Europa: la socialdemocracia retrocede, la izquierda avanza

El hecho más importante en las recientes elecciones al Bundestag alemán del 27 de septiembre pasado fue la arremetida electoral de Die Linke (La Izquierda), partido nacido de una escisión de izquierda de la Socialdemocracia  alemana


Autor: Director

El hecho más importante en las recientes elecciones al Bundestag alemán del 27 de septiembre pasado fue la arremetida electoral de Die Linke (La Izquierda), partido nacido de una escisión de izquierda de la Socialdemocracia  alemana. Del 8,8% en 2005, la izquierda alemana radical subió al 12,5% actual. Pero el avance de Die Linke es sólo la punta del iceberg europeo.

Indiscutiblemente la tendencia se ha mantenido y refuerza en otros países del Viejo Continente. El fenómeno se produce en medio de la crisis de la socialdemocracia europea, de ofensiva política de las derechas y de una crisis financiero-capitalista, que pese a los augurios optimistas de los economistas, está vivita y coleando.

La República de Irlanda (el 5 de mayo) junto con Portugal (28 de septiembre) son los dos países donde, tanto en las elecciones al Parlamento Europeo como en las legislativas y locales para elegir diputados y concejales, se ha constatado el mismo irresistible empuje de la izquierda —esa que se la decretó muerta—; la antisistema.

No hay recetas mágicas. Las organizaciones que cosechan el descontento popular europeo han estado estrechamente ligadas a las luchas sociales, económicas y políticas con sus dirigentes y cuadros reconocidos y legitimados.  Entre ellas, el Bloco de Esquerda y el Socialist Party de Irlanda o coaliciones como “People Before Profit”  (El Pueblo antes que las ganancias) han registrado avances importantes.

Estas “nuevas” izquierdas europeas que irrumpen proyectando las luchas sociales y obreras al escenario electoral han estado en movilización permanente por la defensa de los derechos de las mujeres —como la despenalización del aborto en el referéndum portugués del 2006— en campañas contra la guerra y la OTAN, luchando por abolir el secreto bancario, vinculando ecología y anticapitalismo, en la lucha contra el desempleo y la “flexibilización” laboral y contra la pobreza y las privatizaciones (de Correos, como en Francia).

Sus dirigentes y candidatos han hecho campaña apoyando a los trabajadores que han ocupado sus  empresas para protestar contra los despidos y sus militantes están a la cabeza de sindicatos y comisiones obreras en conflicto como la de la fábrica Wolkswagen al sur de Lisboa.

Las fuerzas de izquierda han propuesto la construcción de una Europa social y desnuclearizada a diferencia de las socialdemocracias que proponen una Europa liberal (la de la OCDE, dispuesta a integrar países según criterios de mercado). Son las fuerzas políticas que defienden los DD.HH ya que luchan contra la discriminación, el racismo y las expulsiones de indocumentados, recordándoles así a las elites Europeas  su pasado imperialista y de opresor colonial.

Así fue como el Bloco de Esquerda portugués (Bloque de Izquierda) obtuvo el mayor triunfo electoral de su historia. Con más del 10,73 % de los votos en las elecciones al Parlamento europeo y 3 eurodiputados (en la elección precedente de 2004 habían obtenido 4,9 % y un eurodiputado) convirtiéndose en la tercera fuerza política del país, después de la derecha del PPD/PSD (31,69 %) y del derrotado Partido Socialista en el poder (26,7%).

Y en las legislativas portuguesas el Bloco de Esquerda (*)  aumentó el porcentaje de votos de 6,38% a 9,85% (doblando el número de parlamentarios: 6 mujeres y 10 hombres); los partidos a la izquierda del Partido Socialista portugués (de factura socialdemócrata y socio-liberal) obtienen 21% de los votos (contra 14% en 2004). En el Parlamento, el Bloco y el Partido Comunista (PC portugués) tienen juntos 31 diputados.

Francisco Louça, uno de los ocho candidatos electos del Bloco al Parlamento Portugués expresó  en la noche de lo escrutinios que este “extraordinario resultado se debe a la fuerza de la resistencia a las políticas antipopulares del gobierno socialista de José Socrates, que llegó al gobierno con mayoría absoluta al Parlamento”. El mismo dirigente agregó: “La esperanza está renaciendo, es necesario una alternativa, una respuesta social por medio de las luchas. Defenderemos un programa de urgencia para combatir la crisis, contra la política de catástrofe social de las derechas.”

En Italia, donde la situación es más compleja, la crítica a la incapacidad del centro político, que no ha sabido o querido aprovechar las ocasiones para desembarazarse de Berlusconi, sumido en los escándalos, es el tema clave. En una multitudinaria manifestación, el sábado 3 de octubre en Roma, convocada por una galaxia de organizaciones para denunciar los ataques de Berlusconi  contra la libertad de prensa, los representantes del Partido Demócrata (de centro izquierda) como Massimo D’Alema fueron abucheados.

Desde los ochenta las socialdemocracias europeas de centro izquierda gobernaron a la derecha y hoy las derechas ganan con programas que incluyen la baja de los impuestos personales, la flexibilización del trabajo asalariado, el uso de la energía atómica, la ayuda financiera a los bancos, la privatización de los servicios públicos en nombre de la eficacia y la moderación y la permisividad ante los despidos.

Dicho de otra manera, los socio-liberales le abren la vía a la victoria de la derecha (como en Alemania y Francia), pero los éxitos de las izquierdas contribuyen a la construcción de una alternativa anticapitalista. “Se trata de revertir la correlación de fuerzas en las urnas y en las luchas” afirma la Declaración Unitaria de varias organizaciones (a la izquierda del PS francés)  entre las que se encuentran el Partido Comunista Francés (PCF) y el Nuevo Partido Anticapitalista  (NPA).
Por Leopoldo Lavín Mujica
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(*) El Bloco de Izquierda portugués fue fundado en 1999, definiéndose como partido anticapitalista, radical y pluralista. Es el resultado de la convergencia de tres corrientes de la izquierda revolucionaria portuguesa que en el pasado tuvieron un papel importante en la Revolución democrática (de los claveles) del 74. Fueron la Unión Democrática Popular (UDP) de tradición maoísta (el más importante), el grupo Política XXI, formado por disidentes que abandonaron el PC en los noventa y el Partido Socialista Revolucionario (PSR), trotkistas. Más tarde otras corrientes adhirieron al Bloco.


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