Pedro Cayuqueo: “Solo existimos en tanto clientela electoral para los partidos winkas”

Conocemos a Cayuqueo hace varios años y se puede decir que sus profundas convicciones no han cambiado para nada

Pedro Cayuqueo: “Solo existimos en tanto clientela electoral para los partidos winkas”

Autor: Arturo Ledezma

cayuqueo

Conocemos a Cayuqueo hace varios años y se puede decir que sus profundas convicciones no han cambiado para nada. No reduce a los Mapuche a un pueblo y reafirma a la “gente de la tierra” como una Nación cuyos derechos han sido negados sistemáticamente por el Estado de Chile, aquel que disfrazó la guerra y el genocidio a los originarios como “Pacificación de la Araucanía”.

Estudió derecho, fue del grupo fundador de la CAM, estuvo preso y luego cursó periodismo. Ha sido director por más de una década del periódico Azkintuwe (El Mirador) y hoy a su vez dirige Mapuche Times. Columnista de diferentes rotativos en el globo, Pedro desde Ragnintuleufu (Entre Ríos), ha llegado recientemente hasta Nueva York para lanzar su último libro “Esa Ruca llamada Chile”. Sus anteriores obras son éxito de ventas y mientras los perros ladran, Cayuqueo sigue abriendo espacios a una ancestral “utopía”.

Pedro, ¿qué significa para ti ser mapuche?
-Para mí ser mapuche tiene que ver con la identificación con un territorio histórico, una forma de concebir las relaciones humanas, una cierta mirada alternativa respecto del desarrollo y en definitiva con la forma en que interpretamos y nombramos el mundo, muy ligado esto último con una lengua que es el mapuzungun. Decir “te quiero” en mapuzungun es diferente en su forma y fondo a decirlo en español. Y ello me parece fascinante.

-Y en estos momentos, ¿cómo reforzar la identidad cuando las olas del capital y las olas de la globalización poco y nada respetan a los pueblos?
-Es complejo lo que viven los pueblos indígenas, no solamente en Chile, sino en muchas partes del mundo. He llegado a la comprensión de que el conflicto entre el Estado, los pueblos indígenas y las grandes corporaciones tiene que ver con el choque de dos formas de entender el mundo, el desarrollo, la economía y las relaciones humanas, que pueden llegar a ser totalmente opuestas. Sin idealizar, existe en gran parte de las culturas indígenas un respeto por los ecosistemas, por los equilibrios de la naturaleza, sin caer en posiciones ecologistas o conservacionistas. Esta mirada está en ruta de colisión con aquella visión del desarrollo económico, vía industrias extractivas, que propone el modelo capitalista y en su versión más extrema, el neoliberalismo chileno.

-¿Formas diferentes de enfrentar el mundo?
-Uno obedece a su matriz cultural y los mapuches, pese a la intervención y el colonialismo de la educación chilena, occidental, aún resguardamos ciertos principios culturales y filosóficos que determinan el lugar desde el cual nos paramos en el mundo. Hay cuatro bellos principios que cuando niños nos eran inculcados y que yo trato de transmitir a mi hija. Estos son Kumeche, buena persona; Newenche, persona valiente; Norche, persona correcta; y Kimche, persona sabia.
En la cultura mapuche tradicional y su modelo educativo estos principios eran y siguen siendo pilares fundamentales. Son principios culturales que están en la vereda opuesta de lo que hoy es el modelo de persona que propone la educación occidental, basada en la competencia y el éxito individual. Este es un debate interesante y ausente del debate de la reforma educacional.

cayuqueo-Y mirando al mundo ¿Qué modelo de país encuentras que está mejor respecto a su relación sus pueblos originarios, ¿O aquí podemos tomar un modelo diferente? ¿Cómo lo ves?
-Como decía José Carlos Mariátegui respecto del marxismo en Latinoamérica, creo que los modelos no pueden ser calco ni copia, sino más bien creación heroica. Pienso lo mismo para el caso mapuche. Y sobre todo porque es clave descolonizar los procesos políticos, dejar de lado los caminos y proyectos ajenos. Existen muchos elementos filosóficos, históricos y culturales que nos permitirían nutrir una teoría política propia y existen intelectuales mapuches dando pasos en ese sentido. Los modelos ajenos no han dado resultados. No olvidemos que los mapuches hemos comulgado con distintas expresiones políticas chilenas, la derecha, el centro y hasta la izquierda revolucionaria y pareciera ser que el desafío de las nuevas generaciones es dar con una utopía nacional propia. La descolonización no solo tiene que ver con el sistema capitalista. También con un sinfín de ideologías y proyectos políticos ajenos a los cuales los pueblos indígenas hemos históricamente prestado ropa, sin resultados positivos.

-Justamente ahora que te acercas al tema político, tú participaste en la creación de Wallmapuwen, como una expresión política del pueblo mapuche ¿En qué va Wallmpuwen, en qué regiones te gustaría que esté constituido?
-Wallmapuwen es un movimiento político que fundamos en Temuco un pequeño grupo de nacionalistas mapuche el año 2005. Intentó dar respuesta a un diagnóstico que hacíamos de un estancamiento en las demandas y propuestas del pueblo mapuche. Veíamos un agotamiento en la forma de hacer política del movimiento mapuche rural, muy centrado en la reivindicación de tierras, en la protesta social, pero que descuidaba el flanco de la lucha político electoral y la incidencia pública. Compartiendo la legitimidad y la urgencia de la lucha por tierras, nos preocupaba la ausencia de propuestas políticas y también la poca capacidad de capitalizar los escenarios que se iban creando. Y así surge la idea de crear un partido político mapuche que pudiera complementar, en ningún caso reemplazar, la lucha de las comunidades.

-¿Dónde está constituido Wallmapuwen, dónde existe como partido?
-Wallmapuwen no existe como partido porque ha tenido una serie de dificultades en los procesos de legalización para constituirse como tal. Hoy existe, tiene una base importante de militantes pero como movimiento político. Las dificultades tienen que ver obviamente con las restricciones que impone la Ley de Partidos heredada de Pinochet y que no busca fomentar la participación política de sectores minoritarios, sino más bien garantizar el duopolio que es la base del sistema binominal. Me tocó participar activamente entre el 2005 y 2010, ser parte de su directiva y trabajar en sus Bases Programáticas.
Hoy otra dirigencia tiene en sus manos el desafío de legalizar el partido. Soy optimista al respecto. Hay señales auspiciosas. Se vive un nuevo ciclo político, existen autoridades como el Intendente Huenchumilla que realiza el mismo diagnóstico que hacíamos nosotros en 2005 y todo eso ayuda a una mayor comprensión del problema de fondo, que no es de hectáreas más o menos de tierras. Los mapuche somos una nación y no solamente nos despojaron del territorio, también fuimos despojados del derecho de hablar nuestra lengua, el mapuzungun, del derecho a definir nuestro propio modelo de desarrollo, del derecho a tomar en nuestras manos el destino político de nuestra nación. Hoy estamos fuera del poder político, no tenemos representantes en el Congreso, solo existimos en tanto clientela electoral de los partidos wincas. Eso debe terminar.

-Pedro, en el norte ha sido la minería la que ha usurpado territorios a gran cantidad de población, pero en el sur han sido las forestales. ¿Tú tienes clara la cantidad, más o menos, de hectáreas que tienen sumada estas empresas, Los Matte, Angelini…? ¿Qué cantidad de hectáreas están en su poder?
-El pueblo Mapuche, antes de la invasión del estado chileno, se calcula que tenía más de 10 millones de hectáreas entre la parte argentina y lo que actualmente es Chile. En Chile eran 5 millones de hectáreas que se contabilizaban del Bío Bío a la región de los Lagos. Ese territorio, posterior al despojo de la invasión chilena, quedó reducido a 500 mil hectáreas , las que fueron entregadas a los mapuche en lo que son los llamados “títulos de merced”, los mismos que dieron vida a lo que hoy llamamos “comunidades” pero que en verdad eran y son “reducciones”. A mí no me gusta llamar comunidad a esta estructura creada por el despojo. Mi abuelo lonko decía que eran verdaderos “corrales de animales”. Así se sentía él, como encerrado. No corresponde a lo que era la organización territorial y política mapuche, que estaba basada en los Lof, que eran territorios más extensos, los que a su vez se articulaban en Ayllarehues, Butalmapus y finalmente en grandes Confederaciones de territorios.

– Y de estas 500 mil, ¿a cuántas fuimos?
-De estas 500 mil hectáreas, un porcentaje importante fue despojado en el siglo XX por la acción criminal de dueños de fundos y colonos que llegaron tras el ejército y sus cañones. Hay estudios como los de Martín Correa y Nancy Yáñez que hablan de este despojo contemporáneo y que explican en parte los conflictos por tierras de los últimos 20 años. El reclamo mapuche que vemos por TV y que adquiere muchas veces ribetes de dramática violencia, obedece a reclamos legales de reducciones que fueron despojadas por estos recién llegados y que las autoridades, negligentemente, se han negado o bien demorado décadas en resolver. En ningún caso se trata de mapuches que quieren volver al estado de situación en que estábamos en el siglo XVI, como se caricaturiza.

-Es típico escuchar que se dice “es que el mapuche vendió su tierra por vino” pero en muchos casos es simplemente gente que ha ido corriendo los cercos y que ha matado a mapuches para despojarlos.
-Las primeras casas quemadas con familias dentro no fueron en Vilcún hace un par de años, fueron rucas mapuches a comienzos del siglo XX. Jorge Pinto, Premio Nacional de Historia, ha documentado largamente lo violento y criminal que fue el arribo de los colonos al sur mapuche. Hay testimonios en la prensa de Temuco de los años ´20 y ´30 que documentan la violencia racista que caracterizó la relación entre los colonos y las reducciones.

-Generalmente se tiende a criminalizar los actos de resistencia del pueblo mapuche y se la aplica la ley antiterrorista. ¿Tú qué opinas de la aplicación de esta Ley Anti Terrorrista a los temas políticos del conflicto mapuche?
-Lo que hemos visto en los últimos años son expresiones de violencia rural que en ningún caso cumplen con aquello que el derecho internacional entiende por terrorismo. Es una violencia asociada en muchos casos a la autodefensa de las reducciones frente a la agresión policial, de guardias forestales armados o bien ante la prepotencia racista de sectores vinculados al agro en La Araucanía. Hay una respuesta natural de las nuevas generaciones de mapuches de ya no poner la otra mejilla, como fue la conducta de nuestros abuelos o incluso nuestros padres. Hay un cansancio, una rabia, un sentimiento de abandono y de no ser escuchado que desemboca en violencia. Hablamos además de una violencia bastante rústica, artesanal, que nada tiene que ver con una estructura armada, beligerante, con conexiones internacionales y cuyo objetivo sea desestabilizar al Estado. Esto no lo digo yo, lo han repetido hasta el cansancio observadores internacionales, y el principal de todos ellos, el relator de la ONU…

-¿James Anaya…?
-No, el relator de Naciones Unidas para la lucha contra el terrorismo, que visitó Chile el año 2013, Ben Emmerson. Él es la persona de la ONU encargada de monitorear los conflictos a nivel mundial donde existe lucha antiterrorista. Cuando vino a Chile, él venía llegando de Medio Oriente y le bastó un breve recorrido por la zona sur para comprobar que la lucha mapuche para nada tenía relación con una acción terrorista. Y así lo señaló en su informe, donde señala que el conflicto es social, político y cultural, y que la violencia era resultado del pésimo abordaje de la autoridad, demandando dialogo político a todas las partes.

-Tú participaste en un comienzo en la CAM, fuiste representante en Suiza, te llevaron preso. ¿Cuál es tu mirada frente a este brazo de la causa mapuche?
La CAM es una expresión legítima del pueblo mapuche. Es una organización autonomista que planteó un camino de lucha frontal contra el modelo neoliberal. Yo participé de la fundación el año 1998 y me tocó redactar casi todos sus primeros comunicados, así como representar a la CAM en Europa el año 1999. Me siento muy orgulloso del paso que tuve por la organización. Compartí con grandes líderes mapuches, longkos de diversos territorios con quienes forjé una amistad que se ha mantenido por años. Me tocó trabajar directamente con Víctor Ancalaf, en la zona de Malleco y fue una tremenda escuela. Esa fue la CAM que yo conocí, me distancié cuando se produce el quiebre el año 2001 y Ancalaf deja la organización. Yo me voy con él y varios otros más, y entre 2001 y 2003 estuvimos en el Alto Biobío enfrentando a Endesa España. Por esa lucha Víctor fue el primer mapuche condenado por Ley Antiterrorista y pasó 5 años encarcelado en Concepción. Este año la Corte Interamericana condenó al Estado de Chile por ese fallo.
Con la CAM que siguió posterior al 2001 nunca tuve mayor relación política, aunque como periodista me tocó entrevistar a varios de sus líderes, como por ejemplo a Héctor Llaitul de quien publicamos una extensa entrevista en Azkintuwe desde la cárcel. Ellos han planteado una postura de lucha radical y de confrontación con el modelo neoliberal, centrando su acción contra la industria forestal y proyectos de inversión. Uno podrá estar de acuerdo o no con sus métodos o con su discurso en exceso centrado en la realidad rural, campesina, pero el diagnóstico que realizan es irrefutable. La industria forestal es parte del problema y no de la solución.

-¿Y qué opina de los procesos que intenta llevar a cabo el Gobierno a través de consultas, que se quieren regir con el convenio 169? hay una del ministerio del desarrollo social, otra de cultura…
-Yo tiendo a ser positivo en mi análisis respecto de lo que son las ratificaciones de instrumentos internacionales como el Convenio 169. Es el instrumento internacional más avanzado que existe en materia de pueblos indígenas. El movimiento mapuche luchó durante varias décadas para que fuera aprobado y ratificado en Chile, por lo tanto, difícilmente puedo cuestionar la validez que tiene su aplicación por parte del gobierno. En el caso de Chile, la aplicación de la consulta en torno a distintos temas, como los megaproyectos, las medidas legislativas o la creación de ministerios, se logrará avanzar en la medida que exista mayor comprensión en el Estado, en la elite gobernante y en los dirigentes indígenas que estos instrumentos buscan sobre todo la negociación, el arribar a un acuerdo consensuado. Mientras esto no se entienda, todo será vía ensayo y error.
Otra cosa es que el Estado o los gobiernos actúen de mala fe y eso es lo que un sector del movimiento mapuche ha denunciado en el caso de las actuales consultas. Yo miro con optimismo la consulta del Ministerio de Cultura, donde han señalado respetar los estándares del Convenio 169 de la OIT; hicieron público debidamente el anteproyecto de ley, la consulta tiene una interesante bajada territorial y el encargado es un destacado intelectual y hombre público mapuche, José Ancán. Caso contrario sucede con la consulta indígena desarrollada por el Ministerio de Desarrollo Social y que trata de la creación del Ministerio de Asuntos Indígenas. En esa consulta se han cometido errores, desde la designación de los encargados hasta torpezas como por ejemplo que los funcionarios a cargo de la consulta en los territorios no conozcan las lenguas indígenas, algo básico. Como dije antes, ensayo y error.

-Hay sectores mapuches que te han hecho críticas, por tu entrada a la ENAMA. ¿Qué puedes responder al respecto?¿ Qué es lo que buscas en ese espacio?
– ENAMA partió en 2011 como un evento en Temuco, un seminario de profesionales mapuches, pero desde 2013 es una corporación sin fines de lucro, una institución mapuche nacionalista y que busca reunir a profesionales de la etnia de diversas disciplinas. Soy el vicepresidente y créeme que más allá del folclor de las críticas o dimes y diretes entre mapuches –mi abuelo decía que tu juntas dos mapuches y tienes tres opiniones-, es una institución de la cual me siento orgulloso de formar parte. Se calcula en más de 135 mil los profesionales mapuche en Chile. Son cientos de miles los estudiantes universitarios entre primer y quinto año y no existía, hasta ahora, ninguna institución mapuche que los acogiera y trabajara con ellos. Es lo que hacemos.

