Desclasificación fotográfica de un fragmento oculto de la colonización


Autor: Cristian

El hallazgo de un álbum de imágenes resguardado en Chiguayante reveló detalles de los procesos evangelizadores. »Mapuche y Anglicanos» muestra un trozo oscuro de la historia que sale a la luz para derribar mitos y aclarar verdades.

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Antes de la publicación de “Mapuche y Anglicanos. Vestigios fotográficos de la Misión Araucana de Kepe, 1896- 1908”, muy poco se sabía sobre la llegada de estos misioneros y su proyecto civilizador en tierras indígenas. Una investigación a cargo del antropólogo André Menard y el sociólogo Jorge Pavez permite que hoy se conozca la realidad de un proceso que no sólo implicó nuevas formas de educación, sino también cambios en las formas de producción y de estratificación social, entre otras.

A partir de un programa de rescate de archivos en peligro impulsado por la Biblioteca Británica, se embarcaron en la búsqueda de material relacionado con la “Misión Araucana”. “Habíamos visto que en las primeras organizaciones estaba este personaje Charles Sadleir, que aparece permanentemente en las directivas de las organizaciones, firmando las declaraciones. Era un tipo que estaba muy involucrado en el movimiento mapuche de principios del siglo XX”, cuenta André Menard sobre el reverendo canadiense que encabezó la misión.

“Hay poco material sobre él, entonces sabíamos que por ahí había una pista. Además hay un montón de dirigentes mapuches importantes de ese siglo que fueron educados en la misión anglicana”, dice. Fue así como llegaron hasta un álbum fotográfico presumiblemente elaborado por Sadleir, que estaba bajo el resguardo del ex obispo Ian Morrison y su esposa en la localidad de Chiguayante.

El descubrimiento no es menor: un exclusivo archivo de imágenes que retratan a una sociedad mapuche muy alejada de los clásicos registros exóticos y folclorizantes que muestran la gran mayoría de las postales y fotografías, y que son un acercamiento más claro a lo que constituyó el paso desde la independencia territorial hacia el reduccionismo indígena, con todos los cambios productivos y sociales que implicó.

Una investigación que permite sacar a relucir una misión religiosa opacada por la realizada por la Iglesia Católica, que desmiente supuestos históricos en que los mapuches aparecieron, por ejemplo, participando de los conocidos parlamentos de forma subyugada con los españoles, y que permite trazar linealidades en la historia política del movimiento.

“Tengo la sensación de que (con “Mapuche y Anglicanos”) abrimos un hoyo, un quiebre entre estos antiguos parlamentos tradicionales y los caciques “modernos”. Esto de que aparezcan los caciques de terno en las juntas y parlamentos, da un sentido de continuidad al movimiento político mapuche del siglo XX. No aparece de la nada, sino que se engancha con una línea de autoridad, de dirigentes que vienen del XIX”, dice Menard en entrevista con El Mostrador.cl.

-¿Qué diferencias se pueden establecer entre las misiones católica y anglicana?
-De partida, las misiones católicas son más antiguas, están desde que llegaron los españoles y siempre han estado articuladas con un proyecto de Estado chileno, de civilización. Siempre estaba esto de la integración entre la cosa nacional chilena y la misión católica. En cambio, en la misión anglicana vienen con un modelo más británico, el modelo colonial. Llegan a un país en que son minoría y por eso van a la Araucanía, una zona de misiones. Tratan de instalarse con este modelo anglosajón, que establece relaciones directas con las autoridades locales, la llamada “política de las razas”, muy inglesa, que transforma las autoridades nativas en funcionarias del imperio. Se genera un modelo de educación, de civilización que no pasa por el proyecto nacionalista chileno ni católico, el que pasa mucho por el mestizaje entre mapuche y chilenos.

-¿De qué se trata esta “política de las razas”?
-Hay una idea de la diferenciación de razas, de la particularidad. Los primeros que llegan a hacer trabajos de traducción de la Biblia al mapudungún son los anglicanos: está el ideario de evangelizar en la lengua, de mantener esta particularidad. Además eso tiene un correlato reproductivo y sexual, en la medida que, al contrario del discurso del mestizaje, los pastores anglicanos se casaban con inglesas o canadienses, los chilenos anglicanos con chilenos y los mapuches con mapuches. Hay un horizonte autonómico que incluso se puede encontrar en los discursos políticos de dirigentes del siglo XX. Augusto Panguilef en 1931 declaraba que había que hacer una república indígena. Siempre con este discurso de que había que mantener un territorio indígena con leyes especiales, ahí se ve este modelo del espacio autonómico.

