El arte de embriagarse

Arte y alcohol

El arte de embriagarse

Autor: Director

madamebeberyArte y alcohol. Un matrimonio convenido y bien maquillado que ha convertido a algunos en inmortales, a otros en felices “inmorales” y a los más desafortunados en pacientes de tempranos trastornos hepáticos. Lírica, tablas y principalmente literatura han transformado la aventura de crear en un amable tránsito por la euforia etílica. Ante todo, una relación histórica que no pasa desapercibida. Un lugar común. Un coqueteo adolescente sin garantías. Una cama visitada bíblicamente desde Homero hasta Hemingway, desde Rubén Darío hasta Joseph Roth.
Este brindis repetido resultó efectivo para algunos. Los más entusiastas como Baudelaire, Faulkner, Fitzgerald, Allan Poe, Verlaine, Dostoyevsky y el tormentoso Rimbaud consiguieron embriagar también al lector, por suerte. Testimonio de ello son “Trópico de Cáncer” y “Trópico de Capricornio” de uno de los ebrios más elocuentes del siglo XX, Henry Miller, o “Notas de un viejo indecente” del
puño explosivo y libidinoso de Charles Bukowski.
Y es que parece que el alcohol fuese una especie de visado para el gobierno del arte.Sin embargo, también tiene sus deudos. Víctimas de intoxicaciones como Dylan Thomas y sus últimas palabras: “he bebido 18 vasos de whisky, creo que es todo un record”; Jim Morrison por un paro cardíaco producto de una ingesta obscena o el supuesto “síndrome de abstinencia” que se asoció a la muerte de la vocalista británica Amy Winehouse. Todo empujado por previa o posterior mezcla de alguna sustancia de moda.
Verborrea lingüística, aventuras fantásticas por el sueño, sobresalto de la percepción, hallazgos extraordinarios y la búsqueda de estilo justificaron la borrachera en los albores de todo creador.

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Algunos acabaron con obras maestras y acumularon galardones, otros simplemente confundieron libertad creativa con fiesta ininterrumpida, pero ante todo, quedó demostrado que el genio triunfa por sobre la torpeza y el adormecimiento propio de este néctar consigue en las más cruel de las resacas, sacar en limpio un manuscrito.
Vino, absenta, vodka o ginebra, los artistas se refieren al alcohol como uno habla de un amante, incluso al momento de dejarle.
A favor o en contra, algunos representantes del patrimonio nacional se juegan sus cartas.
Hoy, Álvaro Bisama, escritor, crítico literario y autor de “Caja Negra”, “Estrellas Muertas” y “Ruido” nos comparte sus ideas, entre copas y líneas:
Alcoholes predilectos
Desde hace unos años, la cerveza me empezó a caer mal, a dar resaca. Quizás se deba a una alergia o algo parecido. Así que empecé a beber cosas más fuertes: whisky y, ocasionalmente, ron. Menos caña. Un dolor de cabeza tolerable, creo. Lugar para consumirlo
Da lo mismo el lugar. Nunca he pensado en eso. Esto es Chile. No sé si haya un lugar mejor que otro para beber.
¿A qué asocias el buen vino? ¿Y el malo?
Como no bebo demasiado vino y asocio el vino a algunas comidas con amigos. El vino siempre tiene esa cosa social del almuerzo o la cena. El mal vino, por supuesto, con ese momento de la juventud donde bebes cualquier cosa, da lo mismo lo que sea, y la noche se extiende hacia adelante y crees que el hígado puede resistirlo todo.
¿Recuerdo de caña?
Ninguna resaca es idéntica a la otra. Las más bestiales son aquellas que no crees poder sobrevivir, que dejan KO, que hacen que todo parezca irreal. Recuerdo una caña de una absenta que bebí en un bar de Valparaíso. La absenta era en realidad un anís bien impresentable. La resaca era mala onda, como que te pegaba de modo medio depre. No había bebido mucho, la verdad.
¿Entiendes algo cuando lees o escribes con trago?
Nunca escribo o leo con trago.
¿Cuáles son las relaciones históricas que recuerdas de creadores v/s alcohol?
La mitología obvia. Los Malcolm Lowry, los que han convertido al hecho de beber en una especie de condición metafísica, en algo que avanza hacia algún lugar, que puede ser una especie de iluminación cuando es un desastre.
¿Es benéfico en el proceso creativo?
Me imagino que sí, aunque para mí no. No puedo trabajar con alcohol encima.
A tu juicio, qué artista debería haber sido abstemio
No sé por qué, pero esa bruma alcohólica con la que Oscar Contardo describe los últimos días de Luis Oyarzun me parece densa y atroz, una suerte de abandono inexorable, demoledor.
¿Y a cuál le hizo falta un poco más?
¿Melón y Melame?
¿Chile es un país de buen beber?
No lo sé. Los viejos punks ahora son catadores de cerveza. Cada chileno es un sommelier aficionado de vino de todo tipo así que me imagino que sí, que ahora se bebe mejor, aunque en realidad solo se bebe nomás, como si tomar alcohol fuese una especie de excusa para ingresar a un territorio extraño pero profundamente común, esa suerte de dimensión paralela donde todos están a medio filo y se
comunican con susurros, casi telepáticamente.


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