“Los chilenos son grises, opacos, necesitábamos alegrarles la vida y al mismo tiempo quitarles el miedo a bajar a un subterráneo oscuro para utilizar un nuevo y moderno medio de transporte”. Así explicaba el arquitecto Peter Himmel el diseño de los murales de mosaicos que elaboró para el Metro de Santiago y que aún pueden hallarse en algunos rincones.
Varios han sido retirados por la empresa, mientras otros han quedado ocultos bajo la publicidad. Eran parte de un proyecto diferente de Metro, cuya estación San Pablo se llamaría Violeta Parra y cuyo trazado hacia el oriente llegaba hasta la Remodelación San Luis, el proyecto de viviendas sociales que el gobierno de la Unidad Popular desarrollaba en Las Condes.
¿Qué hubiera ocurrido con el tren subterráneo si el golpe de Estado no hubiera provocado esas modificaciones? Eso es lo que intenta responder el artista Leonardo Portus en Estación utopía, la muestra que inaugura este martes en el Museo de Artes Visuales.
Son tres las maquetas de estaciones ficticias las que construyó el autor, a lo que se añaden otros elementos y un ordenamiento que asimila el recorrido por el Museo con la experiencia de ingresar a una estación. “El público va a tener que recorrer los ascensores, rampas y escaleras, entonces va a introducirse en el zócalo del museo tal como si estuviera moviéndose en una estación de Metro”, dice Leonardo Portus.
“Hay una serie de 27 fotografías que realicé a las maquetas jugando con distintos tipos de luz, para jugar con la frontera entre realidad y ficción, y también habrá una instalación que es como un epílogo, que yo llamo una obra de arte integrado fallida. Es una videoinstalación en la que se proyectan todos estos mosaicos y baldosas sesenteras con formas geométricas”, añade.
No es el primer ejercicio de este tipo que realiza el artista. La ucronía, es decir, una historia imaginada cambiando un hecho histórico específico, ya estaba presente en su exposición Esta será mi casa cuando me vaya yo, que presentó en la Sala Gasco y se preguntaba qué hubiera ocurrido si continuaban las políticas habitacionales modernistas planeadas por la Unidad Popular.
En este caso, hace referencia también a otros trabajos cercanos a un arte integrado, como el que se podía hallar en el edificio de la Unctad III (actual GAM) o aún se puede rastrear en el paso bajo nivel de Carmen con Alameda, diseñado por Carlos Ortúzar, Iván Vial y Eduardo Martínez Bonatti.
“El arte chileno contemporáneo había tenido una evolución desde lo literal hacia lo funcional, sobre todo en cuanto al espacio público. Después del golpe, toda esa experiencia queda truncada y se retoma un arte más ilustrativo y decorativo. A mí, por ejemplo, me cargan las pinturas de Guillermo Muñoz Vera que están en el Metro Moneda, entonces pienso qué pasaría si tuviéramos, por ejemplo, una escultura cinética de Matilde Pérez. Es un arte abstracto que quizás no es de fácil lectura, pero el gran detalle del arte integrado es que de repente pasa piola, la gente no se da cuenta que es una obra de arte. Sin embargo, esa experiencia se instala en el imaginario, en las costumbres de las personas, que muchas veces gozan una obra de arte sin darse cuenta”.
Estación utopía se podrá visitar entre el 28 de octubre y el 28 de diciembre en el Museo de Artes Visuales, ubicado en José Victorino Lastarria 307, Plaza Mulato Gil de Castro.