Pedro, ¿y tú de dónde crees que proviene la crítica? Quizás es porque ENAMA fue creada en el gobierno de Piñera.
– La idea de crear una institución para profesionales mapuche venía dando vuelta hace muchos años en el movimiento mapuche. El propio partido Wallmapuwen fue fundado en 2005 por puros profesionales, destacados intelectuales en su mayoría. Yo fui invitado en 2012 a integrarme a la Corporación ENAMA y acepté encantado porque la idea me pareció buenísima. Y la respuesta de la gente así lo demuestra. Hemos dictado tres diplomados becando a profesionales, donde para 50 cupos postulan más de 300. Nuestros seminarios son masivos, a nuestra cumbre anual asisten en promedio 1.300 personas, en fin, convocamos mucha gente y eso habla bien de nuestro trabajo. Las críticas que recibimos por cierta vinculación “con la derecha” obedecen a lo que tú señalas, se funda la Corporación en el mandato de Piñera, pero es una casualidad, si hubiera sido un gobierno comunista en vez de la Alianza, de seguro nos acusarían de ser pro Corea del Norte o procubanos, qué se yo. Uno no puede tomar en serio esas críticas. Políticamente somos nacionalistas mapuches. Y adherimos a todas las demandas y luchas del movimiento mapuche, sobre todo aquellas que apuntan a hacer de Chile un Estado Plurinacional.

-¿Crees que debemos avanzar hacia eso?
-Estamos convencidos de que el paso del Estado monocultural del siglo XIX, del Estado unitario, del Estado que plantea un relato de identidad vinculado a los ancestros europeos, debe quedar atrás para dar paso a un Estado del siglo XXI que debe ser Plurinacional. Un Estado descentralizado, con regiones autónomas, con autoridades regionales electas, donde esté reconocida la autodeterminación del pueblo mapuche. Hay un pacto social que firman los ciudadanos con el Estado que se llama Carta Magna y en la actual los mapuches no fuimos invitados, tampoco somos considerados. Tampoco están los rapanui, los aymaras, los kaweskar. ¿Por qué tendríamos que respetar entonces el “Estado de derecho” si es una fantasía legal que solo involucra a los ciudadanos chilenos? Y los mapuches no somos chilenos.

-Cómo se encarna todo esto, siendo que quienes están en los partidos políticos no representan a su pueblo. ¿Se han planteado como mapuche levantar una candidatura presidencial?
El desafío nuestro porque tampoco todo es culpa del Estado, es avanzar en una fuerza política propia, un partido político mapuche, pluralista, diverso y capaz de canalizar nuestra utopía nacional. Hoy existen nueve alcaldes mapuches en las comunas de la Araucanía. Eso habla de un renovado interés por el poder político y por gobernar. Es algo que podría a futuro madurar en posibles candidaturas al parlamento o quizás a una presidencial. En la medida que los mapuches no seamos capaces de dotarnos de una fuerza política propia, vamos a seguir dependiendo de la buena voluntad o la utilización bastante indecorosa que realizan otros partidos de izquierda y derecha de nuestra problemática.

-En el congreso hay bancadas transversales por la lucha….me imagino que estos alcaldes son de diferentes partidos…
La mayoría de los alcaldes son independientes, fueron electos en listas de partidos pero defienden su independencia. Han dado un paso importante al formar una Asociación de Alcaldes Mapuches. En la medida que ellos vayan articulando y madurando un discurso político, van a transformarse en una opción real para el electorado mapuche que vota y que culturalmente siempre ha tenido un comportamiento cívico ejemplar. La gente mapuche asiste en masa a los procesos eleccionarios, eso nos vuelve además un atractivo coto de caza para los partidos chilenos.

-¿crees que avanzar hacia un proceso de asamblea constituyente en este país contribuiría al establecimiento de este nuevo marco institucional, el reconocimiento de una plurinación y el de la nación mapuche…¿puede ser un camino?
-Yo no me imagino una Asamblea Constituyente donde no esté incorporada la variable Plurinacional, la discusión sobre la refundación de Chile. Tampoco me imagino una Carta Magna que reemplace la actual que heredamos de Pinochet que no tenga como pilar fundamental el reconocimiento de Chile como un Estado Plurinacional. Es la discusión que viene y es la discusión que el movimiento mapuche debe instalar en la agenda pública. Yo comparto y siempre voy a defender la lucha por la tierra de las reducciones en el sur, pero nuestra lucha trasciende por mucho lo que es la demanda de tierras. El conflicto trata de una nación que quiere ejercer sus derechos nacionales. Ya no es solo agrario o territorial, es también geopolítico.

