sólo el Estado puede cuestionar la presencia de los Kaingang en el lugar, y sólo podría hacer el reintegro de posesión con una decisión judicial. Aunque el área fuese ‘privada’, sólo podría ser requisada por el ‘propietario’ en la Justicia.
«El hecho es grave e injustificable. Todo parece ser que cientos de agricultores apoyados por los discursos de odio de los parlamentarios, con la certidumbre de la impunidad y amparados por la política indigenista del gobierno federal de paralización de las demarcaciones, decidieron implementar la justicia de los más fuertes por mano propia, ‘de la forma que sea’, en una cruzada ya impuesta a los indígenas durante el siglo XX, con remociones forzadas, higienización étnica y racismo”, destaca el Cimi.
Mientras los Kaingang siguen a los costados de los caminos, los colonos continúan al margen de la ley, incentivados y alentados por la «inocua” figura del Ministro de Justicia, que no puede ser eximido de responsabilidad, afirma el Consejo. «Cardozo, de manera insistente, apuesta a una vía de solución que sólo puede funcionar en el caso que los indígenas dejen de reclamar sus derechos o de pedazos de sus territorios al punto de satisfacer las voluntades de los ocupantes de guardia”.
Para la entidad, «los bramidos de la rabia bestial” de Heinze y Moreira levantaron cercas de odio y violencia alrededor de los derechos de los pueblos indígenas. Tales obstáculos, sin embargo, pueden ser traspasados por la aplicación de las legislaciones y reglas que involucran a las tierras indígenas, «terriblemente interpretadas por un ministro especialista en administrar la propia inoperancia”. Con el resultado de las elecciones presidenciales indefinido, sin contar con el hecho de que los tres favoritos en la contienda presidencial ya cerraron pactos con el ruralismo, «el futuro sigue bajo nieblas sombrías”, se lamenta el Cimi.
Fuente: Kaosenlared.net