Joe Walsh y Kent Frayn compartieron vivienda durante tres años mientras cursaban en la Universidad de Illinois. Una mañana, luego de mandarse tremenda fiesta, se pusieron creativos a la hora de devolver todo a la normalidad: contaban con un imán pequeño pero poderoso con forma de disco y empezaron a pasearlo por el piso, atrayendo hacia él tapitas de botellas y latas. Vieron cómo la bola de residuos crecía y crecía, hasta que no quedó más que salir y deshacerse de la bola metálica. Así nació DropCatch.
Walsh cuenta que eso los impulsó a encintar el imán a un pedazo de madera adherido a un abridor de botellas. De esa manera, en vez de caer al piso las tapitas se adhieren al abridor ni bien se inaugura una nueva botella. Parece una idea de pasmosa sencillez, nada parecido a un semiconductor o a un lector del genoma humano. Es, sin embargo, el nacimiento de un producto exitoso: el abridor de botellas DropCatch.
Ambos inventores tienen 24 años, y su invento vendió medio millón de ejemplares en su primera edición. Crearon su empresa en Junio de 2013 y lanzaron el abridor a 60 dólares la unidad. Los pedidos no paran de llegar. “La gente nos escribe para decirnos cuánto aman el invento, y muchos lo piden como regalo”, cuenta Walsh.
El artefacto es asombrosamente simple. Es, como decíamos, mitad abridor y mitad imán. Se lo puede colgar de la pared o se lo puede pegar a cualquier superficie metálica. Las tapitas se adhieren inmediatamente a la madera imantada y se lo puede seguir usando, con lo cual uno puede dejar que las tapitas se acumulen sin dejar de parrandear. Walsh detalla que el aparato puede retener hasta 60 tapitas por vez, en forma de barba metálica, lo cual da un tema de conversación a los fiesteros. “Es una de las cosas que la gente ama: que les da algo de qué hablar”, dice el creador.
Ahora, gracias a su creación, ambos dejaron sus aburridos trabajos diarios, Frayn en publicidad y Walsh en bienes raíces. Kickstarter les dio el empujón inicial, juntaron 48.281 dólares en 36 horas y se pusieron serios: nada de artesanías, pura industria. Contactaron a una maderera en Logan Square, montaron un local de ensamblaje en West Loop y empezaron a montar y empaquetar. Ahora ofrecen un extra: por 12 dólares más, venden unidades con el nombre del dueño o dueña grabado, para regalo.
Fuente: Buen Diario