Es una respuesta de las comunidades originarias mexicanas para afrontar sus necesidades educativas. A pesar de no contar con ningún tipo de apoyo institucional, esta universidad popular del Estado de Guerrero ha conseguido desarrollar su proyecto e, incluso, expandirlo a cuatro nuevos municipios.
Santa Cruz del Rincón es un pueblo aparentemente idéntico a muchos otros del Estado mexicano de Guerrero, con casas bajas de tierra y teja y la mayoría de las calles sin asfaltar. Situado a medio camino entre la montaña y el mar, está rodeado de colinas de tierra rojiza y vegetación exuberante. Sin embargo, este pequeño pueblo ha sido la cuna de un poderoso movimiento de recuperación de la soberanía popular.
El último paso de este proceso ha sido la creación de la Universidad Intercultural de los Pueblos del Sur (Unisur), una universidad concebida por y para los pueblos indígenas, o pueblos originarios, como ellos prefieren denominarse.
Esta zona está poblada por gran variedad de pueblos originarios: tlapanecos, mixtecos, amuzgos y nahuas. Hace dos décadas algunos miembros de las comunidades empezaron a reflexionar sobre sus condiciones de vida, sus deseos y esperanzas, y tomaron conciencia de la necesidad de comenzar un proceso para mejorar su situación. Un proceso que ya sabían que duraría varias generaciones, conscientes de que sería necesario derrotar gentes y entidades poderosas, un proceso en el que abordarían los problemas uno por uno, cada cosa a su tiempo, pensando bien las soluciones para poder dejarlos resueltos por muchos años.
Poco a poco unos convencieron a otros, hasta que las propias comunidades se implicaron en el proceso. La comunidad es realmente un ser diferente que habita entre el individuo y el Estado, y para que exista es necesario que las gentes sean menos individuos, menos usuarios, y el Estado esté algo desdibujado, distraído. Éste es un concepto que en Occidente cuesta comprender.
Las comunidades señalaron qué aspectos querían mejorar y se pusieron manos a la obra, despacio, pero con gran determinación, seguridad y compromiso. Primero decidieron solucionar los problemas de seguridad y formaron la policía comunitaria. Sin duda, un proceso muy difícil que costó la vida a algunos y la cárcel a otros, pero que ha traído la paz a esta zona, reduciendo la delincuencia en un 94%, según sus propias fuentes. Esta paz les sirvió de apoyo para poder encarar el siguiente proyecto: el desarrollo de la educación.
ESTUDIAR PARA LA COMUNIDAD
La situación de abandono era tal que apenas era posible terminar la Primaria. Para estudiar Secundaria era necesario desplazarse a poblaciones más grandes. Poco a poco fueron consiguiendo completar estos ciclos educativos, y fue entonces cuando las comunidades se plantearon la necesidad de continuar la formación de sus jóvenes para que pudiesen contribuir al desarrollo de las comunidades y, de esta forma, asegurarse el futuro.
Es en ese contexto en el que las comunidades entran en contacto con algunos docentes y otros pueblos a través de los Congresos de Educación Interculturales y preparan un estudio de viabilidad para definir la universidad que quieren. A este grupo de pueblos originarios se sumaron otros afromexicanos que, a pesar de no tener un sentimiento comunitario tan marcado, sufren de una situación de abandono y marginación similar.
Tres años más tarde ya habían perfilado las líneas maestras del proyecto universitario, pensado para formar intelectuales y profesionales que ejerzan en sus propias comunidades. Se alejaban así del planteamiento occidental, que forma profesionales de manera acrítica para el mercado laboral, sin pensar en el entorno en el que vivirán. Como dicen ellos: “Dime para quién trabajas y te diré para quién has estudiado”.
Con esta estrategia se matan varios pájaros de un solo tiro. Por un lado se combate la emigración, ya que los alumnos pueden quedarse a estudiar y a ejercer en sus propias comunidades. Por otro lado, se reduce la dependencia del exterior, ya que a las comunidades les resulta muy caro y difícil importar profesionales. También consiguen que éstos se tomen el trabajo en serio y no anden despistando los pocos recursos con los que cuentan.
El proyecto de la universidad recibió en un primer momento el apoyo de Zeferino Torreblanca, del PRD, actual gobernador del Estado de Guerrero. Pero una vez ganadas las elecciones éste se decantó por invertir mucho dinero en crear en la misma zona una universidad con los parámetros habituales, desoyendo las demandas de los pueblos originarios. Pero el proyecto siguió adelante, a sabiendas de que su decisión no sería del agrado del Gobierno ni tendrían financiación.
Así comenzó la Unisur su andadura, reconocida y financiada únicamente por las comunidades, en modestas aulas prestadas y con profesores voluntarios, pero armados de un discurso autogestionario (o “autogestivo”, como dirían ellos) y soberanista que les da fuerzas, enamora a todo el que lo conoce y al que es muy difícil resistirse. Estos pueblos tienen muy claro que el siguiente paso a dar es abordar el tema de la salud, comunitaria, claro. Mientras, en Occidente, todavía pensamos en cuál es el primer paso a dar.
UNA EDUCACIÓN INTERCULTURAL Y COMUNITARIA
El modelo pedagógico de la Unisur se declara intercultural, entendido como un diálogo entre el pensamiento universal y los saberes de los pueblos originarios, y en el que la investigación cobra una importancia prioritaria como forma de enfrentar los problemas.
Para ingresar en ella es necesario el apoyo explícito de la comunidad de origen. Podríamos decir que es ésta la que solicita el ingreso.
De esta manera se refuerza el vínculo que une a las comunidades con la Unisur y ésta se asegura el apoyo al estudiante en sus trabajos de investigación. Dado que dar educación superior a uno de sus miembros supone un gran esfuerzo, todas las partes tratan de que éste sea un proceso satisfactorio que revierta en la comunidad.
Las tres licenciaturas que se pueden elegir nos dan una idea de los aspectos que consideran prioritarios. Se puede elegir entre Lengua y Comunicación para la Diversidad, Ciencia y Tecnología para el Desarrollo Sustentable y Gobierno y Administración de Municipios y Territorios, es decir identidad, economía y política, pero enfocado de manera que sea útil para el desarrollo de las comunidades. Éste es su segundo año y ya se ha extendido a nuevas ciudades: Santa Cruz del Rincón, Xochistlahuaca, Cuajinicuilapa y Xalitla.
por Daniel Gómez y Daniel Jiménez / Santa Cruz del Rincón (México)
FOTO: SANTA CRUZ DEL RINCÓN. Uno de los edificios en los que funciona la Universidad Intercultural de los Pueblos del Sur (Unisur). / Nuria Coco