El Irreverente* conversó en Ercilla con Jaime Huenchullan y Daniel Melinao, werkenes de las comunidades Autónoma de Temucuicui y Wente Winkul Mapu, respectivamente. Indagamos en los fundamentos ideológicos de las comunidades y Lof en resistencia, su mirada a las políticas del gobierno y los pilares que sostienen el sueño de liberación y autonomía del pueblo mapuche.
Ercilla vuelve a ser el corazón del conflicto chileno-mapuche. El lunes 20 de octubre un millar de comuneros marchó por las calles de Temuco, capital de La Araucanía, en rechazo a la criminalización pública que el gobierno ha puesto en marcha contra las comunidades en resistencia. No solo marcharon. Ese mismo día, declararon el territorio comprendido entre Collipulli y Victoria como zona autónoma mapuche: algo así como 30 mil hectáreas liberadas.
Comenzaron los deslindes y con ello la represión. La comunidad Coñomil Epuleo fue la más afectada, sufriendo la detención de 5 comuneros tras un violento desalojo y allanamiento en las tierras en recuperación. Entre los aprehendidos se encuentran 3 menores de edad, quienes fueron llevados al tribunal esposados de pies y manos, desatándose la crítica transversal del mundo mapuche y la sociedad civil.
Es en este contexto que reproducimos la entrevista realizada para El Irreverente a dos de los werkenes de Ercilla, Daniel Melinao y Jaime Huenchullán, para comprender el trasfondo político e histórico de la demanda mapuche en la provincia de Malleco.
¿Cuál es el balance que realizan de los últimos 15 años de lucha mapuche en la provincia de Malleco y cómo proyectan su desarrollo, entendiendo el actual escenario político?
J.H. Hay que entender que el estado de Chile lleva un poco más de 100 años instalado en este territorio. De esta zona son el lonko Mangin Huenu y el toqui Kilapan y hoy, nuevamente, las comunidades se han levantado y alzado la voz, recuperando parte del territorio usurpado, independientemente de los costos que han arrastrado estos procesos. Aquí el estado ha ejercido la opresión y la doctrina de la dominación. Pero hoy tenemos un despertar, sobre todo de la gente más joven, que ha decidido hacer frente a esta política colonialista que permita avanzar hacia un proceso de liberación y autonomía, donde nosotros como pueblo podamos determinarnos en todos los ámbitos, tanto políticos, culturales y ancestrales. Hacia allá vamos avanzando, desde la recuperación del territorio.
D.M. Hoy día como comunidades en resistencia estamos dando continuidad a una larga lucha. Lo que estamos haciendo no es tan sólo la recuperación de un espacio de tierras, nuestra lucha apunta a la recuperación territorial. Ese es el planteamiento de las comunidades de Malleco y de la octava y novena regiones. Esto se basa en que hoy día hay grandes latifundistas y empresas forestales que ocupan grandes espacios territoriales y nosotros, como mapuche, seguimos viviendo en espacios muy reducidos. Tenemos que seguir avanzando no sólo con la recuperación del territorio, sino que también en la recuperación de nuestra cultura e idioma. Ha eso nos referimos cuando hablamos de reconstrucción y liberación nacional de nuestro pueblo.
El nuevo gobierno de Bachelet tiene una batería de propuestas para el pueblo mapuche: consulta, Consejo y Ministerio de Asuntos Indígenas, entre otras. ¿Qué piensan respecto de estas políticas y a contracorrientes qué proponen? ¿Qué están dispuestos a negociar y bajo qué criterios políticos?
J.H. La demanda de las comunidades mapuche de la zona es clara. Llevamos más de 100 años con políticas colonialistas y el planteamiento es uno solo: Los colonos y las empresas forestales deben abandonar el territorio mapuche, no sólo por el carácter ilegítimo de cómo se apropiaron de estas tierras, sino que también por todo el daño ecológico y medioambiental que ha ocasionado. Lo que hemos planteado, es que nosotros decidimos en nuestro territorio cómo queremos conducir nuestro destino. Lo que este gobierno ha hecho es dar continuidad a la doctrina de dominación, ese es el fondo de sus propuestas de Consejo y Ministerio de Asuntos Indígenas. Si el gobierno quiere hablar, hay que hablar de la libre determinación y no de la perpetuación del colonialismo en territorio mapuche.
D.M. Como comunidades y Lof en resistencia no estamos pidiendo participación política ni tampoco participación en el gobierno. Si el gobierno quiere implementar políticas favorables al pueblo mapuche, debe devolver la totalidad del territorio, nada más. Gran parte de las comunidades que hoy trabajan con el gobierno son aquellas que se han acostumbrado a vivir del asistencialismo y las migajas del estado y sus gobiernos de turno. Como comunidades en resistencia no estamos disponibles para tranzar con ministerios ni ningún tipo de migajas y asistencialismo en las comunidades. Lo que estamos exigiendo es territorio, y si no es por territorio no hay negociación. Eso significa que las empresas forestales y latifundistas deben abandonar nuestro Wall Mapu. Esa es la única forma de solucionar el conflicto.
