Se nos viene la navidad de frentón y la industria se alegra. Es una de las épocas del año en las que más se consume y donde la economía tiene inyecciones muy potentes a nivel mundial.
Creas o no en el catolicismo, ya sea por compromiso, por manifestar afecto o por «religiosismo cultural», hacerle el quite al tema de los regalos es complicado, más allá de nuestras convicciones ya que, a parte de las críticas de que uno es un amargado o un aguafiestas, lejos de crear conciencia en el entorno, cuando no celebras, te llevas explicando el clásico: «no es que no te quiera, pero esta celebración es consumismo puro y duro, las empresas, el retail, etc» que no convence a nadie y quedas muy mal ante tus familiares y más cercanos. Por lo tanto, los regalitos se vuelven una obligación en muchos casos.
Sin embargo, lo cierto es que detrás de las muñecas, los carritos a escala, y otros souvenirs, existe un mundo de explotación laboral y prácticas de esclavismo que no podemos obviar y que quisimos mostrar en imágenes para apoyar en cierta medida las excusas de quienes tienen un juicio crítico respecto de estas fiestas de fin de año que, a pesar del misticismo que tienen para algunos, para otros significan la exacerbación del sestema neoliberal que nos tiene a todos hasta el cuello.
El fotógrafo Michael Wolf, ha registrado este submundo laboral que está detrás de los escenarios de las grandes vitrinas y de las tiendas con villancicos de música ambiental que, de alguna manera, hace posible la generosidad de otros, el sentimiento de tranquilidad emocional que en ocasiones acompaña esa ofrenda materializada en un regalo.
En el sitio de Wolf pueden encontrarse otras muestras de su obra.
[kotaku]