5 lugares para vivir un Día de Muertos

El 2 de noviembre es una fecha muy importante para la cultura mexicana; es el día que miles de mexicanos rinden culto a los muertos.

5 lugares para vivir un Día de Muertos

Autor: Ángela Barraza

día-de-muertos

El Día de Muertos es una celebración de origen prehispánico, cuyos inicios se remontan a más de 3 mil años aproximadamente. Esta celebración ha sido declarada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco debido a que es una de las representaciones de mayor relevancia para el patrimonio vivo de México y del mundo. Además es una expresión cultural sumamente antigua, que posee una gran fuerza entre los grupos indígenas del país.

 A pesar de que hoy en día se celebra en noviembre, originalmente este festejo se realizaba en agosto; coincidía con el final del ciclo agrícola del maíz, frijol, calabaza y garbanzo. Estos productos se recolectaban para ser ofrendados a los muertos. Fue con la llegada de los españoles que se modificó la fecha; coincide con las celebraciones católicas: Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos.

 Si bien la cultura indígena mexicana ha sufrido un gran sincretismo, hay muchos lugares en la República Mexicana en los que se puede vivir un verdadero Día de Muertos y en otros se observa una gran mezcla entre las tradiciones prehispánicas y las adoptadas pertenecientes a la iglesia católica. A continuación te presentamos algunos de los sitios que mejor celebran este día y que sus tradiciones se remontan a una cultura milenaria.

 

San Andrés Mixquic

San Andrés Mixquic

Este pueblo localizado en la delegación Tláhuac en el Sur de la Ciudad de México, es famoso por su panteón en el que cada año miles de mexicanos se reúnen en la celebración del Día de Muertos.

Desde la noche del 1 de noviembre la gente acude al panteón para llevar flores de cempasúchil, comida, calaveras de dulce y veladoras que decoran las tumbas de los difuntos. Es una celebración llena de vida, en la que la música no puede faltar. Grupos tropicales y mariachis adornan con sus cantos lo que bajo otras circunstancias podría parecer un ambiente lúgubre.

Se hacen concursos de calaveras de cartón que llevan leyendas satíricas. Además en la noche previa al 2 de noviembre se realiza una escenificación de un cortejo fúnebre. Un ataúd es cargado por un grupo de personas y mientras éste pasa por las calles del pueblo, se dicen diferentes frases en relación a la muerte. Durante el trayecto se pide apoyo económico para la sepultura del supuesto muerto. Una vez en el panteón, éste “revive” y corre entre la multitud. En la noche del 2 de noviembre los habitantes encienden veladoras y cirios en las tumbas de los difuntos. Cuando se iluminan las tumbas, se busca que las almas encuentren su retorno al Mictlán (lugar donde van los muertos) y así asegurar que no se pierdan en el camino.

Cada año son muchos los turistas, tanto nacionales como internacionales, que acuden al pueblo de Mixquic para conocer más sobre las tradiciones de la cultura prehispánica. Es tanto el atractivo turístico de este lugar, que se ofrecen visitas guiadas, exposiciones, muestras gastronómicas, conciertos y una gran cantidad de actividades culturales para todos aquellos que quieran visitarlo.

 

patzcuaro_díademuertos

Ariel da Silva

Pátzcuaro y Janitzio

La ciudad que ha sido declarada como Pueblo Mágico por la Sectur, es sin duda uno de los sitios en los que mejor se puede apreciar esta celebración. Los poblados de la ribera del lago de Pátzcuaro y sus islotes, como Janitzio, son lugares atractivos a nivel mundial por su riqueza cultural del Día de Muertos. Son estos los destinos del estado michoacano que cada año reúnen a más de 100 mil visitantes entre el 1 y 2 de noviembre.

Cuenta la leyenda que el amor entre la hija del Rey Tzintzicha, Mintzita, y el príncipe heredero de Janitzio e hijo de Taré, Itzihuapa, se vio interrumpido con la llegada de los españoles. El padre de Mintzita fue tomado prisionero por lo que Itzihuapa intentó sacar el tesoro que se encontraba en el fondo del lago para pagar el rescate. Itzihuapa no volvió a ver la superficie; fue atrapado por las almas de los remeros que resguardan el tesoro en las profundidades. Se dice que en la noche de Muertos, los guardianes del tesoro “despiertan” y visitan la isla. Minitzia e Itzihuapa van al panteón para recibir las ofrendas.

