La producción alimentaria tendrá que incrementarse en un 70 por ciento, según un foro convocado por la FAO para octubre en Roma.
Producir un 70 por ciento más de alimentos para 2 300 millones de personas adicionales de aquí a 2050, al tiempo que se combate el hambre y la pobreza, se usan de forma más eficiente los escasos recursos naturales y adaptarse al cambio climático, serán los principales retos de la agricultura mundial en las próximas décadas, según documentos de debate de la FAO dados a conocer hoy.
La Organización de la ONU organizará un Foro de Expertos de Alto Nivel en Roma los próximos 12-13 de octubre para discutir estrategias sobre «cómo alimentar al mundo en 2050». El Foro reunirá a cerca de 300 expertos del sector académico, privado y de ONGs de países desarrollados y en desarrollo. Servirá para preparar el terreno para la Cumbre Mundial sobre la Seguridad Alimentaria, que tendrá lugar en Roma entre el 16 y 18 de noviembre de 2009.
OPTIMISMO MODERADO
«La FAO es moderadamente optimista sobre el potencial del planeta para alimentarse a sí mismo en 2050, aseguró el Director Adjunto de la FAO Hafez Ghanem. Sin embargo apuntó que poder alimentar entonces a toda la población mundial no se logrará de forma automática, y que antes tendrán que superarse dificultades importantes.
Segun Ghanem, es necesario un marco socioeconómico adecuado para hacer frente a los desequilibrios y desigualdades y garantizar que todo el mundo tiene acceso a los alimentos que necesita y que la producción alimentaria se realiza de forma que se reduce la pobreza y se tienen en cuenta las limitaciones de los recursos naturales. Las proyecciones a nivel mundial muestran que, además de las inversiones previstas en agricultura, son necesarias más inversiones de peso para mejorar el acceso a los alimentos. En caso contrario cerca de 370 millones de personas pueden seguir sufriendo hambre en 2050, casi un cinco por ciento de la población mundial.
Según los últimos cálculos de la ONU, la población mundial pasará de los 6 800 millones de personas de hoy a 9 100 millones en 2050: un tercio más de bocas que alimentar. Casi todo el incremento demográfico tendrá lugar en los países en desarrollo. El crecimiento más rápido de la población será en África subsahariana (un 108 por ciento, con 910 millones de personas) mientras que el crecimiento más lento se producirá en Asia oriental y el Sudeste asiático (un 11 por ciento, con 228 millones de personas).
Cerca del 70 por ciento de la población mundial vivirá en ciudades o áreas urbanas en 2050, comparado con el 49 por ciento que lo hace en la actualidad.
DEMANDA DE ALIMENTOS
Se espera que la demanda de alimentos continúe creciendo como resultado del incremento demográfico y el aumento de los ingresos. La demanda de cereales (como alimentos y como piensos para animales) se cree alcanzará 3 000 millones de toneladas en 2050. La producción anual de cereales tendrá que crecer en casi 1 000 millones de toneladas (hoy es de 2 100 millones) y la producción de carne en más de 200 millones de toneladas, para alcanzar 470 millones en 2050. El 72 por ciento de la producción cárnica será para el consumo en los países en desarrollo, que hoy en día consumen tan solo el 58 por ciento.
La producción de biocombustibles podría también aumentar la demanda de productos básicos agrícolas, en función de los precios de la energía y las políticas gubernamentales.
TIERRA
A pesar que el 90 por ciento del crecimiento en la producción agrícola está previsto proceder de un aumento del rendimiento y la intensificación de los cultivos, la tierra cultivable tendrá que ampliarse en cerca de 120 millones de hectáreas en los países en desarrollo, sobre todo en África subsahariana y Latinoamérica. Según las previsiones, la tierra cultivable en los países desarrollados disminuirá en unos 50 millones de hectáreas, aunque esta cifra podría variar en función de la demanda de biocombustibles.
A nivel mundial existe todavía suficiente tierra disponible para alimentar a la futura población mundial. La FAO advierte que, no obstante, gran parte de esta tierra potencial tan solo es adecuada para pocos cultivos -no necesariamente aquellos con mayor demanda- y se concentra en unos pocos países.
Gran parte de la tierra que hoy permanece inutilizada sufre de limitaciones químicas y físicas, enfermedades endémicas y falta de infraestructuras que no pueden solucionarse fácilmente. Por lo tanto se necesitarían importantes inversiones para ponerlas en producción. Parte de esas tierras están cubiertas de bosques o sujetas a la expansión de los núcleos urbanos. Una serie de países, en particular en Oriente medio/Norte de África y Asia meridional han alcanzado o están a punto de alcanzar los límites de tierras disponibles.
AGUA
El consumo de agua para la agricultura de regadío está previsto crezca a un ritmo menor debido a la disminución de la demanda y un uso más eficiente del agua, pero aún así se incrementará en cerca del 11 por ciento para 2050. A nivel mundial, los recursos de agua dulce son suficientes, pero están distribuidos de una forma muy desigual y la escasez de agua alcanzará niveles alarmantes en un número creciente de países o regiones dentro de esos países, en particular en Oriente medio, el Norte de África y Asia meridional. Utilizar menos agua, y al mismo tiempo producir más alimentos, será la clave para hacer frente a la escasez del líquido elemento. Esta escasez podría agravarse por los cambios en el régimen de lluvias resultantes del cambio climático.
RENDIMIENTO POTENCIAL
De todas formas, el potencial para aumentar el rendimiento de los cultivos y alimentar a la creciente población mundial parece ser considerable. Según la FAO:»si se dispone de los incentivos socioeconómicos adecuados, existen todavía numerosas brechas en el rendimiento que son ‘salvables’ (es decir, diferencias entre el rendimiento que se puede alcanzar a nivel agroecológico y el nivel actual) que pueden explotarse. El temor a que los rendimientos hayan alcanzado su techo no parece justificado, excepto en circunstancias muy especiales».
MENOS VÍCTIMAS DEL HAMBRE
La FAO ha solicitado intervenciones más contundentes para progresar más rápido hacia la reducción y eliminación final del hambre y la pobreza. Las inversiones en agricultura deben ser una prioridad absoluta y deben incrementarse en cerca del 60 por ciento, ya que este sector no solamente produce alimentos, sino que también es fuente de ingresos y de medios de subsistencia rurales.
La reducción de la pobreza requiere igualmente inversiones en infraestructura rural (carreteras, puertos, energía, almacenes y sistemas de irrigación), inversiones en instituciones, investigación y servicios de extensión agraria, títulos y derechos de propiedad, gestión de riesgos, sistemas de control veterinario y de la inocuidad de los alimentos, e inversiones no agrícolas que incluyan redes de seguridad alimentaria y transferencias de dinero a los más necesitados.
Sin desarrollo e inversiones en las zonas rurales en los países pobres, la penuria y las desigualdades seguirán estando muy extendidas, aunque bastante menos que hoy en día, según la FAO.
El Ciudadano