Una mirada multidisciplinar a los menores transexuales

Desde diferentes puntos de vista y diversas experiencias, algunas enfrentadas, la mesa de debate sobre menores transexuales celebrada en el CSOA La Morada, en Madrid, sirvió el pasado 14 de octubre para abrir líneas de debate y poner en común.

Una mirada multidisciplinar a los menores transexuales

Autor: Ángela Barraza

Menores trans

La psicóloga feminista Cristina Garaizábal compartió su experiencia en el acompañamiento a personas transexuales y la psiquiatra Marina de la Hermosa presentó algunas pistas sobre identidades trans, mientras que Tino de Marcos y Juana Ramos hablaron desde la perspectiva de la intervención social y reclamaron la necesidad de elaborar herramientas transfeministas de autodefensa.

Por su parte, Saida García, presidenta de la Asociación de familias de menores transexuales Chrysallis, reivindicó un trato igualitario para los niños y niñas que expresan no sentir como propia la identidad asignada al nacer.

La mesa puso de manifiesto la necesidad de repensar una sociedad marcadamente heterosexista que es hostil hacia las expresiones de la diversidad sexual que se apartan de los modelos hegemónicos. Esta actividad se enmarca en el programa del Octubre Trans, que este año convoca con el lema ‘La incongruencia no está en el cuerpo, está en tu mirada’.

Entrevistamos a dos de las participantes en la mesa de debate sobre menores transexuales celebrada en el CSOA La Morada (Madrid).

Cristina Garaizabal: «No hay que hacer un etiquetaje prematuro»

Acompaña dese los 80 a persona transexuales en su tránsito. La psicóloga Cristina Garaizábal pide prudencia para no hacer un diagnóstico prematuro «que puede coartar el posible desarrollo posterior del menor» y “flexibilizar el entorno para que el menor de manifieste como quiera».

Cada vez se conocen más casos de menores transexuales o al menos eso dice la estimación que hace Chrysallis…

Se visibilizan más, porque los géneros están tipificados y son menos rígidos que antiguamente. La evolución general, tanto de la sociedad, producto del feminismo, pero no sólo, ha ido haciendo que salgan más a la luz.

La adolescencia se presenta como un momento crítico.

Cuando se habla de menores trans, hay mucha diversidad. Dentro de esa categoría hay menores con divergencias, disonancias, que no responden a los géneros normativos, y luego puede haber ya quien tiene la convicción de que pertenece o siente ser de un género diferente del que le han asignado. No hay que hacer es un etiquetaje prematuro, un diagnóstico prematuro, que puede coartar el posible desarrollo posterior de este menor. En estos casos lo que hay que hacer es flexibilizar el entorno para que el menor se manifieste como quiera, legitimar al menor, tranquilizar a los padres.

¿Qué necesita un menor trans y por qué es necesario definirlo en una ley?

Yo no sé si sería necesaria una ley o lo que sería necesario es quitar de las leyes actuales el tope de la mayoría de edad. Sus necesidades, siempre y cuando se diferencie bien. Porque ése es el gran problema, porque si no acabaremos creando nosotros mismos a personas transexuales.

¿Es difícil el acceso a profesionales que hayan trabajado en este ámbito?

Es difícil relativamente, porque los grupos de padres y madres de menores trans se preocupan mucho de recabar muy buena información.

Por lo que comentabas antes, no se puede hablar de ninguna edad clave en la infancia en la que haya un descubrimiento de ese sexo sentido.

Quienes defienden que a los 3 años la convicción de género está establecida en el caso de la transexualidad en menores son una corriente bastante biologicista, que defienden que se nace transexual, y que, por lo tanto entienden la identidad como algo inmutable con una influencia muy grande de lo biológico. En la modernidad la identidad era un elemento central del individuo, y era una idea estática y monolítica. A partir de los 80-90 se va descubriendo que no es así, y uno puede construirse como persona trans a los 3, a los 4, a los 10, a los 12 y a los 40 años, y no quiere decir nada. Hay también todo tipo de estudios donde hablan de la identidad más como un proceso en construcción y no como una cosa rígidamente establecida por los biológico a los 3 años.

Las madres de Chrysallis coinciden en dejar libertad a sus hijos menores para autodefinirse, en algunos casos, a edades muy tempranas. ¿Tiene un menor capacidad para decidir?

Hay que saber combinar. A mí me parece que lo importante es poder combinar ese acompañamiento al menor, poniendo al menor como centro, y que sus sentimientos sean legitimados y respetados, con no darle más transcendencia de la que el menor le puede dar.

Marina de la Hermosa: «No hay un proceso único»

Psiquiatra e investigadora, compartió en La Morada algunos aspectos de un estudio en curso sobre personas transexuales. «Lo que me interesaba era saber cómo estas personas explican su propia experiencia», explica. De la Hermosa cree que algunas personas pueden vivir su tránsito como un proceso de empoderamiento y advierte: «No hay un proceso único».

