Las historias sobre zombies están muy de moda en el cine y la televisión. La fiebre zombie se ha contagiado entre la sociedad hasta el punto de participar en carreras y fiestas donde los humanos deben huir de los no muertos para evitar que éstos se coman sus cerebros. Y parece muy divertido, siempre que pensemos que es obra de una realidad ficticia montada para ofrecer puro entretenimiento. Pero en la naturaleza, se dan casos de ‘mindsuckers’ o ‘chupacerebros’ reales, como el de las mariquitas y las avispas, estudiado por Nathional Geographic.
Las mariquitas son insectos que no suelen causar pavor ni desprecio entre la población. Si vas por el campo y una pequeña mariquita se posa en tu brazo, lejos de gritar «ahh que asco, un bicho ¡quítamelo!» solemos mirarla complacidos observando su llamativo caparazón rojo decorado con lunares perfectamente esféricos. Algunas personas incluso piensan que estas criaturas son mágicas, y que si les pides un deseo antes de que alcen el vuelo, ellas -no se sabe cómo- harán que se cumpla. De una forma u otra, la especie humana suele mostrar un afecto especial hacia las mariquitias silvestres, pero si alguna vez os topáis con marquitias muy inmóviles que sostienen un capullo de seda entre sus patas, ¡cuidado! Estaréis ante mariquitas poseídas y convertidas en auténticos zombies.
Para entender este extraño fenómeno de la naturaleza hay que saber primero que las mariquitas tienen un sistema de defensa muy sofisticado que las protege de la mayoria de sus enemigos. El llamativo caparazón que tanto las identifica para los humanos, es en realidad una advertencia para los depredadores del estilo: «si vienes, lo lamentarás». Cuando algún animal decide llevarse una mariquita a la boca, ésta segrega a través de sus articulaciones una sustancia muy amarga, tóxica para muchos vertebrados, que hace que el depredador la escupa al tiro y que aprenda para el futuro a leer el peligro en los colores rojo y negro de sus alas.
Pero este sistema de defensa tan efectivo, le ha creado un enemigo potencial: las avispas. Estos insectos voladores han encontrado una forma de asegurar la supervivencia de sus huevos: introducirlos en el interior del cuerpo de la mariquita. Se trata de la especie de avispa conocida como ‘Dinocampus coccinellae ‘. Cuando la hembra está lista para poner un huevo, se posa cerca de la mariquita -suponemos que intentando disimular que «sólo pasaba por ahí»- para rápidamente insertar su aguijón en la parte inferior de la mariquita transfiriéndole en este proceso el huevo junto a otras sustancias químicas. Cuando el huevo eclosiona, la larva se alimenta de los fluidos que llenan la cavidad del cuerpo de su anfitrión y se desarrolla entre sus patas.
Lo que más llama la atención a los biólogos expertos es cómo la mente de la mariquita es cautivada por la larva de avispa convirtiéndola en un completo zombie a su servicio. Durante las semanas que dura la invasión, la mariquita protege a la larva como si fuera su guardaespaldas mientras ésta se envuelve en un capullo de seda entre sus patas. En todo momento la mariquita permanece inmovil, anulada, sin voluntad, hasta que la avispa adulta hace un agujero en el capullo con sus mandíbulas y sale volando del huevo de seda. La mariquita zombie es liberada al fin pudiendo volver a reproducirse y alimentarse igual que hacía antes de la invasión, pero la mayoría de ellas no suelen sobrevivir a este duro proceso de succión y control de sus cuerpos por las larvas de avispa.