Los visitantes que decidan ir a esta isla durante la celebración del Día de Muertos podrán escuchar las campanas que llaman a todas las almas a visitar el panteón, además de los cánticos purépechas (grupo étnico de Michoacán) que imploran el descanso de los muertos y la felicidad de los vivos.

 

Ocotepec

ocotepec

Se localiza en el municipio de Cuernavaca, Morelos. No es una localidad turística, pero para la festividad del Día de Muertos cobra importancia y atrae la atención de algunos turistas. En el poblado se realiza una procesión durante las noches del 31 de octubre al 1 de noviembre; el cementerio de Ocotepec es el lugar de reunión para las familias que habitan en los alrededores del poblado de ese nombre. Una vez llegados a las tumbas, la gente se sienta a un lado a comer.

Desde diez días antes de la celebración, la gente comienza a arreglar las tumbas y hacer altares en sus hogares.
Es tradición en esta localidad hacer “Ofrendas Nuevas”, se les llama así porque son altares en honor a los difuntos que fallecieron en el último año. Se recrea el cuerpo del difunto y se le viste con ropa nueva, huaraches y sombrero o rebozo. Cerca de la cabeza se colocan calaveras de azúcar. A los adultos se les ofrenda la comida que era la favorita de la persona, mientras que a los niños se les ponen juguetes y dulces.

 

Huaquechula

especial_muertos_huaquechula

Demián Ortiz

Se encuentra en Puebla, a unos 45 minutos aproximadamente de la capital de dicho estado. Es quizás uno de los lugares en los que se puede apreciar mejor el sincretismo que existe dentro de los diversos pobladores de México.

El 1 de noviembre se montan ofrendas monumentales, desde la llegada de los españoles, éstas están conformadas por varios niveles. El primer nivel, el inferior, representa el mundo terrenal. En este nivel se coloca la comida, lo que le gustaba al difunto y la imagen de éste. La imagen sólo puede verse a través de un espejo ya que el alma es algo intangible y no se puede ver directamente. En el segundo nivel se colocan figuras de santos o ángeles. En el tercer nivel, el superior, se pone un crucifijo que representa la cúspide celestial. A las 14 horas del 1 de noviembre las campanas del templo suenan para anunciar la llegada de las almas de los difuntos. Se hace un camino con flores de cempasúchil para guiarlas. El 2 de noviembre es un día más tranquilo, los familiares visitan el cementerio para dejar flores de todo tipo a sus muertos, además de sahumar con incienso y copal.

 

Xantolo en Tehuetlán

Tehuetlán es un pequeño poblado que se localiza a una hora de la Huasteca Potosina, en el estado de San Luis Potosí. Aquí se celebra el Xantolo, un festejo con una duración de cinco días que se adorna con música, danzas, comida y cantos.

Los nahuas y teenek (indígenas de la región) forman un altar que se conoce con el nombre de “arco”. Es de esta manera porque está conformado por cuatro varas de madera que representan las etapas de la vida de una persona. Éstas se doblan en dos arcos cubiertos por travesaños que representan los ritos mitológicos por los que el alma tiene que pasar para purificarse.

El 31 de octubre comienzan los festejos, se cree que este día es en el que las almas de los niños visitan a sus familiares, por lo que se ofrendan alimentos que ellos solían comer. El 1 de noviembre se llevan a cabo rezos, alabanzas y cánticos en honor a los fallecidos. Al día siguiente los pobladores llevan las ofrendas a los panteones y se decoran las tumbas con flores.

Sin duda, todos estos lugares ubicados en distintos puntos de la República Mexicana, representan una gran celebración. Es un festejo con mucha vida, que irónicamente celebra la muerte.

 

Con información de CDI, Proceso, El Excélsior y México Desconocido.


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano