Este cuadro ya lo vive desde que estalló la crisis financiera global. En estricto rigor, se encuentra en depresión, también con el peligro de caer en una deflación generalizada. Son expresiones muy parecidas a las experimentadas por Japón después del estallido de sus burbujas inmobiliarias y bursátiles a comienzos de la década de los noventa. El problema de la eurozona se agudizó cuando el deterioro de la actividad alcanzó incluso a Alemania, su mayor economía. Tanto su banco central, el poderoso Bundesbank, como los cuatro institutos de estudios económicos que asesoran al gobierno de la canciller Angela Merkel, pronostican que el producto negativo registrado en el segundo trimestre se mantendrá hasta fin de año. La exigencia generalizada es que se abandone la política de austeridad, que internamente en Alemania se propone el equilibrio presupuestario y no endeudarse, cuando lo que se requiere urgentemente es actuar para incrementar la demanda agregada.
La depresión de la eurozona
El economista jefe del Fondo Monetario, Olivier Blanchard, en un artículo dado a conocer después de la asamblea semestral de la institución, señaló como uno de los mayores riesgos que enfrenta la economía global es el que “la zona del euro se estanque (…) y que la baja inflación se convierte en deflación” (15/10/14). De ser así, recalcó, “sería el principal problema al que se enfrentaría la economía mundial”. En verdad, la eurozona vive desde 2008, al estallar la crisis financiera global, una depresión, sin recuperar los niveles de actividad perdidos, con una alta tasa de desempleo, superior en promedio al 11%, y en peligro de entrar a una deflación generalizada. En octubre, su cuadro económico social siguió deteriorándose. Al finalizar el mes, en una cumbre efectuada en Bruselas, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, demandó “una agenda de reformas para diciembre”, con calendarios por países, insistiendo en que Berlín y los países con capacidad de hacerlo “deben pensar seriamente en estimular la demanda” (25/10/14).
En el mes arreciaron los pronunciamientos, incluyendo directamente al propio FMI, exigiendo un cambio de política en la región. La canciller alemana, Angela Merkel, lo rechazó públicamente una vez más. Su gobierno mantiene inalterable su decisión de obtener en 2015 el primer superávit fiscal desde 1969 y conservar las cuentas públicas hasta 2018 en azul, sin adquirir nuevo endeudamiento. Sosteniendo, en contra de los hechos, que la consolidación fiscal, en otras palabras la continuidad de las políticas de austeridad, conduciría a un crecimiento sostenible (17/10/14). Su afirmación fue efectuada cuando el informe anual conjunto de los cuatro institutos germanos que asesoran al gobierno expresaban que la economía del país se encontraba al borde de la recesión, destacando que las exportaciones están cayendo, entre ellas las efectuadas a Rusia, influidas negativamente debido a las propias medidas adoptadas por los países de la Comunidad Europea y EEUU, prohibiendo que se le efectúen exportaciones en sectores que el abastecedor fundamental era precisamente Alemania.
El documento estimó que en el tercer trimestre se habría producido un crecimiento nulo, para expandirse un 0,1% en octubre-diciembre, después de contraerse un 0,2% en abril-junio. “También están viniendo vientos en contra de las perspectivas económicas –expresaron los cuatro institutos– desde la política económica” gubernamental. La decisión de tener un equilibrio presupuestario y no emitir deuda, que forma parte del mandato acordado para el tercer gobierno de Angela Merkel es un componente activo en la caída de los niveles de actividad. El boletín mensual de octubre del Bundesbank, el banco central alemán, confirmó esta tendencia. Para el tercer trimestre señaló que “el resultado económico total debería estar al nivel del segundo trimestre”, cuando su producto se contrajo en 0,2%.
La estrategia económica de la región definida en lo fundamental por Alemania, que descansa en la reducción de los déficits fiscales, expansión monetaria convencional y reformas estructurales, entre las cuales destaca ir hacia el equilibrio presupuestario y liberalizar el mercado del trabajo, no han dado resultado. La demanda sigue teniendo un nivel bajo. En el segundo trimestre su nivel real fue un 5% inferior a la de enero-marzo de 2008.
