EVO y la industrialización: El dirigente sindical en la presidencia

Aunque parezca un despropósito, pequeños y medianos empresarios chilenos tienen sus potenciales mejores aliados tácticos en quienes se le paran al frente con decisión con un pliego de negociación colectiva en la mano y una férrea organización sindical en la palestra.

EVO y la industrialización: El dirigente sindical en la presidencia

Autor: Sebastian Saá

Horacio EvoEn efecto, la pequeña y mediana empresa no ha entendido, y nosotros pocas veces ahondamos en ello, que su aliado natural en este período, aunque les duela, son los trabajadores industriales. Y no tiene que ver con pedir que aflojemos la decisión en las huelgas y negociaciones colectivas, sino con identificar con claridad cuál es el obstáculo para el desarrollo de ambos actores de la realidad económica, social y política de este país.

Recientemente tuve la tremenda oportunidad de compartir una cena y conversación con el presidente de Bolivia, Evo Morales, hasta donde llegamos con un grupo de dirigentes de distintas organizaciones agrupadas en la Unión de los Pueblos, capítulo Chile, que nos hemos hecho la voluntad de solidarizar con los procesos que en América Latina abren paso a proyectos emancipadores de la clase trabajadora y los pueblos.

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Fuimos para entregarle la copia de una carta hecha llegar al Gobierno de Chile, en que abogamos por una solución a la demanda marítima de Bolivia, en el marco de la diplomacia de los pueblos, que entregue al vecino país una salida soberana al océano Pacífico.

En una mesa larga y en medio del colorido andino del palacio de Gobierno, escuchábamos con atención el proceso del hermano país en boca de un hombre sencillo, como los indígenas de nuestro norte, un dirigente sindical avezado, un revolucionario irreductible, que ha puesto al servicio de su gestión las artes de la negociación que aprendemos en las luchas sindicales, para sacar a su país del atraso e injusticia endémicos y ponerlo a crecer a más de un 5 por ciento.

En esos días, previos a su reelección con más del 60 por ciento de los votos, ganando en la mayoría de las circunscripciones, incluyendo al hasta entonces considerado bastión opositor, Santa Cruz, Evo mostraba su confianza y tranquilidad de una nueva victoria del proyecto. Y no basaba su convicción en su popularidad personal, sino en un calculado éxito táctico: la alianza con las capas medias.

Analistas bolivianos auguraban incluso que esta tendencia se reflejará en los resultados de los comicios departamentales y municipales, acorralando a una oposición que no ha sabido sumar, frente a un proyecto popular que representando inequívocamente el interés de la clase trabajadora, ha sabido avanzar en alianzas pluriclasistas, relevando puntos de interés común, como es el desarrollo industrial del país por sobre la extracción y exportación de materias primas.

A nosotros nos falta mucho para eso. Tenemos un gran empresariado retrógrado y neoliberal y una pequeña y mediana empresa en su mayor parte colonizada ideológicamente por quienes buscan (y están cerca de lograr) su destrucción. Los mismos que imponen precios irrisorios a sus proveedores nacionales, los mismos que demoran meses en pagar una factura, los mismos que impulsaron los TLC que pusieron a competir en total asimetría, la industria chilena con la china y coreana, son paradójicamente los modelos ideológicos de nuestros pequeños y medianos empresarios, que no aciertan a identificar la dirección en la que va la micro en la que han sido embarcados.

En el caso nuestro, la crisis de la industria manufacturera nos afecta directamente, por cuanto cada vez que un trabajador es despedido del sector industrial para integrarse a los servicios, lo hace en desmedro de su calidad de vida y la de su familia.

Falta sacar cuentas. A las PYME, comprobar que no es en los salarios y condiciones de los trabajadores, donde este sector de la economía va a encontrar desahogo a sus aprietos, sino estableciendo precios y condiciones justas para negociar con los grandes, exigiendo fomento a la industrialización desde el Estado. A los trabajadores, tener la claridad de una mirada más larga, que enlace tácticamente con el desarrollo del sector, sin relativizar en una coma nuestras legitimas formas de lucha.

Una lección subrayada tiene en este sentido para entregarnos Bolivia: la CEPAL proyecta que Bolivia liderará este año el crecimiento económico en Sudamérica con una expansión de su Producto Interno Bruto (PIB) del 5,5%. La relevancia de este dato no sólo pasa por instalar al país altiplánico por primera vez en estos rangos, sino fundamentalmente por dos factores de fondo, de los cuales el primero es que el país vecino crece en un modelo no–neoliberal, basado en la renacionalización de los recursos naturales y en una fuerte inversión social. Lo segundo, es que a pesar de las fuertes reformas, léase asamblea constituyente, reformas sociales, laborales, tributaria, educacional, Bolivia mantiene, según el organismo de Naciones Unidas “una de las economías más dinámicas de la región por la inversión estatal y la extranjera, que continuará llegando porque el país genera confianza”.Apreciación de la secretaria ejecutiva de la entidad, Alicia Bárcena, que echa por tierra uno de los argumentos base de la derecha chilena para frenar toda transformación.

Es cierto que impulsar un proceso de industrialización, no es materia que esté en el programa del actual Gobierno, no al menos directamente, pero esta idea complementa bien el esfuerzo que se está haciendo en materia de Reformas Laborales, por cuanto es indispensable sacar de foco el viejo “cuco”empresarial de que más derechos para los trabajadores es más costo para la industria y en consecuencia menos empleo. Por el contrario, acompañado de medidas especiales y fomento productivo a las PYMES (que ofrecen la mayor cantidad y calidad de empleo a pesar de las dificultades estructurales que le impone el modelo económico), el garantizar la reposición de los derechos sindicales plenos, de acuerdo a los convenios internacionales, la negociación colectiva para todos, huelga sin reemplazo ni plazo, titularidad sindical, son cuestiones que no sólo benefician a los trabajadores sino a un proyecto nacional que potenciael empleo digno, la equidad y el desarrollo sustentable.


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