Andrés Velasco y la nueva derecha

   El abrazo fraterno entre Lilly Pérez y Andrés Velasco marca el alejamiento del movimiento Fuerza Pública, respecto a la Nueva Mayoría que, en su afán de cumplir con el programa acordado con los electores que, necesariamente incluye cambios substanciales al modelo neoliberal, ha despertado la ira de la derecha – lo cual es normal […]

Andrés Velasco y la nueva derecha

Autor: Arturo Ledezma

  Andres Velasco

El abrazo fraterno entre Lilly Pérez y Andrés Velasco marca el alejamiento del movimiento Fuerza Pública, respecto a la Nueva Mayoría que, en su afán de cumplir con el programa acordado con los electores que, necesariamente incluye cambios substanciales al modelo neoliberal, ha despertado la ira de la derecha – lo cual es normal – y , sobre todo, de los ex concertacionistas, que añoran la vuelta a una combinación política que, en 25 años, se limitó sólo a profundizar el modelo de Augusto Pinochet y, también a pactar, reiteradamente, con la derecha, modalidad que se ha caracterizado por la “la justicia en la medida de lo posible”, por la democracia de los acuerdos y por el famoso “consenso” – antítesis de la democracia -, que sirve para mantener el statu quo.

George Danton decía que si la monarquía servía para enriquecer a los nobles, la república debiera hacerlo con los patriotas, frase bastante cínica del revolucionario francés. Con los 20 años del gobierno de la Concertación ha ocurrido algo parecido: los Garretón, los Tironi, los Correa, los Martínez, y otros, de hombres de clase media, se han convertido en empresarios, gerentes y servidores de millonarios – en el fondo, su nueva ubicación social determina su conciencia -. Estos personajes no se diferencian de  la derecha, con la excepción de que son más miserables y avaros.{destacado-1}

Desde que se descubrió que Andrés Velasco estaba al servicio del Grupo Penta – el mismo lo reconoce -, este tecnócrata se ha acercado cada día más a la derecha, especialmente aquella que autodenomina neoliberal, pero que tiene más de neoliberal que la de los “liberales rojos”, del Chile develascol siglo XIX – poco tienen en común, por ejemplo, con Amplitud, que serían  sólo “liberales rosado pálido”.

Fuerza Pública se ha convertido en la cueva que esconde a muchos de los ex concertacionistas descontentos con los proyectos de reformas, propuestos por la Presidenta de la república, pues pone en riesgo sus intereses económicos y, sobre todo, su predominio político. Mariana Aylwin, dueña de varios colegios subvencionados está feliz con su doble militancia – Democracia Cristiana-Fuerza Pública -, y varios otros de ese Partido se jactan de ocupar, incluso, cargos directivos dentro de la colectividad, cuyo único objetivo se centra en favorecer la carrera política del ex ministro de Hacienda del primer gobierno de Bachelet; la doble militancia también se da en el PPD, por ejemplo, en el caso de José Joaquín Brunner, un reaccionario  en materias educativas. Más grave es el caso del actual ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes –  no me explico cómo podrá compatibilizar su adhesión al Andrés Velasco – con su permanencia en el gabinete de Bachelet.

En el diario La Tercera de ayer, 9 de noviembre de 2014, aparece nada menos que el ex ministro del Interior de la actual Presidenta, durante la segunda parte del primer mandato – ¡cuán momios fueron algunos de ministros del Bachelet en su primera pasada por La Moneda que, afortunadamente, en algo ha cambiado, pues esta vez no está dispuesta a dejarse presionar por lobistas y nuevos ricos de la antigua Concertación!

Edmundo Pérez Yoma, que otrora se solazaba en interminables tardes contándole chistes cochinos a su amigo Augusto Pinochet, las emprende contra el ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre y, al igual que Gutenberg Martínez, afirma que estaría mucho más a gusto en la Concertación.

Con el posible fin al sistema binominal, es muy lógico que las antiguas combinaciones políticas pierdan su protagonismo y así, tienda a desaparecer el duopolio, que daría lugar a la apertura del escenario político, expresada en distintas fuerzas, por ejemplo, a una derecha fascistoide en la UDI, un candidato de la plutocracia – Piñera,  en que se funde negocios y política – un partido de los nuevos ricos – gerentes y lobistas, que lo disputan entre Andrés Velasco y la mafia Walker-Martínez – y una alianza de izquierda – en que aparece Marco Enríquez-Ominani como más probable candidato -.

Rafael Luis Gumucio Rivas

09/11/2014              


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