Toma ejemplo de los canguros
En el reino animal también encontramos algunas conductas en la que fijarnos para poder combatir el calor. Los marsupiales, y en especial los canguros se lamen las muñecas. Para evaporarse, la saliva toma energía de las propias muñecas, lo cual dismunuye la temperatura en esa zona, donde las venas y arterias que pasan están más cerca de la epidermis, con lo cual se refresca la sangre en circulación y en consecuencia todo el cuerpo.
Tampoco hace falta que estes pasándote la lengua cada dos por tres por las muñecas, los canguros no tiene un grifo o una toalla húmeda a mano, pero tu sí.
Tu propio termómetro: el Hipotálamo
Además los obreros japoneses nos aportan otra solución extremadamente simple y funcional: coge una toalla,mójala y pontela sobre la nuca o pásala por el cuerpo.
No es que consigamos un ambiente más fresco pero conseguimos engañar a nuestro termómetro interior: dentro del sistema nervioso central, existe una estructura llamada hipotálamo, que es el encargado entre otras funciones de unir toda la información sobre temperatura que le llega tanto del cuerpo como del medio ambiente. Por lo tanto, con este ‘truco japo’ tan simple hacemos pensar a nuestro cuerpo que estamos en un ambiente más fresco y nuestra sensación de calor disminuye.
No dejes que entre el calor
Si no quieres que entre el calor a tu casa no le invites a pasar. Cierra las ventanas y manten las persianas a media altura. Muchas veces tendemos a abrir las ventanas buscando algo de corriente, lo que normalmente es un error, teniendo en cuenta que el aire que transcurre durante las horas diurnas suele ser también un aire caliente. Evita los colores oscuros en las cortinas o estores para que no se concentre la luz del sol.
Minimiza el uso de luces y electrodomésticos
No es recomendable encender luces para evitar la penumbra provocada por un excesivo celo a la hora de impedir el acceso del sol a través de las ventanas. No sólo estarás emitiendo más calor sino que además tendrás que pagar más en la factura eléctrica. Deja que la luz se cuele lo suficiente por las rendijas de las persianas. Puedes abrir las cortinas interiores, porque no son buenos aislantes e impiden el paso de la luz. Si tienes lámparas de varias bombillas, puedes quitar alguna o encender sólo lamparitas de mesa. La mejor solución técnica puede ser un sistema de aprovechamiento de luz natural que regule el nivel de iluminación en función del aporte de luz natural.
Los electrodomésticos también emiten calor. Especialmente el horno, el lavavajillas, la lavadora o la secadora. Es mejor si los utilizas en las horas de menos temperatura atmosférica y cuando no tengas que quedarte en la cocina. Utilizar electrodomésticos altamente eficientes energéticamente favorecerá el ahorro.
Rodéate de plantas
El agua, al evaporarse, hace bajar la temperatura del ambiente. Aprovecha este recurso que te da la naturaleza y, si tienes terraza o jardín, regarlo te ayudará a reducir la temperatura un par de grados. Utilizar especies adaptadas a la climatología del lugar permitirá no consumir agua de riego en exceso.
Si tu vivienda no dispone de un espacio amplio en el exterior que sea posible remojar, una solución puede ser colocar plantas y maceteros en las ventanas, que al absorber los rayos de sol crearán una película de frescor que el aire esparcirá por la estancia en la que se encuentre. Como comentario, las plantas con flores transpiran más por sus hojas que las que no las tienen.
Plantar enredaderas también da muy buen resultado porque crea una capa de vegetación en la fachada que hace las veces de aislante natural. Si la trepadora es caduca permite aprovechar los rayos de sol del invierno, y si se regula su implantación y crecimiento mediante celosías o elementos similares se impedirán posibles efectos contraproducentes en las fachadas y revestimientos.
Y buen por supuesto, tomar mucho líquido.