Desde 1997, luego de que el Reino Unido devolviera Hong Kong a China bajo la fórmula conocida como “un país, dos sistemas” a partir de la cual la región gozaría de un nivel de autonomía con respecto a Pekín -con un sistema político diferente al resto de la nación-, la pequeña isla, centro internacional corporativo-financiero, ha sido objeto de constantes conspiraciones. La actual ola de protestas es un caso más de estas maniobras.
“Los Estados Unidos apoyan el sufragio universal en Hong Kong, de acuerdo con la Ley Fundamental y apoyamos las aspiraciones del pueblo de Hong Kong”, sostuvo el lunes el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, tras advertir que Washington está observando de cerca los acontecimientos al sur de China.
Detrás de las protestas, se encuentra el Departamento de Estado de Estados Unidos operando a través de la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) y el Instituto Nacional Demócrata (NDI, por sus siglas en inglés), organizaciones respaldadas por los grandes intereses corporativos, con una larga historia de promover la subversión y la división dentro de China.
La injerencia es evidente. Los principales líderes del denominado movimiento “Occupy Central” se hallan directamente vinculados a las mismas:
Benny Tai el autoproclamado líder, profesor de derecho de la Universidad de Hong Kong, es un colaborador habitual del Centro de Derecho Comparado y Público (CCPL), financiado por el NDI -desde 2006 y hasta el año pasado, fue nombrado miembro del consejo CCPL-. Audrey Eu Yuet-mee, Presidenta del Partido Cívico Audrey, participa regularmente de los foros patrocinados por la NED y el NDI. Martin Lee, presidente fundador del Partido Demócrata de Hong Kong, visitó Washington a comienzo de año, junto a la ex secretaria de gobierno Anson Chan, donde se reunió con el vicepresidente estadounidense Joseph Biden y la congresista Nancy Peloso; además ambos isleños participaron allí de una charla organizada por la NED sobre el futuro de la “democracia” en Hong Kong.
[EEUU aprueba abiertamente el caos que creó en Hong Kong, por Tony Cartalucci; Land Destroyed Report, 30 de septiembre de 2014]
En junio pasado, el mismo movimiento opositor -con apoyo del Departamento de Estado de Estados Unidos- organizó una consulta popular no oficial, como medida que justificaría la posterior ola de protestas, sobre la implementación del “sufragio universal”. Pese a la escasa participación, sólo votó un quinto del electorado, la medida tuvo una amplia repercusión en los grandes medios de comunicación que divulgaron el hecho como una inminente proclama popular.
Asimismo, en agosto las autoridades chinas anunciaron que los ciudadanos de Hong Kong podrán elegir por primera vez y de forma directa en las urnas a su gobierno local en 2017, pero aclararon que sólo dos o tres candidatos tendrán la posibilidad de competir y que deberán ser preseleccionados por una comisión especial de 1.200 miembros.
Dicha reforma es utilizada como argumento desde Washington para reclamar la apertura hacia una “democracia plena” en función de propiciar la presentación de candidatos contrarios a Pekín -y al propio pueblo de Hong Kong-, alineados a los intereses extranjeros. Se trata de la misma estrategia imperial utilizada en Ucrania y Medio Oriente.