En abril de 2012 Google hizo público su invento más novedoso: unas gafas que funden la realidad con internet para añadir información extra sobre los objetos reales que vemos a través de las lentes. Un invento basado en la nanotecnología pensado para ver el mundo según Google. Todo apuntaba a que sería el gran invento de nuestro siglo, la adpatación de la tecnología a la vida cotidiana de los seres humanos, el inicio de una nueva era de realidad aumentada; pero en esta ocasión el público se ha dado cuenta de la inutilidad del invento.
El tiempo que el gran gigante de internet se ha demorado en presentar la versión definitiva de las Google Glass ha servido para que los posibles futuros usuarios se remplanteen si realmente es un producto útil para el uso individual de los no profesionales. Una gran mayoría de aficionados a la tecnología han perdido su interés en el novedoso producto de Google, y aquellos que pudieron reunir 1500 dólares para acceder a la versión beta de las lentes, publicaron en la red su decepción ante el resutlado. La baja duración de la batería, los dolores de cabeza que provocan, los problemas de visibilidad de la pantalla en condiciones de mucha luz o los fallos que se producen en el control por voz, son algunas de las quejas más comunes de los usuarios que se pueden recojer en internet.
La propia compañía de Google ha dejado de promocionar el producto con la misma insistencia que lo hizo anteriormente. También las empresas que comenzaron a crear aplicaciones para las Google Glass han abandonado su tarea en los últimos meses al no tener seguro poder rentabilizar sus desarrollos.
Es cierto que se han encontrado aplicaciones útiles de las Google Glass en en algunos ámbitos específicos, como el de la medicina, la logística o la publicidad. Por ello, si finalmente el año que viene -como ya ha anunciado- el gigante de internet lanza las Google Glass, los expertos aseguran que lo hará únicamente para fines profesionales.
Puede que las lentes de realidad aumentada sean el futuro, pero está claro que no son el presente. La revolución tecnológica tendrá que esperar un poco más.