Cada vez se conocen más casos de menores trans o al menos eso dice la estimación que hace Chrysallis. ¿Crees que se podría hablar de que las personas transexuales comienzan antes el tránsito hoy en día? ¿Por qué podría estar ocurriendo esto?

Desde mi perspectiva hay aquí una cuestión generacional. Lo que podría estar ocurriendo es que antes las familias no se daban cuenta del proceso y las necesidades de los menores cuando eran pequeños, o intentaban ignorar o incluso suprimir sus comportamientos y demandas, de forma que estos menores intentaban ocultar lo que les ocurría hasta la adolescencia o incluso la edad adulta. En este momento el cambio en la actitud de las familias podría hacer que este fenómeno de «poner nombre» ocurra a edades más tempranas condicionando también procesos distintos.

Por tu estudio sobre identidades trans: ¿Crees que hay alguna edad “clave” en la infancia para descubrir el sexo sentido?

Si nos ceñimos a la teoría, la consolidación de la identidad de género en la infancia se produce entre los 3 y los 4 años, a partir de ese momento ya seríamos conscientes de nuestra identidad de género. Sin embargo, ese proceso parece producirse aparentemente de una forma más sencilla cuando esta identidad de género es la que se supone que debe corresponderse con el sexo asignado. Hay estudios que plantean que en casos de menores con identidades no normativas este proceso podría tardar más en producirse, lo cual tiene sentido si pensamos en la falta de referentes que tienen estos menores. En el caso de los menores normativos se producirá un refuerzo constante de conductas, expresiones y deseos que «concuerden» con su sexo de asignación. En el caso de menores no normativos comenzarán a percibir muy pronto que sus conductas, deseos y expresiones son corregidas con frecuencia por su entorno con mayor o menor violencia, lo que podría producir una confusión importante en el proceso de construcción de esta identidad. Sin embargo, en algunos casos está también consolidada a edades tempranas.

Hablabas de la importancia de “poner nombre”. ¿Cómo ponen nombre los niños a lo que les pasa? ¿Cómo lo hacen las personas adultas?

En el caso de los menores, lo que suelen expresar es una convicción de tener una identidad de género concreta, «soy un niño» o «soy una niña», pero a edades tempranas no suelen tener otros referentes para nombrar lo que les ocurre. En el caso de los adolescentes y adultos suele ocurrir frecuentemente a través del cine, la televisión o internet, cuando comienzan a encontrar referentes de procesos que son similares a los suyos o contactan con el discurso médico, y a partir de ahí comienzan a nombrar su propia experiencia.

¿Qué consecuencias o implicaciones podría tener este inicio temprano del tránsito?

Creo que no podemos hablar del «tránsito» como si fuera un único proceso igual en todos los casos que empieza en un punto y termina en otro. Cada persona hace un proceso diferente y tiene unas necesidades diferentes en ese proceso y en cada momento del mismo. Un menor podría necesitar explorar la expresión de género deseada en el contexto de la familia, otro una transición social en el contexto escolar… En cualquier caso, el acompañamiento de las familias en los procesos, siempre y cuando este acompañamiento sea respetuoso y no rígido, generará un espacio de seguridad para que el menor pueda explorar su identidad y necesidades estando menos expuesto y más preparado para afrontar las situaciones difíciles a las que se pueda enfrentar. Esto podría suponer una menor experiencia de estrés en los procesos de estos menores, una mejor adaptación escolar, y el aprendizaje de herramientas que supongan mayor resiliencia en la edad adulta.

También hablabas de que en ciertos momentos críticos pueden aparecer ideas de “hacerse daño”. ¿Les ocurre también a los niños y niñas?

El momento de mayor riesgo en este sentido puede ser la adolescencia o post adolescencia, pero en menor medida puede ocurrir también en niños y niñas más pequeños en el contexto de un episodio depresivo.

Las madres de Chrysallis coinciden en dejar libertad a sus hijos menores para autodefinirse, en algunos casos, a edades muy tempranas. ¿A edades tan tempranas, hay una verdadera capacidad para decidir?

Sería interesante plantearnos esta pregunta para los menores con identidades de género normativas, con los que no ponemos en cuestión en ningún momento su autodefinición de género. A edades tan tempranas… ¿tienen una verdadera capacidad para decidir? ¿Les preguntamos en algún momento si están seguros de su identidad de género? ¿Si realmente quieren vivir como niños o niñas? En los casos de los menores con identidades no normativas, como comentaba antes, cada persona tiene su proceso. En algunos casos esa autodefinición puede estar muy consolidada desde edades tempranas, y la cuestión es cómo podemos abrir un espacio de seguridad para que estos menores puedan expresar sus necesidades, sus tiempos, y acompañarles en sus procesos de una forma adecuada.


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