Con numerosas actividades en todo el país, principalmente en Missouri, esta semana concluyó la jornada de lucha de cuatro días “Octubre en Ferguson”, encabezada por un amplio colectivo de organizaciones defensoras de derechos civiles, para denunciar la violencia policial contra la comunidad afroamericana y la connivencia de la justicia ante los casos de racismo.
El lunes, miles de manifestantes se congregaron en las calles de Saint Louis (Missouri) para pedir la detención del agente Darren Wilson, quien disparó seis veces contra Michael Brown el pasado 9 de agosto en el cercano poblado de Ferguson y aún permanece en libertad con licencia paga.
Las programadas protestas escalaron tras un nuevo asesinado en manos de la policía. El pasado jueves en Saint Louis, Vonderrit Myers de 18 años fue baleado por un agente de seguridad retirado alegando que estaba armado, cuando el joven salía de comprar un sándwich según confirmaron varios testigos. De acuerdo al jefe de policía de la ciudad, el agente realizó 17 disparos contra el joven aunque no precisó cuántos lo alcanzaron ni los motivos del ataque.
Durante la jornada de lucha resonaron los nombres de otros tantos
afroamericanos asesinados en manos de las fuerzas de seguridad en el último tiempo: el 11 de agosto dos agentes de Los Ángeles (California) dispararon por la espalda a Ezell Ford, un joven con problemas mentales de 25 años que se encontraba desarmado; el 12 de agosto en San Bernardino (California), oficiales dispararon varias veces con una pistola Taser -de descarga eléctrica- a Dante Parker, de 36 años, quien estaba desarmado y andaba en bicicleta; una semana antes la policía le disparó en una tienda en Beavercreek (Ohio) a John Crawford, un joven de 22 años que llevaba un arma de juguete que estaba en venta en el comercio; el 17 de julio en Nueva York un agente estranguló a Eric Garner, un hombre desarmado 43 años, mientras intentaba arrestarlo por presunta venta ilegal de cigarrillos.
La ola de protestas recuerda a su vez el caso de Trayvon Martin, un afrodescendiente de 17 años que fue asesinado en 2012 cuando caminaba desarmado por el barrio de George Zimerman, un vigilante voluntario que le disparó alegando defensa personal y fue absuelto un año después, provocando una ola de manifestaciones similares a las actuales.
Luego de la década del ’60, donde se produjeron los más graves disturbios raciales, el país ha experimentado continuamente incidentes de origen racial. Entre ellos de destaca el caso de Rodney King, un taxista negro asesinado a golpes por cuatro policías blancos en marzo de 1991 en Los Ángeles; un año después los agentes fueron declarados inocentes, lo que generó una ola de protestas que fue brutalmente reprimida dejando un saldo de 55 muertos y más de 2000 heridos.
Según fuentes del propio FBI, en los últimos siete años dos veces por semana un policía blanco mató a un joven afroamericano, es decir que se produjeron 400 asesinatos por año, en los que el 18 por ciento de estos jóvenes promediaban 21 años de edad, comparado con un 8,7 por ciento contra ciudadanos blancos. A poco de las próximas elecciones en el Congreso, el debate racial renace nuevamente en Estados Unidos.