-Si en Bolivia el cambio tuvo que hacerlo Evo Morales, representante y nativo del pueblo indígena, será que en Chile necesitamos un Francisco Huenchumilla, o un Pedro Cayuqueo encabezando una candidatura presidencial.
-Tengo la impresión que los cambios políticos son precedidos por cambios culturales y estos últimos pasan por pequeños simbolismos que son trascendentales. Y la imagen de un presidente mapuche creo le haría muy bien al país y a la sociedad chilena. Tan bien como le hace a Chile la existencia de futbolistas mapuches destacados, como es el caso de Jean Beausejour Coliqueo, de Gonzalo Fierro Caniullan o de Marcelo Salas Melinao. Se criticaba a Salas de no hablar de su identidad mapuche, pero él siempre la defendió y estuvo con nosotros en una cumbre ENAMA en Temuco y allí dio un discurso bellísimo, muy militante. Todo eso ayuda al cambio cultural, que es clave para que la ciudadanía entienda la causa mapuche no como la pataleta rebelde de grupos de “comuneros” en el sur, sino más bien como una demanda y una aspiración democrática.

-Ósea, candidatos no faltan…
Yo creo que Huenchumilla es una figura política de primer orden y que se ha posicionado muy bien. Su liderazgo es innegable en el tema mapuche, ha concitado respaldos transversales y actúa casi como un “Intendente-Ministro”. Huenchumilla sería un gran candidato mapuche a la presidencia y ayudaría sin duda a instalar el tema del Chile Plurinacional.

-Y qué hay de los procesos de democracia internos del pueblo mapuche. Qué hay de los procesos democráticos políticos al interior del pueblo mapuche, por ejemplo, una gran primaria del pueblo para tener un candidato presidencial.
-Yo creo que es posible en la medida que también nosotros los mapuches nos dotemos de una mínima gobernabilidad interna. Lamentablemente somos un pueblo bastante intervenido, por partidos políticos winkas, ONGs, intervencionismo religioso, del indigenismo de Estado. Y hemos perdido bastante de aquella estructura política que durante siglos fuimos desarrollando y que resultó muy eficiente a la hora de hacer política, de negociar y de hacer la guerra. Nos falta retomar la huella de los abuelos, de hacer política interna, negociar entre nosotros, parlamentar, tomar acuerdo.

-Hablaste recién de la intervención de ONG, de credos religiosos… qué opinas tú de la intervención de organismos de inteligencia para desarticular al pueblo mapuche, ¿lo han vivido?, ¿cómo lo han vivido?
-Yo creo que siempre ha existido de parte del Estado y los gobiernos de turno una especie de mirada al tema mapuche como un problema de seguridad interna. Es una mirada que tiene mucho de colonial. El monitoreo de inteligencia siempre está presente, sospecho, ya que los organismos de seguridad están constantemente informando y advirtiendo sobre escenarios probables de insurgencia indígena. La demanda de nuestros pueblos asoma en informes de la CIA y organismos de inteligencia militar como los conflicto que Chile y otros países de la región van a enfrentar a mediano y largo plazo. Se habla del “irredentismo indígena”, sobre todo en aquellos pueblos divididos en más de un Estado, como son los casos Aymara y Mapuche. Hay mucho de paranoia en esos informes.

-¿Qué piensas del tema de los bombazos, quién puede estar detrás de todo esto?
-Me cuesta creer que sean anarquistas quienes están detrás de los bombazos. El anarquismo, que he estudiado y conocido experiencias como la CNT española y los colectivos magonistas en México, es una corriente de pensamiento sumamente humanista y me cuesta creer que puedan estar detrás de hacer volar extintores y poner el peligro la vida de civiles y miembros de la clase trabajadora, que son quienes repletan a diario el Metro de Santiago. En el último atentado murió un adicto a la pasta base que sobrevivía en la calle. En otro anterior una trabajadora del aseo de apellido mapuche perdió varios dedos de su mano. Yo no veo como aquello pueda significar un “golpe” al fascismo o al capitalismo mundial. La violencia, entendida como una herramienta de autodefensa, es válida y hasta el Vaticano la reconoce. Pero esta otra violencia me parece condenable desde todo punto de vista.

entrevista publicada en la edición 158 de El Ciudadano


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