Pudiera parecer extraño e insólito, pero en Chile Pablo Neruda, el insigne poeta Premio Nobel de Literatura, tiene poca resonancia en calles, monumentos e instalaciones.
Ahora una fundación impulsa la idea de crear una moneda con el valor de mil pesos con la imagen del autor de Veinte poemas de amor y una Canción Desesperada.
Todo, evidentemente por su filiación política, comunista de pura cepa. Al punto de que existe todavía un debate para cambiarle el nombre al aeropuerto internacional de Santiago y bautizarlo como Poeta Pablo Neruda.
Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto (el verdadero nombre de Neruda) fue miembro del Comité Central del Partido Comunista, senador, precandidato a la presidencia de Chile y embajador en Francia.
Exiliado en 1949 entre otras cosas por su denuncia en un artículo de la crisis democrática de su país, regresó en 1952, mantuvo su indeclinable defensa del socialismo y trabó una larga amistad con Salvador Allende.
Reconocerlo en una moneda, cuando incluso la imagen de Gabriela Mistral, la otra Premio Nobel chilena está en los billetes de cinco mil pesos, se antoja como la reparación de una prolongada injusticia.
También lo del nombre al aeropuerto se corresponde con una vieja aspiración de sus cientos de miles de admiradores que encuentra la resistencia de la derecha. Algo similar ocurre con otro ilustre poeta chileno, Vicente Huidobro, también comunista.
Alguna entidad que lleva su nombre, fue aceptada como Poeta Vicente Huidobro, como si el inspirador del llamado movimiento del creacionismo, situado entre los grandes autores chilenos, separara su identidad política de la literatura.
De Neruda sigue en curso una investigación que trata de determinar si, en efecto, murió el 23 de septiembre de 1973 como consecuencia de un cáncer de próstata, o si recibió una inyección letal de manos de agentes de la dictadura.
La exhumación de su cadáver se hizo a solicitud del Partido Comunista ante la denuncia de su asistente Manuel Araya Osorio de que había sido asesinado.
De hecho, la casa de Neruda en esta capital fue saqueada por militares del dictador Augusto Pinochet y muchos de sus libros fueron quemados, además de daños a documentos y detalles de su labor.
Fuente: Prensa Latina