Durante octubre los mercados de la eurozona volvieron a vivir momentos de gran inestabilidad. Tal como aconteció en 2011, Grecia constituyó el punto más caliente. Sus bonos del Tesoro llegaron a cotizarse a 9%, al tiempo que el mercado bursátil se derrumbaba. En la situación influye el cuadro político. En febrero de 2015 se debe renovar al presidente del país y la debilitada coalición gubernamental no cuenta con votos suficientes para obtener su nominación, provocándose así elecciones anticipadas. Las encuestas indican que de efectuarse obtendría la primera mayoría Syriza, fuerza de izquierda que es crítica a las políticas seguidas y cuyo programa plantea reestructurar la deuda. Ello incidió en el crecimiento de las primas de riesgo, que en el cuadro de inestabilidad se extendieron a otros países de la eurozona muy afectados por la crisis.
Junto a la inestabilidad y la caída de los mercados financieros, “las nuevas señales de desaceleración global, la caída de los precios de las materias primas y las acciones –constató The Wall Street Journal– (…) sugieren que el riesgo de la deflación sigue latente. Las preocupaciones –añadió– son más pronunciadas en Europa y Japón (…)” (17/10/14). En septiembre el IPC promedio de la eurozona fue solo de 0,3%, encontrándose ya varios países en deflación, entre ellos Italia y España. Las medidas adoptadas para impedirla por el BCE en abril y junio[1] no dieron los resultados esperados. Llegar al relajamiento cuantitativo, como le demanda el FMI y otras instancias internacionales, no logran consenso. El Bundesbank expresó abiertamente su oposición. El presidente del BCE, Mario Draghi, con el propósito de contribuir al retorno de la inflación a niveles próximos al 2%, comunicó que el 20 de octubre la institución que dirige inició un nuevo programa de compra de bonos garantizados no solo por el monto de activos que respalda la operación sino por el total de los que posee el emisor. La opinión generalizada es que esta acción nuevamente será insuficiente.
“Los inversores esperan desde hace tiempo que ocurran tres cosas propuestas por Mario Draghi –comentó a su turno Luis Garicano, de la London School of Economics– que Alemania afloje la austeridad fiscal, que países como Francia e Italia impulsen sus reformas y que el BCE apruebe medidas agresivas como las compras de deuda pública”. Pero, reclama, “pasa el tiempo y el mercado se da cuenta que no ha ocurrido” (19/10/14).
El Banco Mundial en un informe sobre el mercado global de los commodities, proyecta que sus precios continuarán cayendo en lo que resta el año. Tendencia que subsistirá en 2015. Su predicción la fundamentó en la desaceleración de los principales países de la eurozona, empezando por Alemania; el fortalecimiento el dólar que incide negativamente en su nivel al cotizarse en esa misma divisa; perspectivas positivas en la producción de muchas materias primas, en primer lugar el petróleo; y finalmente porque los inversionistas ven menos atractivo refugiarse en commodities.
En Japón, las medidas adoptadas por su Gobierno habían obtenido, después de varios años con lapsos de deflación, llevar el IPC por encima del 1%, pero el indicador volvió a descender después de la fuerte caída de la actividad económica en el segundo trimestre, como consecuencia de subir el IVA en abril. Ello es un índice de lo extremadamente difícil que es salir de un cuadro de deflación y estancamiento. De allí la preocupación generalizada por el peligro real de que se produzca en otros lugares, particularmente en la eurozona.
En el agudo cuadro de inestabilidad aumentan en la eurozona –y en otros lugares, como EE.UU. –, la adquisición de bonos del Tesoro, para así buscar seguridad. “Los tipos de interés de una gran parte de la deuda (fiscal) europea están (…) bajos –escribió Paul Krugman–, porque las perspectivas de Europa son muy malas y no hablamos solo de Alemania. Francia tiene ahora mismo un conflicto con la Comisión Europea, que dice que el déficit (fiscal) previsto es demasiado alto, pero a los inversores que siguen comprando bonos franceses aunque tengan un tipo de interés a diez años de tan solo un 1,26%, es evidente que les preocupa mucho más el estancamiento europeo que una suspensión de pagos francesa. (…) los mercados están prácticamente suplicándole a los Gobiernos que adquieran préstamos y gasten dinero, en infraestructura por ejemplo; los tipos de interés (…) están a un poco más de cero, así que financiar carreteras, puentes y sistemas de saneamiento saldría casi gratis” (19/10/14). La preocupación de Krugman no se refiere únicamente a la eurozona sino a lo que debería hacerse, por la misma razón, en EE.UU.
HUGO FAZIO
[1]Véase Resúmenes Económicos Segundo y Tercer Trimestre 2014