Lo que sí es cierto, es que todo ello cuenta con una gran carga histórica, y a pesar de que las similitudes son evidentes, como se mostrará a continuación, Tolkien negó que El Señor de los Anillos fuera un relato histórico.
Una de las obras sobrevivientes a la Primera Guerra Mundial, fue la que hoy en día es una de las novelas más populares e influyentes de la historia de la literatura: El Señor de los Anillos, de J.R.R Tolkien (1892-1973), el reconocido escritor, poeta, filólogo y profesor británico. Se cree que en la Primera Guerra Mundial hubo el índice más alto de escritores, artistas y músicos activos que en cualquier otra guerra de la historia. Muchos de ellos, los representantes de laGeneración Perdida, fueron parte de los nueve millones de bajas militares que hubo como resultado de la guerra.
El Señor de los Anillos ha sido traducida a muchos idiomas, adaptada a la radio, el teatro y cine con la famosa trilogía del cineasta Peter Jackson.
La Primera Guerra Mundial y El Señor de Los Anillos
En El Señor de los Anillos, las criaturas Mûmakil o Oliphaunts, similares a elefantes, son ejemplo de la vivencia de la guerra hecha literatura. Descritos como “grises colinas en movimientos” que derriban todo a su paso, son la metáfora de los tanques de guerra; invento de la Primera Guerra Mundial, al igual que el desarrollo de los lanzallamas y las ametralladoras. Tolkien vio y vivió el poder de estas armas, de cómo devastaron a la sociedad y fueron la fuente de ruido y batallas entre trincheras; se podría haber inspirado en los tanques para los Olifantes(Oliphaunts).
En “La caída de Gondolin”, la primera parte del Legendarium, narrada en su novela póstuma El Silmarillion; la mitología de la Tierra Media en la que el autor, a manera de ficción, quiso contar una historia antigua de la Tierra, y que fue escrita en 1917 cuando Tolkien se encontraba en el hospital recuperándose de una fuerte fiebre, el ejemplo de alusión a la guerra es más literal. En este relato el escritor muestra un levantamiento de las máquinas (armas) cuando el Señor oscuro Melkor, también conocido como Morgoth o Bauglir, llega a la ciudad élfica de Gondolin con enormes armas de destrucción en forma de serpientes y dragones que son semejantes a los tanques monstruosos del Frente Occidental.
En la Primera Guerra Mundial, entre la niebla y los gases de los campos de batalla, los jinetes quedaban ocultos, pero no sus caballos. Las máscaras de gas distorsionaban el habla, haciendo que sonasen como silbidos o sollozos.
Los Nazgûl o mejor conocidos como los Nueve Jinetes, Jinetes Negros o espectros del Anillo de Tolkien, en comparación, están envueltos en capas negras que ocultan su verdadera e invisible forma; susurran a las personas y las atemorizan en la búsqueda del Anillo. Sus gritos, además, son similares al sonido de los proyectiles de artillería que se lanzaban al vuelo antes de explotar. El efecto psicológico que los sonidos de la artillería producían en los soldados es comparable al efecto de los gritos de los Nazgûl.
Tolkien dijo de los gritos de estos jinetes:
“Incluso los más valientes de corazón se arrojaron al suelo ante la amenaza oculta que pasaba sobre ellos, o permanecieron de pie, dejando a las armas caer de sus ahora inservibles manos mientras se apoderaba de sus mentes una oscuridad que les hacía no pensar más en la guerra, y solo en esconderse, ocultarse y en la muerte”.
El personaje Samwise Gamgee está basado en los soldados que Tolkien conoció durante la guerra; personas que a pesar de que no existían motivos para la esperanza, permanecieron optimistas y llenos de coraje para enfrentar la vida. En la guerra fue común que a oficiales, como lo fue Tolkien (personas de clases sociales altas) se les fuera asignado un soldado para que les cocinara, limpiara o lavara los uniformes.
Tolkien rescató en su obra cómo estas relaciones generalmente terminaban en amistad o una lealtad profunda; tanto así, que si se daba el caso de que el oficial era asesinado en el frente de batalla, muchas veces se encontraba al soldado a su servicio muerto a su lado. Al escritor le conmovieron tanto estas relaciones que las adaptó a la estrecha relación entre Frodo y Sam. En los libros, Sam se suele dirigir hacia Frodo como “Señor”; carga sus propias pertenencias y las de Frodo durante el viaje, cocina, limpia y sobre todo lo proteje. “Mi Sam Gamgee es, de hecho, reflejo de los soldados ingleses, de las relaciones que conocí en la guerra de 1914”. Al final del relato existe un gran amor y amistad entre Frodo y Sam, por haberse ayudado mutuamente a sobrevivir los horrores del Anillo.
El síndrome shell-shock, conocido también como “fatiga de combate” es un trastorno que se manifiesta como respuesta al estrés de la guerra. En la Primera Guerra Mundial, este síndrome se solía confundir con cobardía ante el enemigo; tiempo después, en la Segunda Guerra Mundial, especialistas lograron conceptualizar la fatiga de combate como un trauma manifestado como una neurosis asociada a la exposición de muertes masivas, el sonido de las ametralladoras y explosiones, bombardeos, etc; es decir, al ambiente de guerra.
Al final de la guerra, más de 80,000 soldados británicos fueron tratados por esta condición; entre los síntomas que presentaban tenían alucinaciones, pesadillas en las que revivían el trauma, cambios en la personalidad, depresiones y ansiedad. Tolkien impregnó este trauma o condición en el personaje de Frodo, quien mientras posee el Anillo y tras destruirlo sufre de este tipo de síntomas como la ansiedad e inclusive llega a perder la vista temporalmente en algunas ocasiones, el olfato, y tiembla incontrolablemente.
Además, otra característica de los soldados que sufrieron del síndrome de shell-shock, fue que muchos, tras la guerra se volvieron pacifistas y perdieron el interés en las cosas que alguna vez disfrutaron; se aislaron de la sociedad para evitar reminiscencias de sus experiencias traumáticas. En el libro, esto se hace evidente con el retorno de Frodo a la Comarca. A pesar de que Merry y Pippin insisten en que los Hobbits se levanten en armas contra los maleantes, Frodo se rehúsa en pelear e insiste en que nadie más morirá o saldrá herido. Merry, Pippin y Sam se reintegran a la vida de la Comarca, pero a Frodo le persiguen los recuerdos y pesadillas aterradoras.
Por Pilar Turu en Cultura Coleactiva