Cuando la revolución pingüina nos sacudió a punta de marchas y críticas a la educación pública, el tema de la calidad, el lucro y todo el pantano en que se estanca la educación, ésta problemática se instaló en el consciente nacional hasta hacerse promesa de campaña y futura ley. Antes de eso, los estudiantes tuvimos que pelear mucho, contra los abusos policiales, los montajes, la indiferencia y los poderes que corrompen la educación y la transforman en mercancía. Lo que esos años nos regalaron fue la lucidez necesaria para cuestionarnos si podíamos hacer algo por cambiar el sistema y por consiguiente mejorar una temática social que nos convoca a todos. Y a pesar de que la reforma sea blandengue y muchos de quienes la levantaron en sus banderas de lucha la desaprueben por inconsistente, la educación merece un cambio o al menos un comienzo, por el bien de todos.
Chile tiene la educación más privatizada y más segregada en comparación con el resto de los países de la OCDE, es lo que consigna un informe que se presenta en el Foro Chileno por el Derecho a la Educación ante la ONU, material del cual algunos medios han desmenuzado sus cifras durante esta jornada, porque las cifras son el fetiche del gremio. Sin embargo, hoy siendo un país informado y sensibilizado con las desigualdades que parten desde la concepción y se ven endurecidas cuando uno entra al colegio numerado o al colegio pagado en una suerte de azar que responde a la lógica de “el que puede puede” -y tantas otras frases hechas para el gusto de los que no ven lo malo en la segregación, el lucro, la selección, la pobreza y la inequidad-, podemos ir más allá de las cifras y dejar éstas a las encuestas que tanto asustan a los políticos para decir, desde nuestras experiencias, cómo es la educación para los pobres y cómo el Estado se encarga de ella.
Es decir, más allá del sustento que otorgan la historia y los datos duros a un sistema que está muerto en vida, señalando, por ejemplo, los orígenes de la segregación y la educación de mercado como una hija del sistema capitalista instalado en dictadura. El informe subraya que el 70% de los estudiantes de escuelas municipales tienen una situación socioeconómica pobre y el 75% de los estudiantes de los colegios particulares tiene una situación acomodada, pero ¿es eso una novedad? Si en la práctica y en la cotidianeidad hay pruebas contundentes de que el colegio nos segregó y nos divide así como la Plaza Italia instala un límite metafórico respecto de la realidad chilena.
La clase media es un invento dicen por ahí, los ricos son ricos y los pobres pobres: los que pueden pagan por la educación –no siempre de calidad- y el resto espera a que las demandas de los movimientos estudiantiles se hagan realidad.