Hace 25 años costaba hablar de Salvador Allende, el derrocado presidente chileno, afirmó su hija Isabel, cabeza del Senadao, quien luce relajada, contenta, no elude temas y hoy se mueve mucho más segura en la arena política que conoció con su padre.
La socióloga no se incomoda cuando dice que lleva 20 años en el Parlamento y que hoy se encuentra en una vitrina privilegiada desde su sitio de Presidenta del Senado.
Es la primera mujer en ocupar tan alto cargo, el segundo en importancia del país después de la Presidencia de la República, que su padre, el doctor Salvador Allende, lo ocupó en varias oportunidades antes de llegar a la primer magistratura, el 4 de noviembre de 1970. Su nombre hoy atrae consensos, por primera vez se le coloca en las encuestas y su nombre salta como figura presidenciable, lo que en un principio la sorprendió pero hoy se muestra más llana, por lo menos, a «estudiarlo». Se defiende diciendo que no es el momento de hablar de candidaturas porque dice estar comprometida con llevar a cabo el programa de gobierno de su compañera socialista, Michelle Bachelet. Consultada por ANSA sobre el significado de ser una Allende, la hija del mandatario que no dudó en morir en el palacio de la Moneda antes que rendirse a las fuerzas golpistas el 11 de septiembre de 1973 reconoce que «el nombre de Salvador Allende ha ido creciendo con los años». «Cuando regresé a Chile (1989) costaba hablar de Allende y de su gobierno la Unidad Popular. A medida que corría la transición a la democracia empezamos a ganar batallas», respondió y recordó que sólo en los años 90 se pudieron trasladar los restos de su padre desde el Cementerio Santa Inés de Viña del Mar donde estaba enterrado en una tumba como N.N.
Luego, prosigue en reunión hoy con la prensa internacional, se construyó «el gran proyecto de mi padre, el Museo de la Solidaridad, con todas las obras donadas por los artistas del mundo» que apoyaban el proyecto de la vía democrática hacia el socialismo. Después pasaron muchos años para poder construir el monumento -que requiere una ley por lo tanto los votos de la derecha en el Congreso-, «lo que no fue fácil» como tampoco conseguir el financiamiento para levantar la figura que se yergue a un costado de La Moneda. Más tarde vinieron las iniciativas de los municipios que le colocaba su nombre a las calles, el concurso de Televisión Nacional para elegir al personaje de la historia del Bicentenario donde resultó el más votado. «Si uno va haciendo este recorrido, de un nombre que salió de la oscuridad donde lo colocaron los vencedores que intentaron contar su historia pero se impuso la verdad, todo eso hace que esté más presente», reseñó. Sin embargo, asegura que va por etapa y que hoy sólo está analizando postularse a la dirección de su partido, por cuanto «mi nombre genera ciertos consensos» entre las distintas tendencias de la fuerza política. La presidenta del Senado se apasiona al defender los proyectos emblemáticos de la presidenta Michelle Bachelet como la reforma tributaria y aseguró que «en 24 años no ha habido un cambio tan profundo que salió adelante pese a todas las críticas que se formularon». Reconoció que fue necesario hacer un acuerdo político con los sectores opositores, «pero las líneas básicas no se modificaron». De la misma forma, aseguró, «vamos a sacar adelante la reforma educacional y en este país se va a entender que ya no es posible el lucro, la discriminación o selección de estudiantes, y el copago». Expresó que el tema educacional es muy sensible y que no es fácil avanzar porque se metió en la mente de las personas que para tener una buena educación cada familia tenía que pagar. «Debemos hacer una autocrítica, porque dejamos que se estableciera un modelo que contribuyó a la discriminación que hoy estamos viviendo», concluyó.
Fuente: Agencias