Pensando la lucha en perspectiva ¿cuál es el mayor desafío de las comunidades en resistencia pensando en el proceso que ustedes denominan de reconstrucción?
J.H. Existen Lof donde las familias ya se autosustentan fuera del estado. Eso ya es parte de la reconstrucción. Pero estamos en procesos de discusión que nos permitan mezclar lo cultural, lo tradicional con los desafíos actuales de la sociedad. Tenemos profesionales mapuche que también deben involucrarse en este proceso. Pero lo importante es desarrollar un mecanismo propio, alejado del capitalismo neoliberal, que logre entregarnos autosustento. Si los mapuche antiguos tenían esa capacidad, nosotros debemos ser capaces de hacerlo en la actualidad y eso se logra con organización.
D.M. Cuando hablamos de autonomía y reconstrucción de nuestro pueblo, debemos tener en claro que es un desafío muy grande para las comunidades y werkenes que encabezamos algunos procesos. Si bien es cierto, gran parte de las comunidades que han recuperado espacios de tierra ya desarrollan pequeños espacios de autonomía. Antes dependían de trabajos alejados de su casa y territorio, y de un empleador, pero hoy las comunidades trabajan en sus espacios recuperados y dan el ejemplo a otras comunidades. Hemos desarrollado el trafkintu (intercambio de semillas) que es una práctica económica importante para nuestro pueblo. Pero queda mucho por hacer, sobre todo en materia de educación. Tenemos que darnos cuenta que en los colegios wingkas nuestros hijos están aprendiendo una historia que no les pertenece. No les hablan de Leftraru, Kalkulican ni Mangin Huenu. Debemos avanzar en autonomía educacional, tener nuestras propias escuelas para educar a nuestros hijos. Sólo así avanzaremos hacía una verdadera liberación nacional y autonomía para nuestro pueblo.
¿Creen que existe una mayor madurez de la actual generación para comprender y consolidar este proyecto político?
J.H. Por mucho tiempo nuestra identidad fue negada. Hubo mucho racismo y nuestros padres y abuelos se desenvolvieron en ese contexto represivo y de discriminación. Hoy hemos podido rescatar nuestra identidad y esto ha sido posible con la recuperación del territorio. Ahora no tenemos miedo de ser discriminados y con orgullo afrontamos la lucha. Nuestros hijos llevan nombres mapuche y eso es fruto de la lucha decidida que ha dado nuestra gente, independientemente de los costos, como la muerte, la cárcel y la persecución política. Este espíritu de liberación cada día crece más y es un cambio, insisto, que ha sido consecuencia de la lucha que han dado las comunidades.
D.M. Hay antecedentes históricos que no debemos desconocer, como el aporte que entregaron el Consejo de Todas las Tierras y la Coordinadora Arauco Malleco. Hoy este legado es el que desarrollan las comunidades. Por qué digo que no debemos desconocer estas primeras luchas, porque esto nos fue dando credibilidad y abriendo la mente. Nos dimos cuenta como mapuche que la única forma de salir de la extrema pobreza y la reducción era a través de la lucha, de ocupar los predios y avanzar en esa línea. Ahora esta responsabilidad la tenemos nosotros. Debemos seguir formando a nuestra gente para avanzar en un levantamiento mayor y lograr mayores niveles de maduración, que permita legitimar la autodefensa de nuestro territorio. Esa es la mentalidad de las nuevas generaciones y hacia donde debemos seguir apuntando.
Siendo coherentes con este discurso, ¿cuáles son los aliados y enemigos del pueblo mapuche, de las comunidades en resistencia?
J.H. Nuestros aliados son los movimientos oprimidos del Chile y el mundo, con quienes debemos intercambiar planteamientos y maneras de lucha. Lo que tenemos claro es el enemigo en común, que es el capitalismo. Miremos como el capitalismo en poco más de 200 años ha destruido el planeta, han cambiado el clima, han avasallado con todo. Pero los mapuche llevamos años resistiendo por lo que tenemos harto que aportar a la humanidad.
D.M. La lucha mapuche debe tener su disciplina y tener en claro que los enemigos nuestros son el estado chileno y el sistema capitalista. Pero no debemos desconocer que existen muchos chilenos que simpatizan y apoyan la lucha mapuche. Tenemos que saber identificar esto y saber concordar con otras luchas sociales, como la de los estudiantes, los trabajadores y la de todos aquellos que se levantan exigiendo sus derechos.
*Publicada en la edición de octubre de El Irreverente.
Por Julio Parra