Lo que empezó como un levantamiento popular contra una dictadura, se volvió en un conflicto sangriento cuando el gobierno de Bashar al-Assad respondió con violencia sistemática, en un intento de silenciar e intimidar al pueblo sirio. Dentro del pueblo se formó una brigada hecha por desertores de las Fuerzas Armadas de Siria y civiles disidentes que juntos levantaron sus armas bajo el nombre Ejército Libre Sirio (ELS). El ELS ha luchado por la democracia, o al menos por un cambio de mando. Después de esto, muchos grupos armados – todos con el objetivo de derrocar el gobierno de Assad – surgieron con el conflicto. Se estima que hay más de 1000 grupos activos luchando en Siria. Entre estos grupos, encontramos por ejemplo al Estado Islámico (EI, antes Estado Islámico de Irak y el Levante).
Con la intensificación de la violencia entre todos los actores internos del conflicto, las fracciones se polarizaron por líneas sectarias (una división religiosa entre el pueblo Chiita y Suni).
Cuales son las causas del conflicto
Tanto los motivos de lucha, como las raíces y razones del conflicto varían entre perspectivas. Las explicaciones del porqué los disturbios en Siria se volvieron en una guerra abierta, conllevan una variedad de factores.
Los eventos ocurridos en el año 2011, denominado “Primavera Árabe” o “Revolución Democrática Árabe”, normalmente se incluye como un factor provocador. Sin embargo, esta no es una respuesta exhaustiva a los orígenes de la guerra, sino que sólo explica el inicio de las protestas populares.
La Primavera Árabe comenzó en Túnez, donde las protestas causaron el derrocamiento del régimen. Por otro lado, en Marruecos, el gobierno respondió con reformas políticas para calmar los disturbios. Cuando las protestas llegaron a Siria, estas se expandieron a lo largo de todo el país, siendo reprimidas violentamente.
La familia Al-Assad gobernó Siria por cuatro décadas, sometiendo al pueblo a dictadura férrea. En el año 2010 la organización Human Rights Watch (HRW) publicó una lista de 92 prisioneros políticos y activistas de los DDHH detenidos desde 2000 cuando Bashar al-Assad tomó el poder después de la muerte de su padre. La tortura y el confinamiento solitario (algunas personas fueron sometidas por años) eran prácticas comunes en las cárceles. Desde los años 90’s Human Rights Watch señaló que en Siria se perpetraron encarcelamientos a prisioneros políticos por largos períodos de tiempo, en algunos casos por cerca de 20 años.
En el año 2011, el gobierno detuvo y torturó a 15 niños por rayar muros con propaganda antigubernamental en la ciudad de Daraa. En respuesta a esto, el pueblo salió en protestas pacíficas y el gobierno rebatió con matanzas y tortura sistemática. Human Rights Watch declaró que la organización “propone firmemente que [los eventos] sean calificadas como crímenes de lesa humanidad”.
Desde entonces, una espiral de violencia afecta a la población siria. El “archipiélago de tortura”, centros de tortura y desapariciones forzosas, por parte del gobierno también provocó a las fuerzas de la oposición.
Sin embargo, la violencia hacia civiles no es unilateral. Todas las partes armadas del conflicto se han hecho culpables de terribles delitos. La mayoría de estos grupos han utilizado niños como soldados.
Actores internos
Las Fuerzas Armadas de Siria, controladas por Assad, luchan junto con las milicias Shabiha y el grupo libanés Hezbolá, grupo islamista chiita. Los grupos armados que están en contra de Assad se extienden desde el Ejército Libre Sirio al Estado Islámico, pero luchan por razones diferentes. Entre estos dos extremos hay una amplia gama de grupos como Ahrar al-Sham, Suqoor al-Sham, Liwa al-Islam, Jabhat al-Nusra y brigadas kurdas.
En noviembre del año 2013 siete de estos grupos armados se unieron en una alianza y tomaron el nombre “Frente Islámico”. Es la alianza de rebeldes más extensa y se estima que tiene aproximadamente 45,000 soldados.
Jabhat al-Nusra es un grupo armado islámico, probablemente fundado con la ayuda del Estado Islámico, y se estima que tiene entre 5,000 y 7,000 soldados. El año pasado la ONU ubicó al grupo en la lista negra de grupos terroristas.
Comenzando en Iraq, el Estado Islámico (EI) tomó el control en varias regiones de Iraq y Siria. El grupo proclamó las áreas como parte de un califato islámico. Ningún estado reconoce el “país”.
EI está en guerra con los otros grupos armados (que están en contra de Assad) desde principios de este año. Aunque EI tiene sus orígenes en al-Qaeda, la red terrorista ha declarado que ya no tiene relación alguna con el EI.
La guerra en Siria no comenzó como un conflicto de religión. Aunque el EI está imponiendo reglas y leyes islamistas en las áreas ocupadas, muchos de los grupos armados en Siria no combaten por razones religiosas, simplemente luchan contra el régimen de Assad. Sin embargo, el hecho que la familia Assad sea alauita (minoría étnica y subcategoría de musulmanes chiitas) explica en parte por qué recibe ayuda de Irán (país con una mayoría chiita) y Hezbolá.
Actores externos
Rusia y China apoya al gobierno de Siria, son aliados desde antes de la guerra civil. Estos países no ven el derrocamiento de Assad como una solución de la crisis. Por otro lado, EEUU opina que Assad tiene que dejar el poder en nombre de “la democracia”. Las relaciones entre Siria y EEUU son tensas, parcialmente porque Siria defiende a Palestina contra Israel.
Los actores externos están apoyando económicamente y además en armamento. Estos aumentos de recursos por ambos lados del conflicto, hace que se prolongue la situación y como consecuencia alimente aún más la violencia.
Como EEUU, Rusia y China son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, con derecho a veto el consejo no puede forzar una intervención humanitaria.
Francia, Arabia Saudita y Jordania entre otros, apoyan a EEUU. En Septiembre EEUU comenzó el bombardeo a regiones controladas por el EI en Siria.