-¿Podría decirse que esta autonomía étnica que propugnan dio pie a las ideas de nacionalismo mapuche?
-Puede ser una variante para explicar ciertas formas que ha tomado el discurso nacionalista del movimiento mapuche en algunos actores. Hay que ser bien cuidadoso con eso. Pero hay una línea de dirigentes en distintas generaciones que se criaron en las misiones y todos coinciden en esta cosa autonómica. Desde la idea de una república indígena hasta la idea de que son chilenos pero quieren que el territorio indígena tenga un estatus especial en términos jurídicos y de propiedad. Incluso hay discursos muy tradicionalistas y nativistas, que provienen de gente que se crió en la misión anglicana. No es contradicción, es una articulación que se da en varios personajes en distintas generaciones.

-¿Cómo se involucra políticamente Sadleir con el tema mapuche?
-El problema que él tiene es que ve que el comunismo está muy fuerte. Su rollo es que si no se hace algo para evitar estas explotaciones y abusos, va a venir el comunismo a quitar esas almas. De hecho, para 1930, el año en que él lo dice, el partido comunista bastante fuerte en la región, Augusto Panguilef tres o cuatro años antes proclamaba crear una república indígena.

De terno y corbata

-¿Cómo se podría explicar la aparente docilidad con que los mapuches se entregan a estos cambios en las formas de producción que trae la misión anglicana?
-Una cosa es la misión y su proyecto civilizatorio y de transferencia tecnológica y otra es la realidad política del momento. A fines del siglo XX se sella el proceso de pacificación de la Araucanía, el Estado impone su soberanía sobre estos territorios. Entra una máquina del Estado que está por reestructurar el tema de la propiedad de las tierras y eso tiene consecuencias en las formas de economía y producción. Los mapuche tenían una sociedad de ganaderos extensivos y con el sistema de las reducciones hay mucha pérdida de ganado, está la asignación de terrenos más chicos y la conversión a agricultores. En ese contexto llegan los anglicanos y hay un grupo que verá en los ellos una oportunidad para arreglarse.

-¿Existen coincidencias entre la religiosidad mapuche y el anglicanismo?
-Se reconoce en el discurso mapuche de distintas regiones la presencia de un dios supremo que se llama Nguenechen, que es un concepto que aparece a fines del siglo XVIII y se cree mucho que tiene relación ya con la misión católica. Llegan los anglicanos y mi interpretación es que, más allá del enganche de cosmovisión se podría hablar de enganche ideológico y que tiene que ver con la entrada de la Biblia, sobre todo con el Antiguo Testamento. Hay una cosa media judaizante que es muy interesante. Tenemos un sujeto en una época en que se ha perdido la soberanía política, se ha perdido territorio. Entonces el discurso bíblico, esto de los judíos que han perdido su tierra, entra en resonancia y sirve para significar experiencias locales, lo que genera un enganche con un proceso más universal.

-En el texto comparan el tipo de fotografía étnica más folclórica con la fotografía fúnebre. ¿Cómo se explica este paralelo?
-Mundialmente hay varias cosas que ocurren en ese momento, las últimas dos décadas del siglo XIX. Se concreta la pacificación de la Araucanía a la vez que está empezando el colonialismo europeo. Eso coincide con que en las ciencias sociales está apareciendo la etnología, la antropología. El concepto de raza empieza a tomar una fuerza que antes no tenía con el racismo científico, también el darwinismo social. Hay un contexto ideológico de la época, paradigmas un poco raciológicos en que hay un supuesto de que la civilización va avanzando, occidente va triunfando, y la antropología nace con esta idea del rescate de algo que se va a acabar, va a desaparecer. Por lo tanto hay todo un imaginario que se construye sobre los mapuches. Está la idea de que en la folclorización de los mapuches, en fotos donde aparecen sin identidad, hay una cosa de poner en escena esta idea de lo exótico, pero también lo que se está acabando. Hay una mezcla entre arqueología y antropología.

-Aseguran que en este tipo de fotografías se pierde la autenticidad de los sujetos…
-Hay un problema de la autenticidad con la que hay que tener cuidado. Las tesis de Margarita Alvarado plantean la construcción de un imaginario, por ejemplo, a través de la utilización joyas que no corresponden por las regiones, el que sean fotos de estudio, etcétera. En ese sentido se puede decir que hay una artificialidad en ese imaginario. Pero también hay que tener cuidado con las fotos de los anglicanos, en decir “esto es más verdad que lo otro”. No está la misma lógica espectacular de puesta en escena, pero eso no quita que haya otras puestas en escena posibles. Más que autenticidad, aquí se puede encontrar que hay sujetos que están posando con nombre propio, además el tipo de fotografía es distinto. Aquí el tipo posa como representante de sí mismo. El hecho de que estén los caciques con los ternos, bien vestidos. Ellos efectivamente se vestían así y eso rompe con nuestro imaginario. A mitad del siglo XX el dirigente mapuche es un tipo que anda impecable y si tú los comparas con los dirigentes de los 80 y 90, andan al revés, con trarilonko en la cabeza. A lo que estamos enfrentados es a una sociedad con distintos estratos: dirigentes, gente ilustrada, campesinos.

por Ana Rodríguez Silva
El Mostrador


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