Altos responsables financieros del Reino Unido y Estados Unidos participaron ayer lunes en Arlington (Virginia, en Estados Unidos) en un “juego de guerra” financiero a puerta cerrada en el que simularon la crisis que crearía el colapso de un gran banco multinacional.
“Vamos a revisar cómo responderíamos ante la quiebra de una empresa transnacional. Queremos estar seguros de que podemos manejar una institución a la que antes se veía como ‘demasiado grande para quebrar’”, había explicado previamente el ministro británico de Hacienda, George Osborne, quien participó en el ejercicio.
Igualmente estuvieron presentes, según la cadena radiotelevisiva estadounidense ABC News, el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney; el secretario del Tesoro estadounidense, Jacob Lew; y la presidente de la Reserva Federal, Janet Yellen.
Según él parte de la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (CFSD o FDIC, por sus siglas en inglés), que albergó las maniobras en sus oficinas de Arlington, los mandatarios discutieron procedimientos para tomar el control y despiezar grandes bancos en quiebra.
El ejercicio ha tenido lugar dos días después de concluir las reuniones anuales del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), celebradas en Washington con la participación de unos 10.000 jerarcas de máximo nivel de bancos centrales, Ministerios de Economía y Finanzas, del sector privado y del ámbito académico.
El simulacro de colapso fue efectuado en la semana siguiente al acuerdo alcanzado por 18 de los mayores bancos del mundo para modificar sus reglas de actuación en caso de que una gran entidad se vea afectada por una depreciación de sus derivados financieros. Se busca con esta “vista gorda” evitar que la quiebra de un banco pueda arrastrar consigo, por un efecto de cascada, a todo el sistema bancario mundial.
El acuerdo bancario incluye a Bank of America, Bank of Tokyo-Mitsubishi, Barclays, BNP Paribas, Crédit Agricole, Crédit Suisse, Citigroup, Deutsche Bank, Goldman Sachs, JPMorgan Chase, HSBC, Mizuho Financial Group, Morgan Stanley, Nomura, Royal Bank of Scotland (RBS), Société Générale, UBS, Sumitomo Mitsui y UFJ.
Estados Unidos y la Unión Europea (UE) han establecido regulaciones similares a las de este acuerdo, pero hasta ahora estas no se aplicaban a contratos fuera de los ámbitos de legislación de esas potencias occidentales.
Según informa The Economist, “los funcionarios gubernamentales están cada vez más ansiosos por encontrar una manera de cerrar empresas financieras en dificultades sin desatar un pánico mundial”.
Sólo los cinco primeros bancos estadounidenses acumulan contratos de derivados por valor de 287 billones de dólares, lo que supone 17 veces el Producto Interior Bruto (PIB) de Estados Unidos y más de 4 veces el PIB de todo el mundo, según el autor Guru Huky, del blog especializado en economía del diario español La Vanguardia.
En 2008, la puesta en cuestión del valor de derivados financieros poseídos por el banco estadounidense Lehman Brothers acarreó la quiebra del banco y, con él, una inmensa crisis financiera mundial cuyos efectos continúan hoy día, hasta el punto de ser conocida como la Gran Recesión.